31 ene 2011

Murió el compositor John Barry. James Bond está de luto

Con la muerte del maestro de maestros, John Barry, se cierra un capítulo muy importante de la cinematografía mundial, quedando como testimonio de su talento, una gran trayectoria.

Miguel Cane




Grande entre los compositores modernos, John Barry Prendergast nació en York (Inglaterra), en Noviembre de 1933 y desde su más tierna infancia, su vida estuvo marcada por una vedadera obsesión con el celuloide: su padre era dueño de dos cines en su ciudad natal, así, desde muy joven Barry se convirtió en proyeccionista, tomando contacto con la magia del Séptimo Arte.

Todavía no había abandonado la escuela ni empezado a trabajar para su padre, cuando ya había aprendido a tocar la trompeta y el piano. Antes de que lo mandaran al servicio militar, ya era aficionado a los clásicos (Korngold, Mahler), y además había formado parte de una banda de jazz: The Modernaires.

Estando en el ejército se unió a una banda militar, y se formó musicalmente mediante un curso por correspondencia. Tras su licenciatura, realiza trabajos de arreglista aunque también compone.



En 1955 John juntó a unos cuantos amigos y fundó su banda: The John Barry Seven; con los que aparecio en un programa de la BBC, con éxito. Tras una época como ídolo pop con temas bailables, en 1960, John Barry realiza su primer trabajo en el cine poniendo música incidental a una peliculita de bajo presupuesto llamada Beat Girl. Un año más tarde, cuando Monty Norman componía el score de El Satánico Doctor No, la productora buscaba ayuda, un gancho para hacerla memorable. Así es como surge el tema de James Bond, que es creación de Barry, así de sencillo y le ganó, sin proponérselo, un nicho en la historia. Muchos se lo discutieron y Norman quiso quedarse con el crédito, pero finalmente se estableció su autoría y a la larga, antes de los cuarenta, ya era millonario.

Posteriormente colaboró con el director Bryan Forbes, en seis filmes, pero fue Zulú en 1964, su primera partitura redonda, la que brilló con luz propia. Volvió a Bond con Desde Rusia con Amor, y logró desbancar a los mismísimos Beatles del hit parade con su canción tema para Goldfinger en voz de la enormísima Shirley Bassey.




Barry completó los 60 con grandiosas y ya maduras obras, obteniendo un Oscar y terminando la década con las que quizás sean sus obras maestras: la sinfonia coral para El León en Invierno y la magistral banda sonora de Al Servicio Secreto de Su Majestad.

A lo largo de los gloriosos años 70, Barry se comienza a desvincular de la serie Bond, pero establece una prolífica carrera con aportaciones a filmes como María, Reina de Escocia, El Abismo Negro, el desastroso remake de King Kong, Robin y Marian, Pide al Tiempo que Vuelva y Moonraker, su retorno de la saga que le dio fama de la que se despediría definitivamente en los 80, con 007 En la Mira de los Asesinos.

En estos años, África Mía resultaría en un nuevo reconocimiento de la Academia, aunque en 1988, por andar consumiendo un dizque “Tónico de Salud” precursor del popular Malunggay, sufrió una bestial ruptura en el esófago que le dejó expuesto a una neumonía y casi se muere. Milagrosamente se recuperó y regresó al trabajo de la única forma que conocía: creando una obra maestra. Danza con Lobos le valió su último Oscar.




A partir de entonces, Barry parecía dispuesto a componer con total libertad artística, aunque tuviera que renunciar a trabajar para el cine comercial, aunque esto no pareció importarle. Sibarita y amante de las damas (se casó cuatro veces, una con la sensual Jane Birkin en los 60, misma que lo abandonó de un día para otro por el inefable Serge Gainsbourg), Barry falleció el 30 de enero en su residencia, de un infarto repentino, dejando tras de sí una impresionante carrera que le ha valido un lugar en la historia.

Ciertamente, usted, aún sin saberlo, en algún momento ha tarareado alguno de los célebres temas que compuso para la pantalla de plata y realmente no hay mejor testimonio a un trabajo fabuloso, que ese.

