18 dic 2014

Mapa a las estrellas / Maps to the Stars, de David Cronenberg

Miguel Cane.


Cuando uno entra a ver una película de David Cronenberg, ya sabe a lo que se atiene: será una experiencia perturbadora, alucinante y también de una extraña belleza. Ese es el caso de Mapa a las Estrellas, que es su mejor filme desde Promesas del Este (2007) y que es la primera incursión del cineasta canadiense al mundo de Hollywood, mismo que no queda — por supuesto — indemne a su mirada escrutadora y un tanto perversa.



Agatha Weiss (Mia Wasikowska) ha regresado a Los Ángeles, procedente de un largo exilio, a completar un ritual secreto. Mediante la intervención de Carrie Fisher (sí, la de Star Wars), consigue empleo como secretaria/asistente/nana de Havana Segrand (una impresionante Julianne Moore) una estrella de cine en decadencia, que hará literalmente cualquier cosa por recuperar la fama perdida, incluso intentar encarnar al personaje que hizo famosa a su madre muerta, en un remake, pasando por encima de todo y de todos.



Pero ésta es sólo una de las muchas facetas de Hollywood que Bruce Wagner (Wild Palms) explora en su guión: también hay un psicólogo pop obsesionado con la celebridad (John Cusack) y su esposa, una agente poderosa y sin escrúpulos (Olivia Williams), un conductor de limusinas que sueña con la fama (Robert Pattinson) y todo un submundo de famosos y semi-famosos que desean desesperadamente prolongar sus proverbiales 15 minutos de fama, sin importar a qué precio.



Cronenberg conjuga elementos de la sátira, del melodrama, del horror gótico (fantasmas, mansiones en ruinas), y de los encabezados del día para confeccionar una cinta memorable, inquietante, monstruosa, que el espectador no podrá dejar de ver: lo mismo hay un asesinato por Oscar (literalmente una estatuilla es el arma homicida), que revelaciones impactantes y hasta baile a go gó. Hay humor negro, patetismo, escalofríos. Cronenberg es un cronista del lado retorcido y oscuro de nuestra sociedad en su tiempo y este filme que retrata sus obsesiones, es sin lugar a dudas, una obra maestra. A ver sin falta.



Mapa a las estrellas/Maps to the Stars
Con Julianne Moore, Mia Wasikowska, John Cusack, Robert Pattinson y Olivia Williams
Dirige: David Cronenberg
Canadá/Reino Unido/Francia/EU 2014

David Cronenberg: Los fantasmas de la memoria son reales

Miguel Cane.



Es el más célebre cineasta canadiense de su época. A él se deben filmes realmente subversivos e icónicos como como Videodrome (1983), Dead Ringers (1988), M. Butterfly (1991), Crash (1996) o Una historia violenta (2005). Sin embargo, David Cronenberg (Toronto, 1943) no se considera ningún genio, por el contrario, asegura que sus filmes no buscan exacerbar ningún aspecto antisocial, sino que más bien están comprometidos con revelar facetas más ocultas de las condiciones sociales y morales del mundo en que vivimos.

En su nuevo filme Mapa de las estrellas, hay una mirada muy directa y sin piedad al universo de la obsesión con la celebridad espontánea, tan de moda hoy en día, y un tema tan escabroso que, en cierta forma, le resulta irresistible a un director que ha hecho una gran carrera al margen de lo convencional.



Mapa de las estrellas es una denuncia muy violenta a Hollywood… ¿por qué?
No veo la película solo como una película sobre Hollywood. Es sobre la ambición, la fama, la inmortalidad, el dinero. Podría ser como El lobo de Wall Street, que se ambienta en el mundo financiero. La diferencia es que trata sobre la industria de la celebridad. Para mí no es una película anti-Hollywood. Sé que suena raro, pero si no me hubiera interesado el argumento de Bruce Wagner, no habría realizado una película sobre el cine. A muchos cineastas, a menudo jóvenes, les gusta hacer películas de cine, a mí no me interesa lo autorreferencial. Es como los escritores que escriben sobre la escritura, no me interesan. Pero este guión, sus personajes y diálogos me parecen fantásticos. Así que si la hice, básicamente es por Bruce.

