27 ago 2011

Amor llama dos veces, El / Larry Crowne, de Tom Hanks

El mínimo esfuerzo

Miguel Cane




Tuvieron que pasar 15 años, para que Tom Hanks regresara detrás de las cámaras después de su debut con la ligera, amena y pop-nostálgica Eso que tú haces, que gustó bastante, estaba bien realizada y en la que Hanks, director y guionista, tomaba un lugar secundario como actor, conteniéndose, para contar una buena historia. En su retorno a la silla de director, El amor llama dos veces, Hanks tiene que lidiar con otro tipo de concepto: un guión blandengue, complaciente y de segunda, a cargo de (¡sorpresa!) Hanks y Nia Vardalos (que después de la Boda Griega no ha vuelto a dar pie con bola) y una estrella que pesa demasiado para una película tan inferior: él mismo.





La trama, en sí, es un cliché. Amable, pero no por ello, menos cliché. Larry Crowne (Hanks) es un líder de primera en una gran compañía, donde trabajó desde que salió de la marina, que de pronto se queda sin empleo. Con una hipoteca disparatada, por una vivienda devaluada, y sin saber qué hacer con tantos días libres, de repente, Larry sigue los consejos de sus amigos y se inscribe en una universidad local para volver a empezar.



Ahí, Larry, como “pez-fuera-del-agua”, se junta con unos jóvenes que andan en motonetas que le pintan a Larry un futuro muy diferente al que se imaginaba y aprende a ser amigo de una generación que no conocía, bien buena onda. Como es natural en este tipo de cintas, Larry empieza a sentirse atraído por su guapa profesora, Mercedes (Julia Roberts), que ha perdido toda la pasión, tanto por la enseñanza como por el baquetón de su marido, Dean (Bryan Cranston, de Breaking Bad). Mercedes no puede negar que los cambios en Larry son una inspiración, ni tampoco su creciente atracción por su alumno madurito. El resto, no tiene sorpresas y usted lo puede adivinar sin necesidad de gastarse su dinero, que tanto cuesta ganar, en ver esta cosa condescendiente y anodina.




La química entre Hanks y Roberts es vaga, por no decir casi nula –si ni el mismísimo Mike Nichols logró encontrarla en Charlie Wilson's War, hace unos años-- y la película obviamente lo resiente. Usted ya vio esta película antes, con otros personajes pero una misma trama y el mismo “mensaje positivo” metido con calzador.

Si fue un fracaso en su país de origen (y no le demos vueltas: fue un fracaso, Harry Potter la hizo polvo), obedece al hecho de que pese a sus monas intenciones y realización competente, es una mala película. No es mi intención, por supuesto, que usted prejuzgue ni tampoco decirle que no la vea (el crítico de cine no es madre del espectador, ni mucho menos), simplemente cumple uno con la función de informar a usted que está ante un producto que, pese a estar bien hecho, no es un satisfactor. Acceda a la sala, bajo su propia cuenta y riesgo. Es una pena que a estas alturas del partido, Hanks, la Roberts y Cranston (que es un actor enorme) tengan que hacer esto para estar vigentes y cobrar un cheque.

El amor llama dos veces/Larry Crowne
Con Tom Hanks, Julia Roberts, Taraji Henson, Wilmer Valderrama y Bryan Cranston.
Dirige: Tom Hanks
EU 2011


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25 ago 2011

Rachel Weisz cuenta la verdad

Ganadora de un Oscar, estrella por mérito propio, esta belleza inglesa protagoniza Secretos Peligrosos.

Miguel Cane


Rachel Weisz in Universal Pictures' Definitely, Maybe


De serena belleza elegancia natural y larga cabellera oscura, Rachel Weisz (Londres, 1970), ha tenido una carrera diversa, y aclamada que incluye trabajar con grandes cineastas como Bernardo Bertolucci y un muy merecido Oscar por su papel en El Jardinero Fiel, donde interpretó a una apasionada activista cuyo marido se propone descubrir la verdad tras su asesinato. Ahora, en Secretos Peligrosos, dirigida por Larysa Kondracki, se mete en la piel de un personaje real: Kathy Bolkovac, una agente de policía de Nebraska, que en el 2000 viajó como voluntaria a Bosnia en una misión de paz y descubrió par su horror, cómo responsables de la ONU y otras ONGs se confabulaban con grupos de mafia para agilizar el tráfico humano con jovencitas. El caso llegó a titulares internacionales, sobre todo porque al descubrir esta red de corrupción, Bolkovac puso en riesgo su vida.