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El Cisne Negro / Black Swan, de Darren Aronofsky

Monstruos Perfectos Miguel Cane




Las obsesiones de Darren Aronofsky han permeado toda su obra cinematográfica desde la aparición de Pi: El Orden del Caos (1998) y lo han establecido como uno de los cineastas más emblemáticos de la década pasada, especialmente por la sólida y perturbadora Réquiem por un sueño (2000 – adaptación de la virtualmente infilmable novela de Hubert Selby, Jr.) y más recientemente por El Luchador.

No obstante, El Cisne Negro es una cosa muy diferente. Por primera vez, Aronofsky se lanza a explorar otro universo completamente ajeno a lo suyo – el mundo de lo femenino y de la disciplina de la danza- y lo hace del mismo modo complejo, retorcido y deslumbrante con lo que suele sacudir a los espectadores que, por muy preparados que creen estar, no se imaginan lo que se les viene encima.

Como si se tratara de un cuento de hadas, se revela la historia de Nina Sayers (Natalie Portman, en plena forma, hermosa, frágil) es una bonita bailarina del ballet de Nueva York – no podría ser de otra manera- que vive con su madre, Erica (una irreconocible Barbara Hershey, devastada por el bisturí) una mujer frustrada que vive precariamente a través de la carrera en la danza que ha obligado a su hija, a la que metódicamente ha asexuado y aniñado, para adecuarla a su propio anhelo truncado de ser diva del ballet. Esta es la obsesión de Nina: ser perfecta. El hecho de que se anuncie una nueva producción de El Lago de los Cisnes, de Tchaikovski, en conjunto con que la prima ballerina Beth MacIntyre (Winona Ryder) ya esté pasada de tueste, es la ocasión para que florezca para alcanzar todo su potencial... o algo mucho peor.



Aronofsky toma un guión que tiene notables deficiencias y lo pule, lo limpia y estiliza, para montar un espectacular guiñol de horror psicológico- la amenaza no viene de fuera, sino del interior- que en muchos niveles debe gran parte su concepto a la célebre trilogía de los apartamentos de Polanski – Repulsión (1965), El Bebé de Rosemary (1968), y El Inquilino (1976)- y a la mitológica Persona (Bergman, '66), especialmente al establecer la dinámica del otro, lo otro, la dualidad y la duplicidad del místico femenino.

Nina es una criatura ansiosa, con inseguridades cultivadas por su madre para controlarla; la aparición de la hermosa, ambigua y enigmática bailarina rival Lily (Mila Kunis, que trasciende su ramplón origen televisivo para dar el ancho) es el elemento que desencadena una serie de situaciones cada vez más violentas (visual y escénicamente) que podrían ser alucinaciones de la propia Nina, sometida a tanta presión para ser perfecta, o algo indescriptible, quizá sobre– o anti-natural. Natalie Portman, como hiciera Mia Farrow en la obra maestra de Polanski, lleva sobre sus hombros (o bien, sus pies) el peso de la película y su labor de persuasión sobre el espectador es clave para pintar el retrato de lo que es una joven a punto del colapso mental, o tal vez un hermoso monstruo perfecto. Aronofsky la conduce y ella literalmente se entrega por completo, con una intensidad sorprendente para su edad.

La sintonía entre actriz y director, como la dupla Farrow/Polanski funciona de modo magistral. Otro elemento notable de la cinta, es la banda sonora diseñada por Clint Mansell tomando como base la partitura de Tchaikovski (motivo por el cual no puede acceder a un Oscar), que sirve como un claroscuro de sonidos y es un accesorio idóneo para el filme. Inquietante, perturbadora, de una elegancia calculada – como un ballet- y una escalofriante composición, El Cisne Negro es una película adulta, angustiosa; no es un thriller, no es una película de terror, ni es una cinta convencional.