No obstante, podría decirse que Hollywood, en términos más generales, es una especie de metáfora de nuestro tiempo.
Desde luego. Esta es otra razón por la que no es realmente un ataque contra Hollywood. La película en realidad trata sobre nuestra obsesión, no solo con la fama, sino con nosotros mismos. El guión fue escrito antes de que existiera Facebook o Twitter. Ahora todo el mundo es una estrella en redes sociales. Todo el mundo sube videos en YouTube. La gente imita la vida de las celebridades, quiere ser una celebridad. ¿Es eso bueno o malo? No lo sé. En cualquier caso, no me parece muy saludable.



¿Mapa de las estrellas existe por nuestra obsesión con los grandes mitos del cine?
Claro. Todavía estamos obsesionados por James Dean, Marilyn Monroe, Marlon Brando, Audrey Hepburn y Humphrey Bogart. La gente sigue adorando a esos íconos como si fueran dioses y trata de resucitarlos con las nuevas tecnologías. Hay en todo el deseo de inmortalidad. La película habla del temor más profundo de la muerte y la angustia. Por ejemplo, si Havana Segrand (Julianne Moore) no recibe una llamada de su agente, si no hace más películas, deja de existir y ese es su mayor terror. Ella está desesperada. No es solo la ambición, es el temor de ya no ser relevante. Creo que si el espectador entiende que no va a ver solo una película sobre el lado oscuro de Hollywood, sino una película sobre los deseos y traumas universales de la humanidad hoy en día, la comprenderá mejor.

Julianne Moore está impresionante en su papel. ¿Cómo fue que la eligió para el personaje?
Julianne es una figura extraordinaria y todo un caso. Tiene más de 50 años y sigue vigente. Conoce muy bien el negocio. Hay un montón de actrices excelentes que han desaparecido en esa edad. Ella es hermosa y sigue trabajando, por eso es una excepción. El mundo del cine es muy brutal. Julianne fue capaz de basar su personaje en actrices que conoce, actrices que han tenido ‘su tiempo’ durante tres o cuatro años, y han desaparecido debido a su falta de talento o porque no llevaban bien la edad. En su caso, ella encarna un trauma existencial: soy una actriz, pero no puedo seguir actuando. Entonces se pregunta: ¿Quien soy? ¿Todavía existo? Julianne fue maravillosa. Ella es el centro de todo en el filme.



¿Cuánto tiempo les llevó a Bruce Wagner y a usted realizar la película?
Hemos trabajado juntos durante varios años. El guión tuvo que actualizarse porque cuando empezamos a trabajarlo, ni Facebook ni Twitter existían y a Bruce le gusta usar referencias contemporáneas. También tuvimos que revisar el guión basado en la edad de los personajes. Originalmente, Agatha (Mia Wasikowska) era más joven, igual que Havana. También hice un cambio en los fantasmas. Yo no creo en los fantasmas, pero Bruce dice que sí cree. Me preguntaba ¿qué clase de espíritu son los fantasmas? Para mí solo los fantasmas de la memoria son legítimos, reales. Bruce y yo tuvimos que trabajar mucho y en ese tiempo, yo hice otras dos películas —Promesas del Este y Cosmópolis— y él escribió una novela. Cuando volvimos al proyecto, todo tomó forma. Pero puede que con la excepción de Crash, éste haya sido el filme que más trabajo me ha costado hacer realidad. Por eso me gusta más.