Rachel Weisz in Warner Bros. Pictures' Fred Claus


Este es un proyecto personal que has ido preparando desde 2006, ¿por qué ha tardado cinco años en llegar a los cines?
Cuando leí el guión yo estaba embarazada y pensé que era un trabajo de escritura increíble y un gran guión y una historia muy importante, pero creo que porque estaba embarazada era un poco angustioso para mí enfrentarme con él en ese momento. Pero nunca lo olvidé. Me persiguió por años.


Rachel Weisz in Focus Features' The Constant Gardener


¿Qué te cautivó de la historia?
El que forma parte de uno de mis géneros cinematográficos favoritos, una especie de thriller que es una historia de David y Goliat sobre una mujer normal que hace cosas extraordinarias, como en Erin Brockovich. Son madres que hacen sus trabajos y se encuentran con una injusticia y simplemente la persiguen. Se vuelven imparables y no se dan cuenta de que están haciendo algo heroico. En El Jardinero Fiel era Tessa, una mujer de alta sociedad con ideas progresistas, que es muy compasiva y alborotadora y Kathy no es así en absoluto. Ella es policía, es de clase obrera, es menos sofisticada que Tessa. Literalmente sólo estaba haciendo su trabajo. No estaba allí para causar problemas. Quería ayudar a la gente. Tenías ideas realistas que encarna la ONU y no puede evitar hacer lo que hace, porque para ella es lo correcto. Me inspiran enormemente las historias como la de Kathy, no porque la quiera emular, no tengo nada que ver con ella y si estuviera en su situación me hubiera ido a casa sin hacer nada. Estaría demasiado asustada. No llevo eso en mi naturaleza. No soy tan valiente como ella, o como en su momento lo fue Tessa, que estaba inspirada en la activista Yvette Pierpaoli, que también fue asesinada.


Rachel Weisz as Rachel in Universal's About A Boy


¿Qué es mejor, o diferente, sobre trabajar en una película más pequeña y de bajo presupuesto, como esta, a diferencia de una superproducción?
Son muchas cosas. Por ejemplo, la cantidad de escenas que teníamos que rodar al día era muy, muy grande, nadie estaba allí para hacer dinero, todo el mundo allí era realmente apasionado. Y muchas veces teníamos que ingeniarnoslas para hacer ciertas cosas con menos recursos. Pero también le pones más corazón a lo que haces. Por otra parte, tuve la suerte de poder trabajar con grandes actores como David Strathairn y Vanessa Redgrave, que son enormes maestros y muy generosos. Entonces los puedes ver trabajar más de cerca y aprender de ellos. En una película independiente hay más cercanía. En los estudios, todo es más controlado, menos espontáneo.

Las películas con un gran presupuesto atraen la fama y tú eres una celebridad. ¿Te molestan las invasiones a la privacidad, especialmente ahora?
Realmente soy afortunada, ¿sabes? No tengo ninguna invasión de privacidad. Sí, claro, me sacan fotos en el aeropuerto, porque ahí es donde están los paparazzi, en alfombras rojas y aeropuertos. Pero el resto del tiempo, me dejan en paz. Voy por todas partes de lo más despreocupada. Llevo una vida normal.


Rachel Weisz at the LA premiere of Lions Gate's Confidence


Te casaste hace poco con Daniel Craig. ¿Es más fácil convivir con alguien que tiene el mismo ritmo de vida y actividades que tú?
Supongo que sí, aunque es un elemento completamente aleatorio. Tanto él como yo veníamos de relaciones largas con personas que se dedican a hacer cine. Pero creo que lo importante es la comunicación, la empatía, el amor. Esos elementos son claves para todo tipo de convivencia. Tengo una buena relación con el padre de mi hijo (el cineasta Darren Aronofsky) porque terminamos en buenos términos. Con Daniel hay una relación completamente distinta. Es una cuestión de acoplarse, no sé cómo podría explicártelo, pero me entenderán. De hecho, la fórmula es bastante sencilla: es solo cosa de amar estar con quien estás.

Recuadro:
OTROS “CHIVATOS”


En Secretos Peligrosos, la cineasta Larysa Kondracki relata el caso de Kathy Bolkovac, una oficial de policía que expuso una red de corrupción que llegó a los más altos niveles de la ONU. Pero este no es el único caso de cintas que cuentan historias de personas valientes que rompen el silencio para denunciar diversos peligros, arriesgando sus vidas.

*Serpico (Sidney Lumet, 1973)
Al Pacino está increíble como el oficial Frank Serpico, quien en los años 60 y 70 denunció corrupción entre sus compañeros de la policía de Nueva York. Sus denuncias no solo le costaron el ostracismo de sus compañeros, sino que también pusieron en peligro su vida. Serpico aún vive y sigue siendo considerado una figura muy importante en la lucha por erradicar la corrupción de los cuerpos policiacos en la urbe más agitada del mundo.

