25 jun 2011

Otro lado del corazón, El / Rabbit Hole, de John Cameron Mitchell

De entre las cenizas

Miguel Cane


Con el terrible título en español que le ha puesto su distribuidora (que la ha lanzado como un melodrama romántico, lo que definitivamente no es) de El otro lado del corazón, llega Rabbit hole el tercer largometraje del siempre interesante John Cameron Mitchell (Hedwig & The Angry Inch, Shortbus), que da muestras de una madurez lograda y una elegancia insólita en una historia desgarradora, tomada de la obra ganadora del premio Pulitzer adaptada por su autor, David Lindsay-Abaire.



Ocho meses después de la trágica muerte de su hijo Danny de cuatro años, Becca y Howie Corbett (Kidman y Eckhart, extraordinarios), un matrimonio convencional, de clase media, trata de sobrevivir a la brutal pérdida. Es tan difícil como tratar de respirar bajo el agua. Todo es irreal en la hermosa casa en la que eran felices. La terapia de grupo no funciona. Incluso tener sexo es un conflicto: Becca lo rechaza y sólo quiere borrar los recuerdos que Howie desea mantener intacto. La familia se reune en torno a ellos, aún sin saber cómo pueden ayudar a levantar los trozos. Las cosas cambian al aparecer en escena una mujer (Sandra Oh) que forma parte de la terapia de grupo y el joven (Miles Teller) responsable del accidente que mató al niño.

Una vez establecida la dinámica, Rabbit hole se revela como un retrato profundo y sentimental (pero no sensiblero) del cómo restaurarse tras una desgracia inesperada para volver a la estabilidad que se tenía; el film consigue zambullir al espectador en una entrega absoluta de pasión y sentimientos. La película tiene un buen planteamiento que crece con delicadeza durante el metraje. Es uno de los pocos filmes que permite que el espectador penetre y ahonde en las emociones de los protagonistas de una manera portentosa, y no solo a ellos sino al resto de personajes, que también transmiten ese sufrimiento al perder algo o alguien. Es notable en la forma de reflejar, con reverencia y fino detalle, los problemas y desvaríos del joven matrimonio y del cómo se enlazan estos a los parientes y la familia.

Kidman y Eckhart brindan actuaciones impecables y maduras, encarnando sus personajes de forma precisa y contundente. La Kidman con este drama vuelve a enamorar y ganarse la atención central del film, mientras Eckart consigue hacer su mejor trabajo desde la excelente Gracias por fumar, con una actuación sobria y altamente lucida. El resto del reparto cumple con creces (la enorme Dianne Wiest como la madre de Becca está espléndida y tiene unos monólogos preciosos y profundos). Añadido a este compendio está la banda sonora de Anton Sanko, que equilibra la cinta delicadamente.

El film es menor a otras cintas que se han construido o priorizado en la lucha sentimental de los personajes centrales como Revolutionary Road (que contaba con la pirotecnia actoral de Kate Winslet, en un estilo opuesto al más sosegado trabajo de Kidman aquí), pero sigue su ruta correctamente. Cinta madura, bellisima, finamente estructurada y de una pulcritud brillante, es un estreno valioso, que lamentablemente estará sepultado con la ubicuidad en salas de la cinebasura de los robots que se estrena coincidentalmente. Sin embargo, lo exhorto a que haga un esfuerzo y busque este filme. Se sentirá ampliamente compensado por ello.

El otro lado del corazón
Rabbit Hole
Con Nicole Kidman, Aaron Eckhart, Tammy Blanchard, Sandra Oh, John Tenney, Miles Teller y Dianne Wiest.
Dirige John Cameron Mitchell
Estados Unidos, 2010.