¿Qué contacto tiene usted con Hollywood?
Vivo en Toronto, tengo un agente y un abogado en Los Ángeles, que me mantienen informado de lo que pasa, pero mi contacto siempre es por interpósita persona. Rara vez visito el lugar. En cambio Bruce, toda la vida ha vivido ahí, conoce muy bien el negocio, el lenguaje, las locaciones. Mi trato con los ejecutivos de estudios suele ser muy restringido. Prefiero mi libertad creativa. Muchas de mis películas no podrían ser un producto de estudio en Hollywood. Casi todas son coproducciones entre Canadá y Gran Bretaña, Francia o Alemania.

Pero esta vez sí se trasladó a Los Ángeles.
Sí, no pudimos recrear Hollywood en Toronto, así que tuve que rodar allí, porque es tan especial. Resultó 24 días en Toronto y 10 en Los Ángeles, en lugares emblemáticos: el letrero de Hollywood, algunas calles de Hollywood Boulevard, con sus estrellas; el hotel Chateau Marmont, Beverly Hills, Rodeo Drive, donde los ricos y famosos hacen sus compras. Fue muy divertido. También daba la sensación de no ser del todo real. Siento que Los Ángeles es en cierta forma un lugar imaginario, un estado mental.

¿Hay otras cintas que influyeron en su manera de hacer Mapa de las estrellas, en el estilo fílmico o narrativo?
En el estilo fílmico, no sé… quería hacerlo todo muy limpio, muy aséptico. Mostrar a Hollywood como un set, completamente bello y estéril. Al mismo tiempo, quería aprovechar toda la luz natural que pudiera. Quería que fuera una película luminosa, ¿sabes? Es una especie de historia de horror, pero quería que fuese naturalista. Tal vez un poco como Sunset Boulevard, de Wilder. En el aspecto narrativo, Bruce hace muchas alusiones a otros filmes o a estrellas muertas. Rebecca, de Hitchcock, con la casa quemada, o Lilith, de Robert Rossen. Bruce hace referencia a, no sé, Jean Seberg o Sharon Tate… mitos de Hollywood que acabaron trágicamente. Esas cosas le encantan y ejercen una extraña fascinación sobre mí a veces. Por eso me gusta esta colaboración; Bruce es un cinéfilo muy apasionado y eso me sirvió de mucho para encontrar ciertos aspectos tonales para algunas escenas. Sin embargo, y aún con tantas referencias, debo decir que es algo muy original para mí.

Ahora usted ha debutado con su novela Consumed, que apareció este otoño. ¿Por qué le tomó tanto hacerlo?
No lo sé. Supongo que no me sentía listo del todo, aunque yo siempre he escrito. Pero hacer una novela es más difícil que hacer un guión. Requiere otra estructura. Otra disciplina. Pero también es más liberador, porque así la imaginación se expande. Me gustó contar esa historia como una aventura exótica, un thriller, pero también algo más. Explorar las psicologías de los personajes en papel es más complejo. Fue algo que me gustó y que no descarto volver a intentar.

Julianne Moore: Los que manejan este negocio solo quieren dinero.

Miguel Cane.


Con una carrera brillante y el respeto de sus colegas en una industria difícil, Julianne Moore (Fayetteville, 1961) ha conseguido conjugar su trabajo ante cámaras con su prioridad: ser madre de tiempo completo. No es cosa fácil, pero se las ingenia para conseguirlo. De este modo, selecciona los proyectos en los que se involucra siguiendo un criterio muy claro: la película debe permitirle libertad. Su participación en Mapa a las estrellas entra en esta categoría. El director David Cronenberg había detenido por algunos años el proyecto escrito por Bruce Wagner —una mirada escrutadora y cínica a los monstruos sagrados del Hollywood de hoy—, pero al fin logró sacarlo adelante. Julianne encarna a Havana Segrand, una actriz capaz literalmente de cualquier cosa para recuperar la fama. Su actuación ha causado polémica entre críticos y espectadores, pero obtuvo el prestigiado premio a mejor actriz en el Festival de Cannes.