*Silkwood (Mike Nichols, 1984)
Meryl Streep obtuvo su cuarta nominación al Oscar por su interpretación de Karen Silkwood, una humilde madre soltera, que trabaja en una planta que fabrica cartuchos de plutonio para una planta nuclear. Cuando descubre que hay corrupción corporativa en la planta, decide hablar con los medios, aún cuando hay quienes ponen un precio a su vida. El caso real concluyó en 1974, cuando Karen murió en un misterioso “accidente”.

*Marie (Roger Donaldson, 1985)
Sissy Spacek fue aclamada por la critica por su interpretación de Marie Ragghianti, una madre de familia que en 1977 fue destituida de su puesto en la mesa directiva de libertad bajo palabra del tribunal de Tennessee, al llevar a cabo una investigación que implicaba corruptelas en el sistema penal. Marie fue difamada por los medios locales, pero llevó su querella civil ante la suprema corte y logró mandar a la cárcel a varios importantes miembros del ministerio de justicia de su estado.

*El Informante (Michael Mann, 1999)
Russell Crowe causó furor al transformarse en Jeffrey Wigman, ejecutivo de una compañia tabacalera que, al sufrir una crisis de consciencia, decide hablar con el programa 60 minutos (cuyo productor es interpretado precisamente por Al Pacino), para hacer revelaciones que afectarían para siempre a la industria y la percepción pública de sus productos, aún si el precio que tiene que pagar puede ser demasiado alto. La actuación de Crowe es tan sensacional, que hay quienes afirman que el premio Oscar que recibió en 2001 por Gladiador, en realidad se lo merecía por esta memorable cinta.


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21 ago 2011

Secretos peligrosos / The Whistleblower, de Larysa Kondracki

La mujer que sabía demasiado

Miguel Cane




La cineasta debutante Larysa Kondracki fue la elegida por Rachel Weisz para dirigir Secretos peligrosos (The Whistleblower), interesante melodrama de carácter político, ostensiblemente basado en el caso real de Kathryn Bolkovac, una policia del estado de Nebraska, que fue contratada por la reconocida compañía militar privada, DynCorp, para investigar una serie de irregularidades ocurridas durante la época de la postguerra en Bosnia.





A su llegada a la localidad, Bolkovoc descubre que una considerable cantidad de oficiales de la ONU y la misma compañía estaban implicados en el tráfico de jovencitas que fueron engañadas con trabajos falsos, la mayoría de ellas del este de Europa, y llevadas a la región como esclavas sexuales. Pero este descubrimiento lejos de llevar a la polícia a su cúspide como custodia de la ley y los derechos, le traería una serie de dificultades que incluyó la compra de testigos falsos para encubrir el hecho y enlodar su labor como investigadora.




Su lucha por revelar esta red de corrupción llegó a titulares internacionales y puso en riesgo su vida y eso es lo que la cinta va narrando, siguiendo la fórmula probada por Sidney Lumet en Serpico (1973) en la que Pacino se transformaba en Frank Serpico, agente de la policía de Nueva York que al ir ascendiendo a detective, descubría toda serie de corruptelas y las denunciaba, pagando por su honradez casi con su vida.

La Weisz está muy bien como Bolkovac, una mujer valerosa pero también humana, con defectos y con inseguridades, que le dan una dimensión al personaje (si hubiera sido una heroína de ficción, posiblemente el balance habría sido diferente) y la hacen empática al espectador. Y es importante que lo consiga, porque es en los hombros de la actriz donde recae el peso de la cinta y es algo muy delicado, puesto que podría caer en exageraciones y Weisz siempre mantiene su presencia e interpetación bajo control, muy al estilo de Meryl Streep en Silkwood (de Mike Nichols, que tenía una temática similar). Un reparto internacional acompaña a Weisz: Monica Belluci (totalmente desprovista de su aura sexy como una burócrata oficiosa y odiosa), David Strathairn y la monumental Vanessa Redgrave como Madeleine Reece, el principal soporte de Bolkovac.

La cinta es ágil e inteligente. Se deja ver muy bien, y es un trabajo que invita a enterarse más acerca de la horripilante realidad del tráfico de personas. Su realización es aceptable y funciona, si bien, en manos de un director más avezado, hubiera fluido mejor (uno se pregunta qué habría hecho Paul Greengrass, por ejemplo), pero cumple bien su cometido y deja perfilar una actuación excelente por parte de la Weisz, que es una de las mejores actrices de su generación, en activo hoy en dia.