El espectador entrará bajo su propio riesgo, pero que no espere encontrarse algo que sea fácil de explicar. Esta fábula oscura no es apta para pusilánimes. El Cisne Negro/Black Swan Con Natalie Portman, Vincent Cassel, Winona Ryder, Mila Kunis y Barbara Hershey. Dirige Darren Aronofsky EEUU 2010

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Natalie Portman, un hermoso monstruo perfecto

Figura clave del cinema actual, ha pasado de niña actriz a una intérprete valerosa. Ahora compite por un Oscar por El Cisne Negro.

Miguel Cane




Cuando Natalie Portman (nacida en Tel Aviv en 1981, pero naturalizada estadounidense desde pequeña) hizo su debut a los doce años en la cinta de Luc Besson El Profesional, realmente no pensaba que se convertiría en una actriz adulta con su impresionante – y nominado al Oscar- trabajo en el melodrama sexual Closer (de Mike Nichols). Desde ese momento (y quizás desde antes) algunos la llegaron a comparar con Audrey Hepburn, aunque con inmediata modestia, ella rehusó el título. Lo cierto, es que pese a su aspecto de chica fresca, juvenil y divertida, Natalie ha demostrado tener mucha más sustancia de la habitual en una joven de su edad y esto se advierte ahora en su intrépida interpretación como Nina Sayers, prima ballerina del ballet de Nueva York que, en vísperas del estreno de El lago de los Cisnes de Tchaikovski, sufre una espectacular crisis nerviosa (o algo mucho peor) en el aclamado filme de Darren Aronofsky El Cisne Negro, mismo por el cuál ahora es candidata a la codiciada estatuilla en el renglón de Mejor Actriz, a primera vez en dos décadas que una actriz opta a este premio por una cinta de horror psicológico desde los triunfos consecutivos de Kahy Bates (por Misery, en 1990) y Jodie Foster (por El Silencio de los Inocentes, en 1991).




¿Qué te atrajo de un proyecto como éste, tan distinto a los que habías hecho?
Primero, la propuesta de Darren. Me halagó mucho que me buscara personalmente con el proyecto, hace un par de años. Después de que hablamos, me mandó el guión que él mismo había reescrito, ya pensando en mí y me sentí completamente cautivada por los personajes de Nina y Lily, las bailarinas; yo nunca había interpretado un papel como el de Nina. Es muy difícil que se escriban papeles de mujeres con tanta complejidad emocional. En este caso, mientras preparaba el personaje, fue increíble descubrir cómo es el mundo del ballet, lo competitivo, lo feroz... (duda) sí, feroz, que puede ser.

¿Es difícil en Hollywood conseguir este tipo de papeles femeninos que tengan sustancia?
No es sencillo, y es mucho más difícil que haya dos papeles de este tipo en una misma película. Las dos bailarinas son únicas, aunque son representaciones opuestas de una misma psique, en cierto modo. Es muy raro encontrar esto en el cine. Por otra parte es lógico, ya que la mayoría de los espectadores suelen ser hombres y, muchas producciones se hacen para un público determinado. Yo quiero ser como Susan Sarandon o Meryl Streep, saber quien soy a cualquier edad; ser una actriz que pueda interpretar cualquier papel. Ahora mismo soy joven y eso me ayuda, pero estoy consciente de que debe haber algo más que mi aspecto para refrendar mi trabajo.



Ahora bien, este papel te llevó a extremos que no habías explorado en tu carrera antes.
Cierto. Mira, Nina es una bailarina muy entregada y trabajadora, pero también es obsesiva-compulsiva. Todavía no posee una personalidad propia como bailarina ni como mujer, su madre se ha encargado de atrofiar su madurez para convertirla en algo que no es; pero mientras busca su sexualidad y sentido de la libertad, su carácter va cambiando progresivamente. Al mismo tiempo, empieza a derrumbarse, y eso suponía todo un reto. Lo que Nina busca obsesivamente toda su vida es la perfección absoluta de su arte, que es algo que únicamente puede existir durante un momento, un breve y fugaz momento, pero como todos los artistas, puede llegar a autodestruirse con tal de lograrla. Cuando intenta convertirse en el Cisne Negro, algo oscuro empieza a bullir en su interior. Eso se convierte en una crisis de identidad en la que ella no sólo no está segura de quién es sino de qué es, las fronteras entre ella y el resto del mundo se vuelven borrosas. Nina empieza a verse en todos los sitios literalmente. Es alucinante. Cuando Nina comienza a rebelarse contra las estructuras que la rodean aparece toda esa paranoia que la transporta a un oscuro lugar, donde no está segura de lo que la gente quiere de ella ni de si está perdiendo o no la cabeza.