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18 jun 2011

Cars 2, de John Lasseter

Bólidos bonitos

Miguel Cane



Con la excelencia que los distingue, Pixar retorna este verano con Cars 2, la secuela a su cinta de éxito de 2006. Esta es la segunda ocasión en que el estudio de animación convierte un titulo en franquicia (después de Toy Story) y el resultado es, aunque de calidad, desigual comparado a los grandes éxitos que ha tenido el estudio, como las formidables Los Increíbles, Wall-E, Buscando a Nemo, Ratatouille y Up, todas ellas exquisitas y de excelente factura. Pero es natural, el cine es una industria, y el contrato de Pixar con Disney no los exime de ciertas exigencias y ésta es una de ellas. La cosa es hacer dinero, y lo hará a carretadas.






La trama, una presunta mezcla de las comedias de amigos (el buddy movie que tanto le gustaba a Billy Wilder en la última parte de su carrera, que ha degenerado en las patéticas cosas que ahora hacen los hermanos Farrelly o Adam Sandler), cintas de aventuras y de espionaje, no tiene la sofisticación y elegancia de otras cintas, aún si el responsable es John Lasseter, una de las grandes cabezas de Pixar. Hay personajes divertidos (como el villanazo Profesor Z, inspirado en los malos malosos de James Bond) pero todo se siente un poco blandengue, un poco cliché. Sin embargo, esto no es un obstáculo para cautivar la atención de los niños – tengo un sobrino de tres años que está obsesionado con Cars y ciertamente, para él esto es el gran evento del año – y ciertamente, el producto no es condescendiente para su público principal.



¿Qué pasa entonces? Que Pixar hace negocio, con una película bonita, que no está a la altura de sus cintas anteriores, pero que cumple, y que además ganará millones de dólares no sólo en taquilla, sino en merchandising: los juguetes, accesorios, prendas y más, que son lo que realmente genera ganancias para el estudio. ¿Es malo que un estudio de animación con el prestigio de Pixar haga una cinta específicamente con el propósito de ganar dinero? ¡No! -- Era algo inevitable y es acertado que Lasseter, el creador de la primera Cars, se haga cargo de ella, en vez de dejarlo en manos menos capacitadas.


Pixar ha establecido un récord con sus filmes animados, de excelencia y no lo rompe, pero este es un trabajo, aunque muy bueno y vistoso, menor. No es el inicio de un declive. Es sólo un compromiso con el mundo de los negocios y un capricho del público masivo. Pixar sigue adelante con otros proyectos – en el 2012 viene Brave, una cinta muy prometedora, y la primera incursión del estudio en el territorio de las princesas y los mitos que han hecho grande a Disney. La esperanza no se pierde. Cars 2 es un mero trámite comercial.

Cars 2
Dirige John Lasseter
Estados Unidos 2011


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Nicole Kidman en la espesura del dolor

Estrella arriesgada, mujer realizada. La actriz australiana regresa a las pantallas en El Otro lado del Corazón, una cinta desgarradora y memorable.

Miguel Cane




No es ajena a la crítica y el escrutinio – especialmente acerca aspectos de su vida personal y algunas de sus decisiones estéticas, lo cual resulta irrelevante a su carrera, -- sin embargo, concede, es parte del ser una figura pública y esta acostumbrada, ya que desde hace dos décadas, su nombre y su rostro aparecen consistentemente en los medios.




Aunque más allá de la notoriedad, en estos veinte años, Nicole Kidman (Honolulu, 1967) ha demostrado ser una de las actrices más osadas de su generación, que pasó de ser la esposa-accesorio de un ídolo de las masas a convertirse en figura por mérito propio; el camino no fue fácil, pero ha logrado reconocimiento con su participación en filmes poco convencionales como Las Horas, Eyes Wide Shut, Dogville, Todo por un sueño, Reencarnación o Fur, si bien esto ha resultado en que no tenga tanto éxito en el aspecto comercial de su carrera, cosa que no parece importarle; ha trabajado con grandes directores como Kubrick, Jane Campion y Lars Von Trier y eso parece haberle dado más satisfacción que el tener (o no) éxito en taquilla.




Por otra parte, parece haber conquistado su lucha por la intimidad y los últimos años los ha pasado tranquilamente, al lado de su segundo marido, el cantante country Keith Urban, y las hijas de ambos Sunday Rose y Faith Margaret (ésta última nacida en diciembre de 2010, gestada mediante una madre sustituta, si bien la niña es hija biológica de Kidman y Urban), en sus hogares en Nashville, Tennessee y Sydney, Australia.