Secretos peligrosos/The Whistleblower
Con Rachel Weisz, Vanessa Redgrave, David Strathairn y Monica Belluci
Dirige: Larysa Kondracki
Canadá/Reino Unido/Alemania 2010

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13 ago 2011

Llave de Sarah, La / Sarah's Key / Elle s'appelait Sarah, film de Gilles Paquet-Brenner

Sombras del pasado

Miguel Cane









Estadounidense avecindada en París, la periodista Julia Jormond (una espectacular Kristin Scott Thomas) se propone escribir acerca de los sucesos que en julio de 1942 llevaron al gobierno colaboracionsta francés a encerrar a miles de judíos en el Velódromo de Invierno para su posterior deportación, y al resto del pueblo a apartar la mirada. Sesenta años después del holocausto, Julia quiere mantener vivo ese recuerdo a través de la historia de Sarah Starzynski, una niña que llevó consigo una historia trágica: la de la promesa que hizo a su hermano menor, que a su vez implica una tragedia impactante.




Adaptando la novela de Tatiana de Rosnay, Gilles Paquet-Brenner traza una parábola sobre la pérdida de la inocencia en la que una niña se convierte en metáfora de una Europa que de repente debe pasar a la edad adulta vía trauma y que sólo puede tener un destino último al contemplar el horror del que son capaces las personas. Y habla de los temas que siempre han rodeado y siempre rodearán tan trágicos hechos: el remordimiento y la culpa de los responsables de la atrocidad. Lo curioso en La llave de Sarah es que ese remordimiento y culpa terminan manifestándose más en la experiencia de quien no es responsable directo (la propia Julia) que de las propias autoridades del régimen de Vichy.




Por eso es quizá más interesante el vínculo invisible que surge entre Julia y Sarah que la propia contextualización histórica: ambas mujeres están imbuidas por un fuerte sentido de la responsabilidad hacia una "causa perdida". Sarah no cesará de intentar cumplir su promesa a su hermano; Julia no descansará hasta que no reconstruya y explique toda la historia de Sarah. Y ello se convertirá en una cruzada de la periodista en pos de la verdad que la llevará casi quijotescamente a perseguir el matiz histórico ya sea París, Nueva York o Florencia. Porque para Julia se trata de rescatar del olvido aquello que se conoce como la Memoria Histórica.

Sin embargo, aunque la trama es estupenda, el resultado no llega a ponerse a la altura de esas buenas intenciones. La película parece un remedo de algunos de los últimos éxitos del drama con ojo puesto en el Holocausto (La decisión de Sofía, La vida es bella, El Pianista, El lector), solo que Paquet-Brenner prefiere jugar la carta del melodrama en algunas ocasiones, lo que termina por deslucir un conjunto que, parece, buscaba la desnudez honesta de las emociones. Afortunadamente en muchas escenas encuentra un sabio equilibrio entre el drama desgarrado y la sensibilidad delicada, si bien las dos historias paralelas no terminan de embonar y el conflicto sentimental de Julia, con un marido de por medio y un bebé por nacer queda desdibujado, poco desarrollado y, por ello, frustrante.

Tanto Kristin Scott Thomas (Julia) como Mélusine Mayance (Sarah) hacen un trabajo espléndido porque han sabido captar la esencia de ambos personajes. La primera es una mujer madura que tiene que hacer frente a una gran carga emocional que le llevará a cambiar su vida, y Kristin expresa muy bien esa lucha interior. Por otro lado Sarah es una chica que lucha para sobrevivir y Mélusine sabe interpretar ese aspecto.

Esta es una película sencilla y emotiva, sin grandes pretensiones, que muestra al espectador una de las muchas historias, horribles, que dejó el nazismo, aunque pudo haber llegado mucho más lejos, pero no se atreve a saltar al vacío. Y eso es una pena porque habría funcionado muy bien.

La llave de Sarah/Sarah's Key/Elle s'appelait Sarah
Con Kristin Scott Thomas, Michel Duchaussoy, Niels Arestrup y Mélusine Mayance
Dirige: Gilles Paquet-Brenner
Francia/Reino Unido/Italia 2010

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Kristin Scott Thomas: primera actriz

Protagonista de numerosos filmes aclamados por la crítica, regresa con un éxito sorpresa del verano La llave de Sarah, que ha sido una sensación en Europa.

Miguel Cane




En el filme La llave de Sarah, basado en la exitosa novela de Tatiana de Rosnay, que tomó por sorpresa las listas de los libros más vendidos en Francia en 2008, y dirigido por Giles Paquet-Brenner, la elegante Kristin Scott Thomas (Cornwall, 1960) tiene uno de los mejores papeles de su carrera, que incluye filmes como El paciente inglés, Luna amarga y Hace mucho tiempo que te quiero: ahora interpreta a a Julia Jarmond, una periodista que poco a poco descubre que su hogar está intrínsecamente relacionado con la tragedia de una familia judía francesa durante el Holocausto. Tanto el libro como la cinta han recibido muy buena crítica y la actriz, que desde 1986 reside en Francia, ha recibido una nueva nominación al premio César (es la tercera vez).


