14 mar 2013

Rachel Weisz: “Fue liberador ser mala, muy mala”

Miguel Cane.



Poseedora de una serena belleza, radiante de carisma y natural elegancia, Rachel Weisz (Londres, 1971) ha tenido una carrera diversa y aclamada desde su primer filme, a las órdenes de Bernardo Bertolucci. Ello la ha llevado a trabajar con grandes cineastas, a destacar tanto en el cine comercial como en el independiente y a obtener un Oscar por su papel en El jardinero fiel, donde interpreta a una apasionada activista cuyo marido se propone descubrir la verdad tras su asesinato. Ahora en Oz, la precuela oficial dirigida por Sam Raimi del clásico El mago de Oz, Rachel se divierte con su interpretación de una de las figuras clásicas en la galería de villanos de la historia del cine: nada menos que la Bruja Mala del Oeste, uno de los personajes legendarios en la literatura infantil y el cine.



POR PRIMERA VEZ INTERPRETAS A UNA MUJER QUE ES MALA, MALA MALÍSIMA. ¿QUÉ TAL ÉSE CAMBIO DE TONO?
Creí que sería interesante interpretar a una mujer que no siente culpa alguna por cualquiera de sus acciones. Alguien que se divierte siendo mala y cuanto peor es..., más se divierte. ¡Y yo también me divertí mucho! Aunque claro, solo es actuación. Pero qué puedo decirte, siempre es seductor hacer un personaje así y nunca me lo habían ofrecido. Cuando llegó, pensé “no es en serio” pero lo era, y Sam hizo un gran trabajo al dirigirnos, nos dio una enorme libertad y me decía “más mala, más cruel, vamos, ¡puedes ser más mala!”, y sí, fue liberador.



¿CATÁRTICO INCLUSO?
¿Por qué no? No lo había visto de esa forma, pero sí, un poquito. Haces y dices cosas que nunca se te hubiera ocurrido hacer o decir en la vida real. Es parte del trabajo y es algo bueno.

ES PARTE DE LA VOCACIÓN, ¿NO ES ASÍ?
Sí, aunque tardé mucho en descubrirla. Recuerdo que en primaria hicimos Alicia en el País de las Maravillas y yo era el pájaro Dodo. Siempre tenía papeles pequeños. Yo quería ser científica, me encantaban la biología y las ciencias naturales; no fue sino hasta después, en la universidad, que decidí hacer esto y me metí en una compañía de teatro. Ahí todo cambió.



EVIDENTEMENTE ESTABAS FAMILIARIZADA CON EL MATERIAL..
Sí, sí, claro, El mago de Oz, la original de 1939, me encanta. Es una de mis películas favoritas. Es la primera película que recuerdo haber visto de niña, como a los cinco años. ¡Pero nunca he leído los libros de Baum! Sé que James Franco creció leyéndolos, pero en mi estantería estaban los libros de Narnia y Alicia en el País de las Maravillas. Supongo que es algo más de la infancia estadunidense y no de la inglesa. Cuando estaba preparando el papel, leí los libros. No sabía que era una serie tan larga y tan diversa. Muchos pensamos que solo es la historia de Dorothy y el camino amarillo, pero hay mucho, mucho más, muchos matices y eso es lo que Sam quiso abordar. Es un mundo fascinante, y claro, ahora los libros son parte de la biblioteca de mi hijo, que los leerá en el futuro.

ENTRE LAS VERTIENTES DEL CINE INDEPENDIENTE Y EL COMERCIAL, ¿CUÁL ES LA QUE PREFIERES?
Mi corazón es más independiente, pero me gusta hacer cosas relacionadas con la fantasía. Por eso hice filmes como Constantine, ¿lo recuerdas? Aunque siendo honesta, yo no soy una esnob, me gustan las historias oscuras y complicadas, aunque a veces quiero ir a ver cosas como Los vengadores, con un bote grande de palomitas. Hacer Oz fue muy divertido, como una especie de alivio. Ahora bien, podría ganarme la vida en películas independientes, pero para que tu nombre pueda ayudar a que las películas independientes consigan dinero, es importante que hagas otras cosas que garanticen taquilla, ¿me explico? Sin embargo, no había hecho películas de estudio durante los últimos seis o siete años, hasta que rodé Oz y El legado de Bourne.