Precisamente, afirma, el convertirse en madre – tiene también dos hijos adoptivos, Isabella y Conor, de su muy publicitado matrimonio anterior – lo que la sensibilizó a ciertos aspectos de la vida, que ahora aplica a su propia interpretación, como es en el caso del rol de Becca, una madre que pasa por la dolorosa y abrupta pérdida de un hijo en el filme independiente Rabbit Hole [estrenada en México con el título El otro lado del corazón], filme en el que comparte créditos con Dianne Wiest y Aaron Eckhart y es dirigida por John Cameron Mitchell (Hedwig & The Angry Inch, Shortbus), basado en una obra ganadora del premio Pulitzer




¿Sientes que este es uno de los personajes más difíciles que has encarnado?
¿Te parece? Yo no sé. En realidad no sabía hace dos años si iba a conseguir un papel realmente profundo o interesante de nuevo. De hecho pensé que lo mismo, ya no iba a llegar. Es algo que sólo me ha pasado muy pocas veces, con Las Horas y Reencarnación, o Dogville... papeles que te llevan a un sitio que sientes que es donde debes estar. Es frustrante para un actor saber que tienes mucho que dar y que no tienes la oportunidad, o simplemente que el papel no es lo complejo que debe ser. O porque no llega, porque el material no es el adecuado. Es muy difícil encontrar el personaje que realmente te haga sentir desafiado.




¿Cómo fue que encontraste este?
¡Buscando como loca! (risas). Hacerla no fue nada fácil, te hablo como productora: es una de esas películas que tratamos de financiar en medio del crash económico, por lo que decían que nadie quería ver una película como esa sobre una pareja que pierde a su hijo en un momento así. Teníamos un presupuesto inicial en ese momento y nos dimos cuenta de que era totalmente imposible sacarla adelante, pero acabamos por hacerlo con un cuarto de lo que nos hubiera gustado, lo que es bueno porque nos liberó de una gran cantidad de presiones. Los que pusieron el capital se quedaron satisfechos y nosotros también por poder hacer la película que queríamos. Tuvimos control creativo sobre la cinta.




¿Tú elegiste a John Cameron Mitchell como director?
Soy admiradora de su trabajo. Lo sugerí a los otros productores y siempre estuvo en la cabeza de mi lista. Creo que este es un trabajo de gran madurez para él. Es un director sensible, maravillosamente atento a los detalles. Muy especial. Trabajar con él fue un gusto.

¿Crees que una historia tan desagarradora afecta de alguna manera tu punto de vista de la vida, como madre?
Sin duda, el material me atrajo precisamente porque soy madre. Es extraño, pero como actores tenemos la tendencia a ir hacia lugares que son terroríficos para uno pero que te enriquecen, que merecen la pena. Creo que si la gente está viviendo una situación así, yo quiero pretender estar pasando por lo mismo, y si no lo puedo hacer de la forma más intensa posible, me frustro y siento que me estoy defraudando a mí misma. Pero claro que tuvo un efecto en mi vida. Especialmente porque cuando estábamos rodando, Sunday estaba recién nacida. Era muy pequeñita, muy vulnerable. No logré dormir demasiado bien durante el rodaje. De pronto, me sentía inquieta. Me desperté sollozando, con pánico, lo que es horrible y varias veces durante la noche. Me pasó como en tres ocasiones, que para mi es mucho en el plazo de seis semanas. Por suerte, Keith y la bebé estaban cerca de mí y eso siempre ayuda, especialmente con películas que son emocionalmente tan exigentes.