Kristin Scott Thomas Cannes Film Festival 5/21/2003 Photo: Tony Barson, Wireimage.com


¿Qué te hizo querer formar parte de esta historia?
Conocí a Giles en Nueva York, cuando yo actuaba en una obra de teatro, la noche en que Obama ganó las elecciones presidenciales. Había leído el guión y lo encontré increíblemente interesante, porque aborda el complicado tema de cómo vivir con el pasado y seguir adelante con nuestras vidas, con la memoria llena de dolorosas historias que nos provocan culpabilidad y vergüenza. Son cuestiones que mucha gente ha llevado dentro durante muchos años. También me gustó el hecho de que trate sobre la redada de judíos de 1942 en París, que es algo casi tabú, pero desde un punto de vista diferente, fijándose en la consciencia moderna de una tragedia que la mayoría ha olvidado. En aquel momento Francia se dividía entre los héroes y colaboradores por un lado, y la inmensa mayoría que sólo quería salvarse, por el otro. Es bueno y liberador poder tratar estos temas.


Kristin Scott Thomas in Sony Pictures Classics' The Valet


¿Cómo se prepararon tú y el director para la película?
No nos vimos mucho antes del rodaje, porque yo estaba ocupada con la temporada en Broadway. Fue justo antes de empezar, que Giles me enseñó las escenas de 1942 que se acababan de rodar y eso me ayudó mucho. En el rodaje, lo que más me sorprendió fue su actitud frente a los problemas. Cuanto más difíciles se ponían las cosas, más claras y precisas eran sus indicaciones y decisiones. Eso nos daba mucha tranquilidad.


Kristin Scott Thomas Cannes Film Festival 5/21/2003 Photo: Tony Barson, Wireimage.com


¿Fue complicado entrar en el personaje de una periodista estadounidense casada con un francés que hace un reportaje sobre la conmemoración de la redada?
No mucho, porque mi personaje es muy cercano a mí, socialmente. Tengo muchos amigos periodistas, como Julia. Yo podría ser ella perfectamente, por lo que me fue muy fácil identificarme con su vida. Además, leí la novela antes de rodar y me ayudó a concretar aun más el personaje. Pero es importante entender que el personaje del libro no es el mismo que el de la película.




¿Fue emocionalmente duro tener que rodar escenas en el museo de conmemoración del Holocausto?
Mi suegra ha participado activamente en acciones para que esta tragedia no se olvide jamás. Formó parte de un comité que luchaba por colocar placas en las escuelas con los nombres de los niños judíos deportados y asesinados. Cuando las ves, o cuando entras en el Museo del Holocausto, y te enfrentas cara a cara con todos estos recuerdos, tu percepción de las cosas cambia. Como dice mi personaje en la película, cuando profundizas en el tema, te das cuenta de que es muy fácil imaginarse la importancia de ver como se llevaban a estos niños sin que pudieras protegerlos. Mi reacción al monumento al holocausto fue muy intensa, la misma que habría tenido mi madre, o, supongo yo, cualquiera.

Tu interpretación en toda la cinta es muy reservada y contenida. ¿Se buscó deliberadamente el alejarse del sentimentalismo para lograr un mejor efecto?
Dios, sí. Verás, teníamos que evitar esta trampa a toda costa. Nada de melodramas. El objetivo de la película es demostrar que la vida sigue y que el ser humano tiene esta capacidad de recuperarse ante la peor de las tragedias. Incluso después de todo lo que sufre, Sarah deja atrás a sus propios hijos. Era importante no centrar toda la atención en emociones inútiles, incluso si a mí, personalmente, me afectara profundamente. Mi personaje debe superar sus emociones. No hay que olvidar que Julia es una periodista de investigación que tiene en cuenta los hechos desde un punto de vista profesional. No empieza a sentirse afectada hasta que su investigación la lleva hacia Sarah y su historia. Y luego se da cuenta de que, tras haber perdido toda esperanza, está embarazada, pero su marido le pide que aborte. Todos estos elementos minan su personalidad y hacen que se sienta más vulnerable, pero mi interpretación no podía ser muy exagerada, porque la parte de la película que transcurre en 1942 ya es bastante sobrecogedora, y habría sido contraproducente exagerar las emociones en la parte moderna de la historia. De hecho, la comparación de las dos épocas nos demuestra que aunque las personas lograron superar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, Julia siente que su mundo se derrumba cuando intenta hacer frente a situaciones mucho más simples en el siglo XXI.