¿Qué tal fue la inmersión en el mundo de la danza?
Me gustó mucho la autenticidad que se buscó para todos los detalles, todos muy realistas, del mundo de la danza que hay en el guión, y especialmente me atrajeron los paralelismos de la historia de Nina con El lago de los cisnes. Yo la veía como a alguien que de verdad intentaba liberarse de un hechizo, que intentaba liberarse de todo el que quisiera decirle quién era y que intentaba ver a través de todo eso quién era realmente como persona y como artista. Fue una experiencia que me fascinó, al igual que adquirir una disciplina física al respecto.



¿Fue muy rigurosa la preparación física y psicológica para este personaje?
Hice muchos ejercicios de danza y también nadé mucho e hice entrenamiento combinado para evitar lesiones, pues la danza es tremendamente dura para el cuerpo. Exige muchísimo esfuerzo retomar el ballet a los 28 años de edad. Aun cuando hayas tomado clases de danza con anterioridad; no eres consciente realmente de todo lo que cuesta conseguir un nivel de élite. Cada pequeño gesto tiene que ser muy concreto y estar lleno de delicadeza y elegancia. Yo ya sabía que iba a ser todo un reto, pero nunca sospeché lo realmente duro que iba a resultar físicamente. Tuve una lesión de costilla y tuve que sufrirla durante casi la mitad de rodaje. Pero resulta difícil quejarse cuando ves que los bailarines profesionales no dejan de bailar. Bailan constantemente con muy graves lesiones, como esguinces de tobillo. Están acostumbrados a bailar con dolor. Me gusta mucho la danza y pensé que iba a ser muy divertido tener que bailar para hacer mi trabajo. No tenía ni idea de lo agotador que iba a resultar. No fue divertido, no. Para nada. Fue fascinante y apasionante, pero de diversión, nada.




Además de estudiar danza en tu infancia, estudiaste psicología en Harvard, ¿esto te proporcionó un marco de referencia adicional acerca de la desintegración mental de Nina?
En cierto modo, aunque el caso de Nina es muy grave, muy especial. Yo veía a Nina como si estuviera atrapada en un ciclo de obsesión y compulsión. El lado positivo para los artistas y bailarines es que concentrándote en tal grado puedes convertirte en un virtuoso, pero después hay un lado mucho más oscuro, un lado insano, donde te puedes encontrar completamente perdido. Desde ahí tenía que partir para interpretar a Nina. No fue nada fácil, es un personaje con muchas vueltas y torceduras. Es casi un monstruo perfecto.

¿Cómo definirías la relación que mantienen Nina y Lily en la película?
Me gusta la manera en que se evalúan la una a la otra cuando se encuentran por primera vez, algo que hacen las chicas habitualmente. Se trata de un mecanismo de supervivencia, hay que averiguar quién es tu máximo competidor, y en este caso, Nina ve enseguida que Lily es fabulosa, que tiene talento y que supone una gran amenaza para su puesto en la compañía. Pero, asimismo, Nina todavía no sabe quién es Lily de verdad. Mila hizo un trabajo increíble y estuvimos juntas mucho tiempo. Darren se cuidó mucho de que sostuviésemos una dinámica de competencia más que de camaradería durante el rodaje, para poder crear la atmósfera que buscaba. Cuando terminamos el rodaje, fue muy bueno llegar a conocerla y a simpatizar con ella.