¿Dirías que el dolor, de alguna manera, es la manera de conseguir hacer un buen papel?
En este caso, sí, creo que sí. Entiendo muy bien a Becca. Conozco la mayor parte de las cosas por las que pasa, Yo, en otro momento de mi vida sentí esa rabia; ella tiene tanto dolor y está tan dolida con el mundo, con Dios, con todos. Es una gran mezcla de emociones, amor, deseo de dar y por eso ella y Howie (Aaron Eckhart) tienen una reacciones complicadas; para mí al menos es imprescindible estar concentrada y metida en el personaje. Por eso, cuando estoy en el set no puedo con las conversaciones intrascendentes. Puedo ser educada, pero no puedo sentarme a charlar y que el director me diga "acción", y ponerme a rodar como si nada. Así es como me formaron y no voy a cambiar. Eso ha resultado en que durante visitas al set no sea todo lo amena que algunos miembros de la prensa esperan, pero, ¿qué puedo hacer? Estamos trabajando. Cuando ya se termina el rodaje y llega la promoción, entonces sí puedo reflexionar sobre el rodaje y sentarme con alguien a charlar sobre ello, relajadamente. Pero mientras filmas, estás en carne viva. Todas tus emociones están a flor de piel.

Según John Cameron Mitchell, nunca había imaginado que fueras a sumergirte tanto en el personaje durante la filmación.
Cierto. Un rodaje así requiere que el director te proteja y te meta en una especie de burbuja. A raíz de eso, te vuelves muy íntima con todo el entorno. Quiero decir, que llegas a tener conversaciones que normalmente no tendrías con nadie que no fuera tu marido. Y de repente me veo charlando con un hombre, Aaron, que en realidad no conozco, y nos acabamos volviendo tan cercanos. Eso es muy importante, es una manera sagrada de trabajar. Ahora bien, John sabe que el humor da un respiro y acerca a la gente. Entonces buscaba maneras de romper el hielo, de hacernos reír un poco.

¿Sientes que la película le hablará al público de cosas que tal vez teme enfrentar?
Sí, pero todos hemos pasado por momentos muy malos, de gran pérdida y después de hacerla me pone más en contacto con otros seres humanos. Conozco el sentimiento de completo estrés y confusión y veo a la gente sufrir en el mundo a mi alrededor y me pregunto si habrá solución. La película solo plantea cómo poder seguir viviendo, aún con el dolor. Cuando tuvimos nuestra primera proyección en Toronto, la reacción del público fue tan cálida, que me sentí incluso con ganas de darle un abrazo a la gente del público que la vio con nosotros. Eso me dio esperanza, ver que sí, cuesta, pero sigues con tu vida.


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12 jun 2011

Hanna, de Joe Wright

La belleza de la bestia

Miguel Cane




La escena abre en un paisaje nevado. Observamos a un ciervo, cómo éste es vigilado, cazado y sometido por una figura velocísima. Es una niña, que lo ha flechado. Se acerca y con insólita ternura, le dice “casi fallo al darte al corazón”. Acto seguido, casi con piedad, mata a su presa. Así comienza la cuarta cinta de largometraje de Joe Wright (Orgullo y Prejuicio, la hermosísima Expiación, El Solista), que se aparta completamente de los caminos explorados con anterioridad, para aventurarse, sí, pleno de estilo, en una cinta de acción y suspenso, que tiene planteamientos morales y filosóficos sorprendentemente profundos para una trama de este tipo.





La pequeña cazadora que recién conocimos, es Hanna Heller (la impresionante Saoirse Ronan, que ha trascendido la promesa y es ahora una actriz formidable por derecho propio), ha sido criada en los bosques de Finlandia por Erik Heller (enorme, Eric Bana), que le ha enseñado todo lo que sabe acerca de la supervivencia, con el lema: “adáptate o muere”. Ha sido una educación carente de privilegios o de las cosas que hacen la vida fácil para un niño o un adolescente: a los 16 años, Hanna es una perfecta máquina de matar, pero no tiene idea de cómo relacionarse con un mundo al que teóricamente entiende, pero que prácticamente no conoce (por ejemplo, sabe lo que es la música, aunque nunca la haya oído antes).