Hay una conmovedora escena con el personaje de Aidan Quinn ¿que es lo que más te gusta de el como actor?
Su sencillez. Como aficionada al cine he sido fan suya desde hace ya muchos, muchos años, y fue una sorpresa ver lo profesional que es y lo poco estrella de Hollywood que es. Fue una maravilla trabajar con el, porque todo fue muy natural, igual que con Frédéric Pierrot, que interpreta al marido de Julia. De hecho fui yo quien le sugirió para el papel. Tiene un gran talento y es fascinante ver con qué facilidad se mete en un personaje tan complejo y multifacético: padre de familia, hijo enredado en asuntos turbios del pasado, marido y empresario. Es un privilegio verlo crear un pesonaje.

¿Dirías que es difícil salir del personaje cuando acaba un rodaje?
No debería serlo. Por tu propia sanidad mental. El rodaje fue complicado porque, como ya he comentado, tuve que interpretar a esta mujer que se lo guarda todo dentro y vive con una terrible angustia emocional que no se permite revelar. Julia quiere desentrañar todo el misterio del pasado mientras una nueva vida se gesta en su interior. Es una contradicción muy compleja de interpretar y que requirió una gran concentración. Yo soy muy diferente. No soy afecta a guardarme las cosas. El estoicismo, en la vida real, no se me da. Soy muy afecta a la confrontación, a hablar las cosas hasta la última palabra. Créeme, eso me ha traído algunos problemillas desde que yo era una niña (se ríe). Julia, en cambio, aguanta, aguanta y aguanta un poco más... y a la larga eso te agota. En cuanto terminó el rodaje, me tomé unas vacaciones y me desconecté por completo de ella. Es un personaje bellísimo y muy satisfactorio, pero como todos los personajes así, lo mejor es dejarlos en el set y hacer otra cosa de inmediato.

¿Cómo te sentiste al ver la película ya terminada?
¡Me encantó! Durante el rodaje jamás tuve una idea completa de la fuerza de la película. Lo que no se veía en el guión, y lo que Giles logró a la perfección durante la fase de edición, fue la increíble mezcla entre presente y pasado. Giles consiguió enlazar de un modo muy bien definido los dos periodos, y por eso al final, como espectadores, estamos tan enganchados a la investigación de Julia como a la fuga de Sarah. Y esto tuvo que ser un reto. Y lo hizo además como un filme muy hermoso. Espero que el público aprecie ese trabajo y también que se lleven algo de la cinta con ellos al salir del cine.



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7 ago 2011

¡Me quiero volver chango!: Retorno al Planeta de los Simios

La saga más célebre de la ciencia-ficción resucita con el film más electrizante del verano 2011.

Miguel Cane




Cuando hace casi cincuenta años el escritor francés Pierre Boulle – célebre por El puente sobre el Río Kwai y su versión cinematográfica – publicó la novela El Planeta de los Simios, no imaginaba la repercusión que iba a tener. La novela trata acerca de una pareja que, durante un viaje de placer por el universo, encuentra una botella flotando en el espacio que contiene un mensaje: El escrito refiere la historia del astronauta que viaja a un planeta lejano donde encuentra a humanos salvajes y a simios civilizados, que hablan y visten igual que las personas de la Tierra en el siglo XX. Es capturado y enviado a instalaciones científicas donde es adoptado por una chimpancé llamada Zira quien, junto con su esposo Cornelius, le enseña el lenguaje de los simios y, tras pronunciar un discurso ante el Presidente de los Simios, le conceden la libertad. Sin embargo, el conservador grupo de los orangutanes, entre ellos, el doctor Zaius, desconfía de él y esto pone en marcha una pesadilla. Boulle pudo haber dudado respecto al atractivo que la historia podía tener para el cine, mas no así no Arthur P. Jacobs, un productor de Hollywood que compró los derechos e intentó vender el proyecto. Pero ningún estudio quería; esto era antes del fenómeno Star Wars, la ciencia-ficción no era considerado un género particularmente comercial. Sin embargo, tras conseguir el apoyo de Charlton Heston —entonces una de las estrellas de cine más famosas del mundo— la cinta encontró finalmente refugio en 20th Century Fox en 1967, bajo la protección de Richard D. Zanuck.