¿Qué fue lo que la motivó a involucrarse en este proyecto, además de trabajar con Cronenberg?
Siempre admiré las películas de David y quería hacer algo con él; estuvimos en charlas para ver si podía trabajar en Cosmópolis, pero no pude por otros compromisos, entonces me ofreció Mapa a las estrellas y me comprometí a hacerlo con él. Me encantó el guión, en particular el hecho de que sea una historia de este tipo y que sea algo que pudiera ocurrir realmente. Sus personajes trascienden los convencionalismos, con un resultado de tragedia griega moderna, me llamó mucho la atención.

¿Te preocupaba que la película cayese en el morbo fácil?
No, porque conociendo el trabajo previo de David y habiendo discutido juntos el proyecto sabía que no lo iba a tratar de manera sensacionalista. Eso tampoco pasó con Bruce Wagner, el escritor. A ninguno le interesaba nada el morbo, y tenían muy claro que había que tratar el tema con gracia para no caer en lo sórdido. También así lo pensé yo, porque mi intención era crear una interpretación lo más normal y humana posible para mi personaje, evitando juzgar sus actos, aunque sean terribles.



¿Sientes que Havana Segrand es una especie de monstruo?
Es difícil… porque la veo de dos formas, como la actriz que la encarna, y como una persona común y corriente que se entera de los pormenores de su historia. Como actriz, te puedo decir que resultaría muy fácil catalogarla como monstruo e interpretarla como tal. Es cierto que Havana hace cosas monstruosas, pero ella no es un monstruo, sino una mujer con traumas muy graves, perturbada psicológicamente, que abusa del alcohol y las drogas y carga con la pesada loza de un abuso sexual prolongado en su infancia... Esos elementos tan complejos te sirven para crear al personaje y darle vida en la pantalla. Y tiene más matices que un simple personaje perverso.

¿Y a nivel humano, cómo la consideras?
No lo sé… no sé de qué podría servir mi opinión. Es solo la opinión de una persona. Te voy a poner un ejemplo: cuando filmamos Hannibal, a Anthony Hopkins mucha gente le preguntaba cómo veía él a su personaje y si se sentía cómodo en la piel del mismo. Algunos, incluso, tenían problemas para distinguir a Tony del personaje Hannibal Lecter. Y eso era algo que lo desconcertaba. Para él era muy fácil dejar el traje de Hannibal en el ropero, pero para el público no.



Supongo que eso hace una diferencia notable a la hora de hacer el personaje.
Eso es cierto. No quise juzgar a Havana, al menos mientras estábamos preparando el rodaje. Lo que más me llama la atención de ella es su dualidad. Por un lado es una mujer hermosa, divertida, que encanta a todo mundo, una estrella de cine de pura cepa, pero que a la vez tiene un carácter difícil, retorcido, desequilibrado. El desafío para mí radicaba en interpretar a una mujer tan dinámica por un lado y tan destructiva por otro, y que el espectador asimilase todo ello con interés. Después, cuando ya habíamos terminado de filmar, cuando estaba “desintoxicándome”, por así decirlo, quitándome los aspectos de la recreación de Havana, pude verla de otra manera. Es un alma tan perdida, terriblemente adolescente en el mejor de los casos. Su deseo de que la vean y la reconozcan y la validen, toda esa externalización de su necesidad interior es en cierto modo desgarradora.

Tu personaje y tú son actrices. ¿Cómo fue para ti asimilar a alguien tan opuesta a ti?
Tuve que hacer una división: dónde está Julianne y hasta dónde está Havana. Como actor no puedes etiquetar a las personas con base en un aspecto de tu vida, porque en ese caso te limitas tú y limitas a tu personaje. Cada uno es distinto, igual que nosotros somos diferentes. En este caso, Havana y yo somos completamente distintas, venimos de lugares muy diferentes, aunque tengamos en común la profesión. El contraste es muy grande; ella vive en un mundo de privilegio total, de completa irrealidad, todo obedece a su propia lógica personal, retorcida y turbia, pero es su lógica. Y al interpretarla, tenía que ser mi lógica, al menos hasta que David gritaba ¡corte!... no sé si soy una buena actriz, pero me gusta pensar que lo soy. Puedo decirte que estoy segura de que Havana piensa lo mismo de sí misma, aun si, a todos los demás —aun a mí, que la interpreté— nos parece que sus actos son reprobables, con un profundo patetismo.