Un dia, por decisión propia, Hanna decide dar un vuelco a su vida para salir de las huestes frías en las que creció y se coloca en confrontación calculada con la elegante, serena y desalmada Marissa Weigler, (Cate Blanchett, que nos conecta con su lado monstruoso con naturalidad) agente de la CIA, intrínsecamente relacionada con ella y con la historia de su vida. Así, a paso vertiginoso, la cinta va de Finlandia a Virginia, a Marruecos, a Cádiz, a Marsella, a Berlin.




Los planos secuencia que Wright suele preferir están bien presentes, así como sus giros y juegos de cámara. La cinta se torna trepidante y violenta, mientras se involucran una familia británica de vacaciones y una tropa de asesinos a sueldo teutones, que son pervertidos y sin miramientos. Hay sangre, hay fuego, hay una espectacular pelea en el metro de Berlin, y hay también una especie de cuento de hadas que sucede ante nuestros ojos: una fabulita amoral que se desenvuelve poco a poco y revela que presa y predador (Hanna y Marissa) son muy parecidas, que son fuerzas de la naturaleza y que sólo una quedará victoriosa, aún si la victoria resultará de cualquier forma amarga.




Con una estructura de thriller, Wright trabaja temas de tragedia griega, ficción especulativa y cuento de hadas para pintar un filme interesante, poco convencional, que no se toma la molestia ni de ocultar su brutalidad ni de explicarle todo al espectador o de responderle a las preguntas. Permite que se utilice la inteligencia y la imaginación para llenar cualquier laguna aparente y no pierde su ritmo vertiginoso hasta el cierre, aprovechándose de las locaciones y de una banda sonora espectacular de los Chemical Brothers, que además incluye la aparición insólita de “Kooks”, que probablemente sea la canción más tierna y cariñosa de David Bowie.

Hanna es un filme que tal vez no sea terriblemente popular, pero ese no es su objetivo: sacude, impacta, deslumbra, revela el mejor trabajo en años de dos grandes actrices (Bana es más bien un accesorio) y sobre todo, deja claro que Joe Wright es un director que literalmente, no le tiene miedo a nada.

Hanna
Con Saoirse Ronan, Cate Blanchett, Eric Bana, Tom Hollander y Olivia Williams
Reino Unido/Alemania 2011


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4 jun 2011

Un Camaleón llamado Cate Blanchett

No es diva, pero sí divina. En la nueva cinta de Joe Wright, Hanna, además, es una villana sin corazón... y le encanta.

Miguel Cane




Es un valor seguro y los directores lo saben. Es capaz de ponerse en la piel de la mismísima Reina de Inglaterra o de un ama de casa atormentada; de convertirse en Bob Dylan, o bien, en este caso, en una máquina de matar. Cate Blanchett (Sydney, 1969) tiene además de esta habilidad de mímesis, el don natural de desplegar elegancia, inteligencia y sentido del humor. Además es una mamá de tiempo completo (tiene tres hijos: Dashiell John, de nueve años, Roman Robert, de seis e Ignatius Martin, más conocido por “Iggy”, que acaba de cumplir tres) y asegura que jamás antepondría su trabajo a su familia.




Como artista, la Blanchett es una acróbata de las emociones, capaz de saltar con un estilo impecable de la tragedia a la comedia. Obtuvo un Oscar a la Mejor Actriz de Reparto por El Aviador, cinta en la que encarnó una convincente versión de Katharine Hepburn, y ahora, interpreta un rol completamente distinto: es Marissa Weigler, agente de la CIA, una mujer amoral capaz de cualquier cosa con tal de cumplir una misión en Hanna, el más reciente filme de Joe Wright (Orgullo y prejuicio, Expiación).

Nunca habías realizado un thriller de este tipo. De hecho, no es el tipo de filme con el que se te asocia ¿por qué el cambio de giro?
Por trabajar con Joe Wright. Me parece un director fascinante, y teníamos ganas de colaborar juntos, pero no se había dado la ocasión. Cuando él se incorporó al proyecto, yo estaba en Sydney haciendo teatro y me contactó, me habló del personaje de Marissa y yo le pedí el guión. Me encantó leerlo; las implicaciones, las alusiones a los cuentos de hadas, la tensión presente desde el primer momento. Lo leí en una noche y dos días después, Joe estaba conmigo, hablando del proyecto y estábamos diseñando al personaje.