Has sido actriz desde muy joven. ¿Cómo logras mantener los pies en la tierra, con una trayectoria tan importante, el acoso de la prensa, haber sido nominada al Oscar, en un mundo obsesionado con la vida privada de la farándula?
Tengo una familia y buenos amigos que no me dicen que sí a todo. Me advierten cuando me estoy pasando, cuando no están de acuerdo conmigo. Me ayudan a mantener los pies bien puestos en la tierra y a recordar que, mal que me pese, vivo en el mundo real (sonríe). Creo que la vida de los actores debería de ser aún más privada. Sólo así, sin que el público tenga una idea preconcebida de nosotros, de cómo somos, podremos seguir creando personajes para interpretar y ser creíbles en pantalla. No me gustaría que al ver una película, digamos ésta, alguien dijera, “ah, mira, es Natalie Portman como Nina la bailarina.” No. Lo que quiero es que al verme en pantalla se olviden de mí y crean que yo soy Nina. Ese es mi objetivo. Eso es lo que anhelo. Creo que es lo que todos los actores deberíamos hacer.


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22 ene 2011

Cher, al natural

Es, literalmente, una diva. Pero también es una mujer muy inteligente, divertida que ha hecho con su vida lo que ha querido, como ha querido.

Miguel Cane


Cher at the Hollywood premiere of New Line's Blow


La palabra ideal para describir a Cher (nacida como Cherilyn Sarkisian en El Centro, California en 1946) es “carismática”. Por casi cincuenta años eso es lo que la ha sacado a flote de numerosas crisis y reinvenciones y la ha convertido en una auténtica leyenda viva del entretenimiento.


Cher in 20th Century Fox's Stuck on You


Ganadora de un Oscar por Hechizo de Luna, y con una serie de interpretaciones memorables en filmes como Las Brujas de Eastwick, Máscara, Silkwood (al lado de Meryl Streep) y Sirenas, así como receptora de discos multiplatino y reconocible en cualquier rincón del mundo, tras más de siete años alejada del mundo del cine, Cher regresa por la puerta grande con el musical Burlesque, una película que aceptó protagonizar al lado de Christina Aguilera después de que el estudio la buscara incansablemente y que estuvo a punto de abandonar en pleno rodaje por diferencias creativas, aunque finalmente permaneció en el set, dando vida a Tess, dueña del club The Burlesque, al que llega la protagonista, una chica de pueblo con una gran voz que decide dejar atrás el tedio de su vida para perseguir su sueño, algo con lo que Cher dice “puedo identificarme.”




Tenías años retirada del cine... ¿qué te hizo considerar volver, y más en Burlesque?
“Me la ofrecieron como un musical y siempre quise cantar en una película. Desde que tenía cuatro años y vi a Judy Garland en Nace una Estrella, fue un deseo en mi corazón y no se me había cumplido. Aunque no quise hacer la película inmediatamente, fue un proceso. Me tuvieron que convencer, ¿sabes? Yo ya estaba acostumbrada a mi vida sin la presión de rodajes, hice mi gira de conciertos y quería descansar, ya sabes, tener tiempo para mí. Ya había hecho mucho cine, películas formidablesde ls que estoy muy orgullosa. Así que al principio no fue tan fácil, y hubo que hacer algunos cambios al personaje antes de que yo firmara un contrato.”





¿En qué sentido hubo que cambiarla?
“Pensé que Tess podía ser un buen papel, que de hecho, acabó siéndolo. Pero al principio, no era exactamente lo que yo quería, fue hasta después que el guionista y el director vinieron a charlar conmigo, con miras a persuadirme de aceptar el papel, que éste resultó ser quien yo pensaba que debía ser. El personaje cambió mucho desde el borrador del guión a lo que se ve en el corte final. Tess es una empresaria y cantante que se ve tentada a vender su local que levantó con muchos sacrificios, debido a las deudas contraídas. Sobre el papel, en la versión que me vinieron a ofrecer, era una mujer neurótica que no dejaba de quejarse y de gritar a las chicas, y una persona así no habría dudado en vender el club a la primera oferta. No tenía el corazón puesto en su sueño, ¿entiendes lo que te digo? Pero le hicieron los cambios que yo sugerí y evolucionó para convetirse en alguien trabajador que no se rinde aunque no logra sus objetivos. Ese es más mi tipo de chica.”