HABLANDO DE CINE INDEPENDIENTE, UNO DE TUS MEJORES TRABAJOS RECIENTES FUE EN THE DEEP BLUE SEA, QUE NO TUVO EXHIBICIÓN COMERCIAL, SI BIEN MUCHOS CRÍTICOS CREYERON QUE MERECÍAS UNA NOMINACIÓN AL OSCAR. ¿DIRÍAS QUE ES UN FILME INFRAVALORADO?
Infravalorado no, porque siempre encuentro a gente que me dice cosas preciosas sobre ella, como ahora. No es una película comercial, y lo supe desde que acepté rodarla. Es un reto para el espectador, pero me encanta cuando una historia encuentra un pequeño grupo de gente que la comparte casi en secreto, eso es maravilloso. Estoy muy orgullosa de la película y del trabajo de Terence Davies, la veo como una pequeña joya. Creo que pasará el tiempo, que la gente la verá en DVD y la irán descubriendo poco a poco. Si adquiere un “culto”, a mí me parece bien. Es una de las películas que más feliz me ha hecho rodar y que tenga una vida más allá de las salas es ya de por sí un éxito.

EN 2010 HICISTE TU DEBUT DETRÁS DE LAS CÁMARAS CON UN CORTOMETRAJE, ¿HAS PENSADO EN HACER UN LARGO?
Estoy pensando en escribir algo, una película en la que yo misma tendría un papel, aunque no necesariamente la protagonista. Quiero escribirla con una de mis mejores amigas, estuvimos juntas en aquella compañía de teatro de la universidad. Todavía tengo que pensar si quiero dirigirla, no estoy segura. Mi amiga y yo hemos estado pensando en ello durante años, porque mi amiga trabaja en el cine, y luego tenemos otra amiga experta en financiación. Las tres cenamos hace poco y decidimos crear una productora. Creo que nunca nos habíamos considerado suficientemente maduras como para hacerlo, pero... ¡soy una mujer de 42 años! ¿Por qué no?

¡A TI NO TE DIO LA CRISIS DE LOS 40!
No, para nada. De hecho fue un año maravilloso, rodé The Deep Blue Sea y me casé, ¡fue un año bastante bueno! (risas).

ERES UNA ACTRIZ RECONOCIDA; SIN EMBARGO, NO HAS TENIDO QUE CARGAR CON EL PESO DE LA FAMA.
He tenido suerte, supongo. Verás, por lo general no se me acerca mucha gente, porque no me pongo maquillaje y cuando ando en la calle voy de jeans y cola de caballo. A veces alguien se acerca y me dice que le gusta mi trabajo, ¡y eso es muy agradable! Eso siempre lo agradezco, porque sin el público no tendría carrera. La verdad es que no me siento acosada, no al nivel que a veces alcanza mi marido (Daniel Craig). No leo las revistas ni lo que se escribe de mí en internet. Me he impuesto tolerancia cero con las búsquedas en la Red. Tampoco voy a eventos ni fiestas, soy bastante aburrida, soy una madre casada, ¡no hago nada interesante! (risas).

¿TE MANTIENES AL MARGEN DE LAS REDES SOCIALES? EN ESTA ÉPOCA ES ALGO SORPRENDENTE...
Pues sí. Mira, creo que es extraordinario que la gente pueda organizar una revolución en Egipto gracias a ellas. Yo nunca he tuiteado, y no necesito mantenerme en contacto con la gente más allá del teléfono o del correo electrónico. Personalmente no entiendo para qué sirve tuitear o usar Facebook. Me encanta mi privacidad. Y creo que los restaurantes deberían imponer una prohibición sobre los iPhone, deberíamos dejar los teléfonos en la puerta y hablar unos con otros, mirarnos a los ojos, como ahora tú y yo. ¿Ves? Ahí está una idea millonaria (risas): ¡voy a crear un imperio de restaurantes sin teléfonos! ¿Verdad que sería maravilloso?



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