¿Cuál es el método que sigues para interpretar personajes tan complejos, cómo es que los consigues en un mundo tan competitivo y difícil?
Luchando. En serio. Lo importante es no dejar de buscarlos. Porque a mí, como a todo el mundo, me sigue resultando complicado encontrar papeles interesantes, sobre todo a mi edad… curiosamente, eso sí lo tengo en común con Havana. No hay muchos papeles para mujeres de 50 o de 60 o más, que tengan sustancia. Esto es un negocio, y a quienes lo manejan no les preocupa lo más mínimo ofrecer papeles con interés; lo único que quieren es que las películas que financian den dinero. Por eso no me extraña que de cuando en cuando recurran a hologramas en vez de a actores (risas). Es difícil. Y no me gusta la idea de ir a la yugular de alguien por un papel. Por suerte, no me obsesiona mi carrera. Es sólida y me hace sentir orgullosa, pero para mí es más importante mi familia. Tenerla me hace sentir profundamente afortunada.

¿Preferirías no actuar antes de aceptar papeles superficiales?
En un mundo ideal, podría decirte que no hay papeles superficiales, sino que las circunstancias de determinadas películas son las que hacen que lo sean. Pero este no es un mundo ideal y como dije, esta es una industria. Un negocio. Me ha pasado muchas veces que veo un papel y digo, “¡Yo no puedo hacer eso!”, no soy de las que cree que pude hacerlo todo. No puedo. Pero si tengo una conexión y respondo a algo, tiendo a estar consciente de lo que soy capaz. Por eso también hago cintas más comerciales. Porque por cada película así que haga, puedo hacer dos o tres proyectos independientes como éste, que me pareció interesante y quise hacerlo. Obviamente, busco nuevos retos, personajes desafiantes e historias que pienso que merece la pena que se cuenten. En ocasiones las intenciones no corresponden con los resultados, pero la vida es así.

¿Podrías decir que tu profesión es el reto en sí?
Podrías ponerlo en esa perspectiva, sí. No creo que exista un solo actor en el mundo que haya elegido este trabajo que no lo piense. Pero todo, los rodajes, las locaciones, los imprevistos, los proyectos que se caen y no se filman, los proyectos que fracasan, ya sea con crítica o público, o peor aún, ambos (ríe); el estar ausente por un cierto tiempo de mi hogar, el tener que estar por teléfono con mis hijos cuando preferiría estar jugando con ellos, extrañar a mi marido, despertarme en habitaciones desconocidas, encarar a la prensa, hacer alfombras rojas… todas esas cosas son aspectos que tienen que ver con el negocio en torno a lo que hacemos, y hay que aceptarlos porque van implícitos con el trabajo. A mí me gusta estar en el set, levantarme todos los días para ir rodar y trabajar con un montón de gente para hacer una película. Esa es la parte divertida. La otra es la que ya te digo. Pero supongo que es el precio que pago por trabajar en lo que me gusta.

Cuernos / Horns, de Alexandre Aja

Bailando con el diablo

Miguel Cane.


Después de una borrachera, Ig Parrish (Daniel Radcliffe) despierta para encontrarse con que literalmente le salieron cuernos en la frente. Hace un año que su novia (Juno Temple) fue asesinada y todos le echan la culpa. La aparición de estos cuernos servirá para que toda la gente que lo conoce se sienta obligada a revelar sus más íntimos secretos. Esto lo llevará a descubrir cosas que no imaginaba de sus padres o de su repelente mejor amigo (Max Minghella) y esto resolverá el misterio.