Se reportó en algunos medios que estuviste a punto de arrojar la toalla en varias ocasiones a lo largo del rodaje. ¿Esto es verdad?
“Sí, así fue. Yo soy una profesional y a veces estas cosas suceden. Mira, en la vida no sé lo que quiero con la claridad con la que sé lo que busco en un personaje. Me quejé mucho acerca de las horas de trabajo ininterrumpidas, y también porque estuve varios días durante 16 horas con tacones de aguja y eso resultó criminal. Lo siento, pero eso no se hace. Yo tengo una carrera que me avala, ¿cierto? No es como si no hubieran mejorado las posibilidades de la producción cuando anunciaron que tenían a Cher en el reparto. He trabajado muchos años y el nombre Cher es garantía de algo. Significa que no se trata de cualquier cosa. Fui clara al hacer patente mi inconformidad y llegamos a acuerdos. Después de eso, el rodaje fluyó sin más.”

¿Consideras que al ser tu primer musical, tus fans en la comunidad gay la eleven a película de culto?
“Eso no lo sé. Tengo muchos fans en la comunidad gay. Son maravillosos, me dan mucho apoyo, mucho amor. Ahora que yo no la etiquetaría como una película gay, pero por supuesto ellos aman los musicales y si les gusta es genial. Lo que realmente atrae de esto es que es muy divertida y si va a tener una vida más allá de las salas, como pelicula de culto o lo que sea, por mí, feliz. Lo importante es que la vean y la disfruten.”

¿Qué tal fue tu relación de trabajo con Christina Aguilera?
“Pues fue buena. Ella no me conocía y nos presentamos apenas una semana antes de empezar a rodar. Se tuvo que dar cuenta de que yo estaba allí para ayudarla, ella no había hecho una película antes y supongo que aunque tengas mucha experiencia, lo mismo, hacer una pelicula de este tipo, y estar en tantas escenas puede ser abrumador. Aunque, como le dije, tiene la ventaja de que el cine ahora no es como antes, es decir, los rodajes no son tan agotadores. Creo que es una chica con un enorme talento y creo que en la pelicula está muy bien.”

Te ves contenta, ¿te sientes completamente realizada ahora, con tanta experiencia a cuestas?
“Sí. Estoy genial. Tengo muchos planes. Paso tiempo con mi familia. Estoy muy orgullosa de mis hijos, Eli y Chaz [su hija Chastity, portavoz de la Asociación contra la Discriminación de los Gays y que recientemente se sometió a una operación de cambio de sexo y ahora es hombre] y me gusta estar cerca de ellos. Quiero grabar un nuevo álbum y este año se estrena Zookeeper, que es la primera pelicula animada que hago. Soy una leona casada con el personaje de Sylvester Stallone, es muy divertida. Como ves, descanso siempre pensando en más trabajo.”

¿Hay algo que cambiarías de tu carrera hasta ahora?
“No cambiaría nada, pero a veces ¡me callaría la boca mucho más! (risas). En serio, no habría hecho nada diferente porque a veces las cosas funcionan y otras no, pero siempre tienes que seguir adelante. Los errores son sólo eso, errores, y si no aprendes de ellos, entonces ¿cuál es el punto de la experiencia? Y creo que de todos, he aprendido algo.”

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El Amor de mi Vida / Bright Star, de Jane Campion

Poesía en movimiento

Miguel Cane



Estrenándose apenas esta semana en pantallas mexicanas con el poco afortunado titulo de El Amor de mi vida, Bright Star es la más reciente película de Jane Campion, la cineasta neozelandesa que con cada una de sus cintas explora nuevos aspectos de la naturaleza femenina con sensibilidad pero con firmeza, sin comprometer los sentimientos; a la vez que articula un nuevo discurso sobre la necesidad del otro para alcanzar la realización personal.