¿Qué te atrajo de Marissa Weigler?
Sus matices. Es una mujer desalmada, eso es lo que aparenta, ¿no es cierto? Una bomba de relojería que es capaz de hacer cualquier cosa, matar abuelitas, torturar niños, incluso a sí misma, para mantenerse enfocada y lograr su objetivo. Me pareció fascinante poder conocer los procesos de una mujer así. Sobre todo, porque no es unidimensional, tiene mucho más de lo que es evidente. Pensé que sería divertido hacer un personaje así.

Hablando de personajes tan intensos, ¿es difícil sacárselos de encima cuando se dejan de interpretar?
Oh, siempre hay una sombra que planea sobre ti. Pero cuantos más papeles haces, más fácil te resulta deshacerte de ellos. Aun así, es imposible no implicarse. En este caso, me preguntaba por qué Marissa era así y por qué se torturaba incluso a sí misma – esa obsesión con la higiene dental, ¿te fijaste? Eso venía en el guión. Me resultó bastante difícil comprender sus motivaciones, porque la relación que mantiene con su trabajo, con su misión – es decir, exterminar a Hanna – es literalmente enfermiza. El guión me ayudó mucho porque indaga en la soledad de ambos personajes y te hace entender la desesperación de Marissa, su necesidad de alcanzar un objetivo, cumplir una misión, aunque tenga que pagar un alto precio por ello. A menudo, el ser humano hace cosas destructivas cuando necesita dar un paso más allá. No es mi caso, claro (risas), pero hay gente que lo hace.




Este debió ser uno de tus rodajes más exigentes.
¡Vaya que lo fue! Fue maravilloso, pero rodamos muy rápido y fueron escenas muy agotadoras. Trabajábamos rápido y con menos presupuesto que con la de Indiana Jones, por ejemplo, o con Robin Hood. Esta es una película prácticamente independiente, así que teníamos que usar el ingenio y aprovechar nuestro tiempo al máximo. Algunos días acabábamos sin energía. Un thriller de acción te exige mucho, física y emocionalmente.

¿No te encantaría hacer una comedia o algo un poco más ligero?
¡Por supuesto! Pero no voy a aceptar algo que no tenga sentido. La buena comedia, la verdaderamente inteligente, es difícil de hacer, por eso no hay muchos papeles. Me lo pasé genial haciendo Life Aquatic, de Wes Anderson. Para mí es uno de los genios de este género. La cosa es que, yo no sé por qué, no me ofrecen comedias. ¡De veras! (se ríe) Cada año recibo un promedio de siete o diez ofertas, y ninguno de los guiones, últimamente, ha sido de comedia. ¡Creo que me quieren encasillar en el drama! (más risas) En serio. Señores productores, soy una actriz trabajadora y me gustan todos los géneros. Les garantizo que puedo hacer reír a su público. ¡Pero por favor, que sean comedias brillantes! ¡Tiene que haberlas por ahí!




Trabajas mucho y en muchas locaciones pero también eres esposa y madre de tiempo completo. ¿Cómo haces para conciliar la vida familiar y la laboral?
Al igual que cualquier madre trabajadora, yo no podría dedicarme a esto si no tuviera una pareja excepcional, como mi marido –el dramaturgo Andrew Upton– , que me apoya en todo. Él es escritor, por lo que tiene libertad de movimiento y puede venir conmigo a los rodajes y cuidar de los niños mientras yo trabajo. De todos modos, también es cierto que soy una persona afortunada, pues puedo elegir cuándo rodar una película y cuándo no. Hasta hace poco, los niños iban a los kindergartens Montessori, que están por todo el mundo. Pero desde 2007, Dash, el mayor estudia en Australia y eso cambiará un tanto las cosas, porque tuvimos que fijar nuestra residencia.