Basada en una novela de Joe Hill, esta cinta de horror y humor no hace mucho por mejorar la reputación del francés Alexandre Aja que pese a tener un buen material entre manos que no termina de aprovechar.


La película no sabe a dónde va y esta crisis de identidad es tan pesada que el espectador ya no sabe qué quiere o qué espera de ella. El tacto del director es, como de costumbre, burdo. No aprovecha los elementos cómicos y cercanos al surrealismo del argumento original y desaprovecha totalmente la brillante metáfora de los cuernos, tanto como atributo físico claramente visible por primera vez en una película de esta temática por la culpabilidad que le arrojan los vecinos como por marcar esa dualidad espiritual entre el bien y el mal.

La película es entretenida, pero fallida y ni siquiera la presencia de Daniel Radcliffe o de un sólido elenco de soporte (con una estupenda Kathleen Quinlan como la madre) hace que se recupere de los errores del director o de un final cursi e irritante que acaba por hundir la cinta que pudo ser mucho mejor.

Cuernos / Horns
Con Daniel Radcliffe, Juno Temple, Max Minghella y Kathleen Quinlan
Dirige Alexandre Aja
EU/Canadá/Francia 2013

4 dic 2014

Exodo: Dioses y Reyes / Exodus: Gods and Kings, de Ridley Scott

Diez Mandamientos, Reloaded

Miguel Cane.



Había una vez un gran director llamado Ridley Scott, que a lo lago de los años amasó una filmografía ecléctica; Obras maestras (Alien, Blade Runner), cintas de encargo con calidad y películas malas. Por esa misma razón, aunque se sea admirador de sus mejores películas (hay que ir al cine a ver su siguiente film sin muchas expectativas. Ahora estrena ’Exodus: Dioses y Reyes’, un producto creado para hacer taquilla que comparado con Los Diez Mandamientos de Cecil B. DeMille (¡de 1956!), no aporta prácticamente nada en absoluto.


Christian Bale es la cabeza de reparto, como Moisés. A el le acompañan Joel Edgerton, en un miscast espantoso, como Ramsés, Sigourney Weaver y Ben Kingsley. A pesar de su reparto interesante, no hay prácticamente casi ningún momento relevante a los personajes, pese a durar casi tres horas.

La historia no tiene novedad, sólo sazonada con algo más de violencia. Trata de establecer un vínculo al centrarse en su primer acto en la estrecha relación que tienen los hermanastros, Moisés y Ramsés, acaban distanciándose por diferencias culturales. El protagonista descubre sus raíces hebreas y acaba simpatizando con los esclavos hasta convertirse en el revolucionario que les llevará a la salvación. Etcétera. Usted ya sabe en qué acaba esto.


La película es larga, poco original y peca de un guión pobre. No consigue entretener y ciertas modificaciones se notan desesperadas, como cambiar la representación de dios del arbusto ardiente a ser un niño que habla directamente a Moisés sin ser visto por otros (¿de veras?). La aparición de las diez plagas resultan una parte espectacular y justifican el 3D, pero no tanto, la cinta apenas cuenta con dos o tes momentos que realmente aprovechen esta tecnología.


En resumen, Exodo: Dioses y Reyes es un producto manufacturado con cinismo, para hacer taquilla, que no conseguirá todo lo que desea. Una cinta pobre y hecha con rutina. Quizá guste a a los espectadores menos discriminantes que buscan entremetimiento y ya. En todo caso mejor vea la cinta original con Charlton Heston y Yul Brynner, que tenía más sustancia. No importa cuánto dinero se gaste, uno no puede evitar preguntarse, ¿Qué fue de Ridley Scott?

Exodo: Dioses y Reyes/Exodus: Gods and Kings
Con Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Ben Kingsley y Sigourney Weaver
Dirige: Ridley Scott
EU 2014

Manuela Velasco: “Rompimos los clichés del cine de terror”


Miguel Cane.