Como es habitual en el cine de Campion, hay una primera imagen que es muy significativa. En este caso, un extreme close-up de una aguja penetrando una delicada tela, que sirve para situarnos en el tono en el que va a transcurrir la película. Simbolismo del sentimiento de un personaje que traspasa al otro. Asimismo también sirve como la metáfora de los dos mundos que colisionan; por una parte la esfera del poeta John Keats (Ben Whishaw) y el más sencillo mundo de su musa Fanny Brawne (una deslumbrante Abbie Cornish), pues igual que no se puede zurcir la tela sin la aguja, el poeta necesita de la influencia y el sentimiento que le produce la serena y centrada Fanny para alcanzar su madurez artística. De hecho, el discurso de Jane Campion en este filme, no gira en torno a la figura de John Keats, sino a la de Fanny Browne, que fue quien verdaderamente le convierte en un auténtico poeta romántico siendo ella consumida por la oscuridad de la historia.

La Campion toma estos elementos históricos y los mueve a través de su muy particular óptica de mirada exquisita. Asi, al igual que los personajes de su trama se mueven a través de los sentidos, articula su relato en función de una brillante, elegante y delicada puesta en escena que se mueve por una precisión en las tomas que refleja el siglo XIX a través de un constante evocación pictórica, de estilo PreRafaelita (elemento clave en el entorno en que se desenvuelven los personajes), acariciada por la delicada suavidad lumínica que aporta el magistral trabajo de fotografía de Greig Fraser. Pero sobre todo, del impresionante trabajo de vestuario de Janet Patterson, a cargo también del diseño de producción, que con la exaltación del atuendo por encima de los sets, centra toda la atención sobre los personajes, nunca sobre su entorno, como era muy propio del romanticismo.

En este deambular por los sentimientos, la imagen prevalece sobre la música, quedando las breves pero intensas composiciones de Mark Bradshaw utilizadas exclusivamente, a los momentos álgidos de la película sirviendo, como guía al espectador.

El elenco, que incluye a Kerry Fox, la protagonista de Un ángel en mi mesa, también de la Campion, es sólido y estupendo, pero la verdadera revelación aquí es Abbie Cornish, que hace una interpretación prístina y sensible, que nos involucra en la trágica naturaleza de su pasión. Esta no es una típica película de “época” ni es una biopic típica. Es un mural hermosamente realizado que captura un periodo y la trascendencia de las emociones en las manifestaciones del arte.

El Amor de mi Vida/Bright Star
Con Abbie Cornish, Ben Whishaw, Thomas Sangster, Paul Schneider y Kerry Fox
Dirige: Jane Campion
Nueva Zelanda, Reino Unido, Estados Unidos 2009


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14 ene 2011

Amor y otras adicciones / Love and other Drugs, de Edward Zwick

Adictos al amor

Miguel Cane



La comedia romántica, como hemos hablado otras veces en este espacio, es un género que no es tan facilote como la gente cree: tiene su gracia, su 'timing' y cuenta con muchos elementos – entre ellos la química entre los protagonistas, que es indispensable- para triunfar. Por eso, ahora que se estrena la nueva cinta de Edward Zwick, Amor y otras adicciones, es un error presentarla como una comedia romántica, sobre todo porque no es exactamente eso y tiene como principal inconveniente una errada campaña de marketing que no es del todo fiel al argumento que busca contar.





Edward Zwick es un estupendo y muy capaz director que viene avalado títulos como: Contra el Enemigo, Gloria, El último samurái o la celebérrima Leyendas de pasión, que consagró a Brad Pitt como una estrella, a mediados de los 90. Lleva como protagonistas a Anne Hathaway, veterana del género y luminosa actriz (¿Recuerdan su espléndido trabajo Rachel Getting Married?) y a Jake Gyllenhaal que es un muy buen actor, pero que en cintas como esta parece un poco bajo de forma, donde, Anne, dentro de la sencillez de su registro es el mejor elemento de la cinta, que está definida como una comedia romántica pura y dura, con los canones obligados del género y sin excesivo fondo como para triunfar en exceso, pero en realidad se trata de otra cosa, aparte de los elementos ya señalados.