La película, rodada con un modesto presupuesto de 5,8 millones de dólares, logró una recaudación de 32,5 millones de dólares tras su estreno el 8 de febrero de 1968, así como unas impresionantes críticas. Dirigida por Franklin J. Schaffner y con guión del enorme Rod Serling, creador de Dimensión Desconocida, presentaba a George Taylor (Heston), un astronauta que, junto a sus dos compañeros supervivientes, llega a un mundo desconocido en 3978. Tiene un traumático encuentro con los mudos y salvajes humanos y los avanzados simios, establece una relación con una humana primitiva llamada Nova (Linda Harrison), se hace amigo de Zira (Kim Hunter) y Cornelius (Roddy McDowall), y provoca la ira del doctor Zaius (Maurice Evans). Al final, se introduce a caballo en la “Zona Prohibida” para descubrir, en uno de los finales más icónicos del cine; que este mundo “de locos” es realmente nuestro planeta en 2 mil años (los gritos de Heston son justificadamente memorables).

Las modificaciones con respecto al libro fueron un mérito de la propia película, y de hecho contribuyeron a mantener su vigencia a lo largo del tiempo; de todas las películas de la saga original es la que mejor resiste un nuevo análisis bajo criterios actuales. Mención especial merecen las increíbles prótesis y trabajo de maquillaje realizado por John Chambers. Las técnicas, indudablemente, han avanzado mucho desde que hizo su trabajo. Si lo comparamos con el maquillaje realizado por Rick Baker para el horrible remake dirigido por Tim Burton en 2001, son casi primitivas, sin embargo, no se requiere ningún esfuerzo para aceptar ese mundo y esos personajes simplemente como algo real.




Esto podría explicar la potente demanda de la película en las salas comerciales, pero no es suficiente para justificar la forma en que se conectó tan profundamente con el público, para crear la saga que apareció en los años siguientes. La primera secuela realizada por Ted Post Regreso al planeta de los simios, fue un éxito comercial (recaudando 19 millones de dólares en las taquillas de Estados Unidos en 1970), pero no fue ni de lejos tan apreciada por los críticos, con mucha razón (es horrorosa). Aún así, gustó al público, y meses después empezó el rodaje de la tercera cinta de la saga. Desde una perspectiva actual, esta sin lugar a dudas una franquicia extraña. Resultaba atractiva para los niños, pero también podía ser tenebrosa y violenta. La tercera cinta, Huida del planeta de los simios, de 1971, transporta a Zira y Cornelius hasta lo que era la época actual, revirtiendo de este modo la dinámica simio/humano e incorporando elementos no utilizados de la novela de Boulle (aunque invertidos). Por primera vez, los simios son héroes y los humanos villanos, pues estos, tras convertir en celebridades a los dos chimpancés parlantes, se vuelven en su contra cuando descubren que Zira está embarazada, sabiendo también de antemano que los descendientes de los chimpancés llegarán a dominar al hombre y, en su opinión, destruirán la Tierra. Al principio, el tono del filme es ligero, pero luego se vuelve más oscuro cuando son brutalmente asesinados y por primera vez se ofrecía al público un final abierto: se descubre que el hijo de Zira y Cornelius, Milo, fue cambiado secretamente por un chimpancé normal, y sobrevive al cuidado del propietario de un circo, Armando (el actor mexicano Ricardo Montalbán). Tras este punto de inflexión, Milo, que se autoadjudica el nuevo nombre de César, se convierte en el principal personaje. Su aventura es La rebelión del planeta de los simios, dirigida por J. Lee Thompson, la película es la más fuerte de las entregas de la saga ya que, en un futuro supuestamente fascista, los simios desarrollados son tratados como esclavos hasta que César encabeza una sangrienta revolución contra sus opresores humanos. La última entrega de la saga, La batalla por el planeta de los simios, de nuevo dirigida por Thompson resuelve las tramas y termina la saga con una nota de esperanza y reconciliación.




Ha tenido que pasar una década para olvidar el fracaso que representó la horrenda cinta de Burton – cuyo guión era atroz – para que los simios regresen a la pantalla con un concepto parcialmente nuevo, que pretende ser tanto un relanzamiento de la saga como una precuela de la película original. Ahora, en el germen del imperio de los simios no se descubre a través del viaje en el tiempo de Cornelius y Zira, es resultado de la experimentación científica ya que los simios son sujetos de ensayo para la cura de la enfermedad de Alzheimer. César regresa para conducir la revolución, si bien es cierto que con una nueva concepción del personaje, y ahora interpretado por Andy Serkis. Las técnicas de esta película implican el trabajo de la compañía de efectos visuales Weta Digital y el mismo tipo de sistema de captura de movimientos que esta empresa utilizó para Avatar, aunque esta vez en un entorno de actuación en directo. César y sus compañeros simios están creados digitalmente, son imágenes fotorrealistas de simios, representados únicamente en el principio de su acelerada evolución. Vivimos una época de mayores incertidumbres que cuando la película de Tim Burton fue producida y estrenada. Y el nuevo filme parece estar repleto de potenciales referentes políticos y éticos.