¿Consideras que eres mejor actriz desde que eres madre?
Creo que sí. Cuando interpreté a la periodista irlandesa Veronica Guerin acababa de tener a mi primer hijo y no estaba segura de si quería continuar ejerciendo mi profesión. Estaba tan absorta con esa pequeña criatura que mi trabajo no me parecía lo suficientemente importante. Pero encontré la fórmula para combinar ambas cosas: ahorrar tiempo en ensayos y en charlas con el director y los actores. Conseguí concentrarme en lo que estaba haciendo y obtuve mejores resultados desde entonces. Mis muchachos son lo máximo, son mi gran alegría y un bálsamo cuando te apartas de la constante presión de un rodaje.




¿Si deciden ser actores, los apoyarás?
¡Claro! ¿Quién soy yo para frustrar una vocación? Pero claro, tendría que ser una verdadera vocación, con un compromiso por actuar. No sólo una moda, o una fase. Lo veo en alguien como Saoirse Ronan [su compañera en Hanna, que interpreta el rol titular]; ¡qué impresionante que alguien de su edad tenga esa entrega, esa energía, ese rango, la disciplina! Es una actriz, sin duda. Y tiene el apoyo total de su familia. Lo mismo haría por mis hijos, desde luego. Por cualquier actor o actriz joven. Si tiene el deseo de destacar, los que tenemos el privilegio de un prestigio, tenemos la obligación de apoyar, de orientar, de nutrir. Son nuestras nuevas generaciones de actores. Creo que eso es algo maravilloso.


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Ocho minutos antes de morir / Source code, de Duncan Jones

Miguel Cane



Después de su aclamado debut en 2009 con Moon, que causó sensación en el circuito festivalero y puso en el mapa a uno de los cineastas menores de 40 años más interesantes, Duncan Jones regresa con Ocho minutos antes de morir, un film de ciencia ficción y acción, mucho más comercial, protagonizado por Jake Gyllenhaal.



El actor interpreta a Colter Stevens, un soldado estadounidense que participa en un programa secreto del gobierno, en un futuro cercano, para investigar un atentado terrorista cometido en un tren. Para ello, es enviado al cuerpo de uno de los pasajeros del tren, 8 minutos antes de que explote la bomba.




Así, a modo de lo que le ocurre a Bill Murray en la memorable El día de la marmota, la operación se repetirá una y otra vez hasta que consiga evitarlo. Pero conforme se suceden los viajes y las investigaciones, el personaje de Gyllenhall va descubriendo cosas, no sólo del atentado, sino de sí mismo y entonces la trama se complica de maneras que el espectador no podría anticipar.




La cinta, escrita por Ben Ripley, tiene elementos clásicos que capturan la atención y lleva un ritmo trepidante, una banda sonora histérica y secuencias de acción que no le piden nada a clásicos del género como Duro de matar (antes de que Bruce Willis se hiciera un cliché). Por supuesto, también está Christina, la bella joven que es clave en la trama (Michelle Monaghan, que muestra buena química con Gyllenhall), también hay un jefe inepto que pondrá en peligro la vida de sus soldados y, por supuesto, el héroe consigue sobreponerse a todo y a todos.




Aunque al protagonista se le intuyen ciertos conflictos internos acerca de su padre, la verdad es que los personajes están demasiado dibujados, al menos más allá de lo necesario; aunque esto no obsta para que la cinta ostente un argumento bastante más inteligente de lo normal, y que tenga suficientes giros de guión (algunos más impredecibles que otros) para no perder la atención. Además, se agradece que tenga algunos puntos de humor no forzados que funcionan muy bien; y mantiene el interés durante toda la película.

Jones se deja ver en la arena del cine comercial moviéndose con estilo y aplomo. La película es buena y funciona en todos los niveles adecuados. Jones se divierte y divierte a su público, que es algo muy notable y hace que se vea, a futuro, la llegada de un espléndido cineasta, en una época en la que han escaseado los nuevos talentos.




Dirige: Duncan Jones.
Con Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan, Vera Farmiga.
Estados Unidos, 2011.

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