25 ago 2012

El legado de Bourne / The Bourne legacy, de Tony Gilroy

Claudi Etcheverry



Las diferentes agencias en las altas esferas de la inteligencia y el espionaje americanos no van en una única dirección, no son ni mucho menos transparentes, ni todas tienen los sentimientos patrióticos asociados a unos mismos objetivos. Cruce de intereses, superposición de cometidos o antagonismos más o menos visibles entre todas ellas trazan una trama siniestra en la que los agentes a veces se transforman en piezas de recambio sin la menor consideración moral, todo a oscuras y de espaldas a los contribuyentes a cuya fidelidad dicen deberse los políticos mientras borran con el codo lo que firman con la mano en las campañas políticas. Si Estados Unidos tiene todo un país en el cielo por la cantidad de aviones que están en el aire en cada momento, tiene todo otro país subterráneo y secreto al margen de la opinión pública y que esta cinta trata de mostrar sin ninguna convicción. En esa vorágine de detección, delación y señales de alarma, no todos ocupan un mismo nivel de seguridad, ni conocen qué piensan hacer con ellos sin que los participantes sepan a ciencia cierta qué papel tienen en la organización. Actúan a ciegas cumpliendo órdenes, mientras desconocen incluso con quiénes trabajan. Parece que para mantener las agencias de inteligencia, no hay nada mejor que contar con espías que actúen como idiotas y cobren como genios hasta que sus superiores sospechen que piensan y entonces los tiren de un tren en marcha con documentos falsos que hagan imposible reconocer el cadáver. Es cuando se envía una bandera a la viuda y se los rotula como héroes.



Pero dos agentes llegan a despertar y se dan cuenta del riesgo de muerte o de supresión como factores de la trama –la científica Martha Shearing en una excelente Rachel Weisz, y el agente Aaron Cross en un convincente Jeremy Renner– y juntos inician una huida inverosímil pero entretenida. El director Tony Gilroy ha entendido que Bourne es una marca y que ser fiel a la franquicia supone incluir algunas concesiones. Que Bourne es una marca se ratifica con el dato de que para mantener el ligamen con las anteriores cintas de esta serie, presentar la foto del otro Bourne previo –Matt Damon– supuso a la productora desembolsar 115.000 dólares por derechos de imagen al actor. Pero parece que era necesario que este capítulo recogiera algunos de los mojones que plantaron las anteriores para seguir tejiendo desenlaces.



Para continuar con la marca, se cumplen tres premisas claras, y se cumplen bien: buenos actores, buen rodaje... y una persecución interminable. Lo que en la anterior se llevó por París con un Mini de los viejos que te cortaba el hipo, en ésta es una moto relativamente pequeña en una ciudad que de por sí es un riesgo por lo imprevisible de su tránsito (Manila). Cómo hace Bourne-Cross para escabullirse entre balaceras y misiles es más que inverosímil, pero uno sabe que Bourne, es Bourne... No tiene la solera de 007 ni su British humour, ni la fuerza bruta de la cara de pómez de Jason Statham en Transporter, pero las Bourne anteriores ya algo suenan y al menos uno se imagina a lo que va al cine.



Lo que enfada no es a lo que va, sino precisamente lo que viene, porque si bien esta película no es demasiado subsidiaria de las anteriores más que en sus lineamientos generales y en la continuidad de su temática neo-ética en una administración sin escrúpulos, la cinta se queda colgada a la espera de la continuación de manera descarada. El legado de Bourne queda directamente sin resolver, y propone un final tan diet que uno duda de si efectivamente se ha acabado o si el operador se ha quedado dormido y ha desparramado café sobre el proyector. Si a esta entrega la hubieran llamado “Primera parte”, al menos tendríamos el gusanillo de ver qué ha pasado con los dos héroes en la siguiente. Pero no: ni “Primera parte”, ni “To be continued...”

No cuento el final, porque en definitiva, no es una mala película. Pero que no tenga final, molesta, de modo que sepan los incautos que habrá otra de Bourne que resuelva ésta. O no, quién sabe...

Quien avisa, no es traidor. Yo, de puro rabietas, no pienso dar ni un paso para ver la siguiente. Ahí se quedan.

El legado de Bourne / The Bourne legacy.
EUA, 2012
Director: Tony Gilroy.
on Jeremy Renner, Rachel Weisz, Edward Norton.

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© 2012 Claudi Etcheverry, Sant Cugat del Vallès, Catalunya, Espanya-España.



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