El director es Rupert Wyatt, y tiene una interesante visión sobre la popularidad de la saga, según la cual, su interés estaría a una escala más profunda. “Temáticamente El planeta de los simios era muy interesante y ambiciosa”, afirma, “contenía un conjunto de referencias sociales en niveles distintos. Pero lo que yo creo que realmente la ha convertido en un fenómeno tan grande y ha fascinado tanto al público es la idea general de que un primate es como nosotros, pero no es nosotros. No sé si es algo que en el fondo a todos, desde tiempos primitivos, en cierto modo nos desconcierta, pero cuando escuchamos hablar a un simio no es como cuando escuchamos a un tiburón, es una reacción totalmente distinta, y yo creo que ese es el motivo de que le fascine a la gente”.

Lo evidente es, que no importa cuánto tiempo pase, los simios seguirán fascinando al público de modo perenne y el éxito de taquilla que ha tenido, lo refrenda.

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Planeta De Los Simios: (R)evolución / Rise of the Planet of the Apes, de Rupert Wyatt

Alboroto de Primates

Miguel Cane







Han tenido que pasar diez años desde el fallido remake de Tim Burton al film original de 1968, pero una de las sagas más celebres de la ciencia ficción cinematográfica, está de vuelta, con las expectativas del cinéfilo medio más bajas que nunca, en manos del casi desconocido realizador británico Rupert Wyatt, quien, tal vez porque no tiene nada qué perder, hace un buen trabajo. El Planeta De Los Simios: (R)evolución (espantoso y estúpido título elegido por la 20th Century Fox Latinoamérica... ¿no habría sido mejor usar la versión española El Origen del Planeta de los Simios?) viene a ser básicamente una puesta al día del argumento de la cuarta entrega de la saga original, estrenada en 1972 bajo el nombre de La Rebelión De Los Simios. Es decir, asistiremos a la conversión de César, el primer mono con inteligencia humana, en el líder de una revolución en la que los primates acabarán con el reinado del hombre como especie hegemónica en el planeta Tierra.



Afortunadamente, Wyatt cuenta con un sólido guión para narrar acertadamente esta historia inspirada en parte por la novela de Pierre Boulle, que respeta el tono alegórico de la película dirigida por Franklin J. Schaffner, aunque a veces se echan en falta las fuertes dosis de nihilismo y sátira social que dominaban aquel film. Al mismo tiempo, la película recupera la atmósfera de sus numerosas secuelas setenteras. Por no hablar de las constantes referencias argumentales a otras conocidas películas de ciencia-ficción. En el eje central de la trama, tenemos a un singular familia formada por un correcto James Franco, un entrañable John Lithgow, y la estrella del film, el simio César, una criatura CGI modelada a partir de las expresiones y el lenguaje corporal de todo un experto en estas lides, el actor británico Andy Serkis (Gollum en El Señor de los Anillos y ahora en El Hobbit). En las relaciones entre estos tres personajes se encuentra el corazón emocional del relato, así como el origen de las motivaciones que hacen avanzar la acción. Todo este entramado de peripecias han sido creadas con mucha cariño y cuidado por parte de los autores, y que representan el motivo principal de la efectividad del film en su conjunto.



Por supuesto que también tenemos además unas criaturas digitales muy creibles como personajes, realizadas con el habitual buen hacer de WETA, la célebre empresa neozelandesa de FX. Las escenas de acción están resueltas con garra, aunque quizá se queden algo cortas para los derroches que estamos acostumbrados a ver en películas más recientes. Pero no olvidemos que este film costó 90 millones de dólares, algo menos de la mitad de lo que vienen costando muchos de los grandes ‘blockbusters’ de este verano que han sido espectaculares fracasos (como la infumable Linterna Verde). Aún así, el desenlace del film deja tan buen sabor de boca, que uno no puede sino esperar con interés las hipotéticas secuelas que profundicen en los conflictos planteados por la película.

En definitiva, la cinta, que tiene ritmo y logra erizar la piel del espectador, supone el regreso, no solo de la saga, sino también de la ciencia-ficción con algo de materia gris detrás, que ya creíamos perdida en las actuales superproducciones hollywoodenses que parecen diseñadas para el mínimo común denominador. Esperemos que la pereza y el mal recuerdo del bodrio aquél de Burton, no echen para atrás a los aficionados, y que la película obtenga un merecido éxito con el que se pueda dar luz verde a lo que podrían bien ser algunas prometedoras nuevas entregas de una saga que sigue gustando, pese a los años transcurridos desde su debut.

Rise of the Planet of the Apes/El Planeta De Los Simios: (R)evolución
Con James Franco, Brian Cox, Andy Serkis, Freida Pinto y John Lithgow
Dirige: Rupert Wyatt
Estados Unidos, 2011


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