Inició su carrera siendo una niña, y nada menos que de la mano de Pedro Almodóvar, en La ley del deseo, pero Manuela Velasco (Madrid, 1976) ya traía el cine en las venas. Su padre, Manuel, es un reconocido director de fotografía que inició su carrera trabajando con Luis Buñuel en Viridiana, y su tía, Concha Velasco, es una de las actrices más aclamadas de la península ibérica.

Con una amplia carrera en televisión y teatro, Manuela ha encontrado mayor popularidad en el cine, y esta semana llega a las pantallas mexicanas [REC] 4 Apocalipsis, dirigida por Jaume Balagueró, entrega final de la famosa saga de terror española, una tetralogía que se ha convertido en un éxito de taquilla alrededor del mundo y que ha tenido incluso remakes en Hollywood. En la cinta, interpreta a la heroína Ángela Vidal, que inicia una noche como reportera de guardia haciendo una nota de color sobre la vida de los bomberos en Barcelona, y termina involucrada en una pesadilla de horror y violencia.


¿Cómo ha ido evolucionando tu personaje a lo largo de la saga [REC]?
Pues la saga transcurre en muy poco tiempo. Por lo que a mi personaje no le da mucho tiempo de evolucionar, aunque lo que vive Ángela en unas pocas horas es mucho. Empieza como una chica normal que se ve atrapada en la pesadilla; a partir de ahí va pasando por diferentes etapas, se convierte en una víctima de la situación. Más tarde se convierte en la mala, y ahora es rescatada y resulta que no es rescatada... ¡es cosa seria! Te diré que me preocupaba mucho el paso de los años en mí. Cuando empieza la cuarta película, es apenas unas horas después de lo que pasa en las dos primeras, y la primera la empezamos a rodar hace ocho años. Yo me preguntaba, ¿cómo lo vamos a justificar físicamente?, porque obviamente yo no estoy igual. Pero teniendo en cuenta que a Ángela le ha pasado todo lo que le ha pasado... Jaume dijo que me tranquilizara. Después de esta bajada a los infiernos de Ángela, se justifica que físicamente esté distinta. Es la única superviviente, debe enfrentarse no solo al virus sino a todos los humanos. El cambio es que se da cuenta de que nadie va a salvarle la vida y que tiene que salvarse ella sola, no puede contar con nadie...



Ángela es una luchadora, ¿tuviste que prepararte físicamente de alguna manera?
Creo que uno de los aciertos de la saga es que, salvo los bomberos que había al principio, quienes por su trabajo sí que tenían un componente de héroes, todos los demás son personas que no están preparadas física ni emocionalmente para lo que se les viene encima. No soy deportista, no hago ningún tipo de entrenamiento y físicamente acabé exhausta. ¡Las cosas que le decía yo a Jaume después de cada día de rodaje! Pobre. Le dije de todo. Pero creo que eso también es bueno, porque Ángela no es una persona que está preparada para eso. De hecho, cuando ha habido secuencias que salían bien, a Jaume no le servían, porque tenía que parecer más arduo para ella, que no sabe escalar, no sabe trepar, no sabe saltar... Ella no es una supermujer, es una chica que hace lo que puede. Físicamente no estaba preparada, pero el entrenamiento del propio rodaje me fue poniendo en forma.



¿Cómo fue trabajar con el resto del reparto en la entrega final de esta saga?
Fue muy divertido, porque he estado en todas las películas y he compartido cada una con un elenco nuevo. Y ellos llegan con la experiencia de haber visto las películas pero no de hacerlas. Me hacía mucha gracia cuando venían todos los actores con el texto muy aprendido y los personajes muy pensados, porque en estas películas el guión a veces no tiene nada que ver. También me gusta que haya actores que no están familiarizados con el género de terror, porque está bastante denostado, mucha gente lo resume como jadear y gritar, pero no es tan fácil hacer una película de terror. Entonces se dan cuenta de que no es una tontería como piensa la gente y le toman respeto al género. Además, vives otra vez la ilusión de la primera vez de los demás, enfrentarse a estas situaciones que no se viven normalmente en España, porque no se hacen muchas películas así. Y alucinan con todo, con el maquillaje, con los infectados... Y es muy bonito ver esas reacciones en los demás.



¿Qué dirías que fue para ti lo más difícil de interpretar a Ángela?
Te diré que lo más difícil de toda la saga fue hacer esta película. Porque las otras, por la forma en que las rodamos, permitían que hubiera mucha improvisación. En cambio ésta se ha rodado al modo tradicional. Además, filmamos en un barco carguero, un sitio donde no te puedes preparar porque no hay espacio. Estábamos todo el equipo encerrados en 10 metros cuadrados. Hasta ahora en todas las cintas [REC] no habíamos hecho algo así.

¿Y cómo te sientes acerca de hacer cine de terror?
Mira, en toda la saga, siempre ha habido una parte del personaje que no me gusta del todo y esa es la parte histérica de Ángela, que es algo que no tengo y que en la vida real no tolero. Es que no puedo con las histéricas, y eso hizo que al principio me costara mucho confiar en Jaume y Paco Plaza, su socio, porque siempre tú tienes una manera de hacer las cosas, pero hay que desprenderse de ello, asumir que es su película, que es su personaje, el personaje que ellos han imaginado y las secuencias que ellos han imaginado. Al final, yo no soy importante, porque solo soy actriz y hago lo que se me indica. Pero aprendí a tenerle cariño a Ángela.

Después de este éxito, ¿seguirás haciendo terror o vas a buscar otros proyectos?
Te voy a decir cómo están las cosas, porque muchos creen que la vida del actor es fácil, con mucho dinero, y poco trabajo. Y nada más lejano a la realidad: excepto en teatro, yo no genero mis propios proyectos. Ojalá pudiera elegir. Lo que venga... ya veremos. Es verdad que durante el periplo de [REC] me han llegado muchas películas de terror y no las hice porque no me gustaron. Es verdad que el terror está muy lleno de clichés, y una de las cosas que me gusta de [REC] es que no es así, que rompimos con esos clichés del cine de terror.

En el cine de terror y también en la saga de [REC] hay papeles de mujeres fuertes, pero esto no pasa en otros géneros comerciales. En tu opinión como actriz, ¿qué habría que cambiar para que eso llegue?
Yo creo que a medida que vas cumpliendo años te vas diciendo: "Ya tengo que dejar de ser la vecinita simpática, la novia joven... van quedando cada vez menos oportunidades". Es el gran drama de las actrices en general. No lo sé, pasa en teatro también. Alguna vez me preguntaron, qué personaje me hubiera gustado hacer y era muy curioso porque al responder todos los personajes que me gustaban eran de los hombres, como los de Hable con ella... Siempre son más ricos en matices. En edades. No sé lo que tiene que pasar. Yo creo que es cosa de que se animen a escribirlos. En el mundo hay mujeres y hombres y las mujeres tienen historias interesantísimas que contar.

Pero no puedes quejarte: te ha ido muy bien y hasta un Goya te llevaste y por una película de terror...
Es que ha sido sorprendente todo. En Sitges, nos dieron el Premio de la crítica y del público, esos dos juntos era rarísimo. Y encima, dirección y actriz. Pensábamos que estaban todos locos, pero claro, es normal, es Sitges, están todos locos. Pero cuando me nominaron al Goya por una película de terror... nadie nos lo creíamos, y mucho menos creía que pudiera ganarlo... imagina mi sorpresa. También era por eso, es una película de terror, ¡si nadie se lo toma en serio! Es decir, no piensas que estés haciendo La semilla del diablo o The Shining, ¿ves? Esta era una película totalmente loca que se les ocurrió a Jaume y a Paco, y ahora henos aquí, con cuatro películas, un seguimiento de culto y entonces piensas, quizá el género del terror merece más respeto del que tiene.