Maggie (Anne) es una mujer independiente con espíritu libre, que no deja que nada ni nadie la ate. Pero conoce al ambicioso Jamie Randall (Gyllenhaal), cuyo implacable e infalible encanto le sirve bien tanto con las mujeres como dentro del despiadado mundo de las ventas farmacéuticas (es representante de Pfizer, que es el verdadero trasfondo de la historia). La evolución que sufre la relación entre estos dos, los toma por sorpresa, están acostiumbrados a ligues sin consecuencias, hasta que se descubren bajo la influencia de la droga final: el amor.




Pero falta mucho alrededor de esta relación para hacerla creible y si no contara con Anne como la protagonista, posiblemente se tambalearía más rápido. Se nota que ella está más que curtida en el asunto (aunque no siempre por mucho hacer películas se hacen mejor, o que se lo digan a Jennifer Aniston, que no puede actuar ni por favor). En cambio alguien que podría haberse ahorrado el trabajo es Jake Gyllenhaal, quien se le nota ciertamente fuera de juego y sin el apoyo del notable elenco de soporte – que incluye a la maravillosa Jill Clayburgh en lo que tristemente es su última aparición en pantalla, tibio colofón para lo que fue una de las carreras más brillantes del cinema de los 70- estaría perdido. Es buen actor, pero no se le da la ligereza necesaria para estos menesteres.

Película rapidita, sin exigencias, que tiene el sello de calidad de Zwick, pero se queda corta, justifica el costo dek boleto y las palomitas, si acaso sólo por el trabajo de su protagonista, pero Anne, definitivamente, tiene un futuro mucho más interesante que esto.

Amor y otras adicciones/Love and other Drugs
con Anne Hathaway, Jake Gyllenhaal, Oliver Platt, Hank Azaria, Gabriel Macht, .George Segal y Jill Clayburgh
Dirige: Edward Zwick
Estados Unidos, 2010


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El insólito retorno de Jane Badler

En los años 80, esta mujer de recio carácter era la villana favorita de la televisión, como protagonista de Invasión Extraterrestre. Ahora, regresa a las pantallas tan maquiavélica como siempre...

Miguel Cane




En 1983, surgió un fenómeno televisivo que se mantiene vigente incluso hasta hoy, en la forma de V una miniserie de seis episodios – seguida después por una serie semanal-, que describían una aterradora invasión extraterrestre a nuestro planeta, con inquietantes paralelismos con el surgimiento del nazismo en el mundo. Un grupo de caras nuevas ocupó las pantallas, y al cabo de un par de años, cuando la serie dejó de transmitirse, se convirtieron en figuras de culto. Eso fue lo que ocurrió con Jane Badler (Nueva Yok, 1953), ex participante del concurso Miss America, con una carrera forjada en teatro y telenovelas, que encarnaba a la perversa Diana, una de las líderes de los visitantes (que eran reptiles disfrazados de humanos) y capaz de las peores bajezas, para lograr sus fines de dominación interestelar; un personaje que dejaría huella y que un grupo de escritores de ciencia ficción (entre ellos el mismo Isaac Asimov) eligió como uno de los más memorables en el género.




Después de esta experiencia, Jane participó en otras series de éxito como Falcon Crest y Misión: Imposible, antes de mudarse a Australia, donde formó una familia, y se mantuvo semiretirada, más ocupada en criar a sus dos hijos – hoy adolescentes- y a trabajar en teatro musical y cabaret, algo que la llevó a grabar un disco de blues (“The Devil's got my number”), que fue, en sus propias palabras “un sueño hecho realidad”.

Sorprendentemente, las cosas en la carrera de Jane han cambiado. En 2010 la cadena ABC revivió Invasión Extraterrestre como una superproducción, y de inmediato, los fans de la original comenzaron a especular acerca del posible reaparición de los antiguos personajes o sus intérpretes y para la segunda temporada que está por estrenarse en América Latina, los productores decidieron dar gusto a la audiencia, invitando a Jane a revisionar el rol de Diana, aunque en una versión ligeramente diferente, algo que no le resultó tan sencillo como parecía...




¿En cuántos episodios de esta temporada aparecerás?
Estoy en todos. Primero iba a ser una actuación especial, ya sabes, dos o tres capítulos, pero luego me llamaron para decirme, ¿sabes algo? Esto está saliendo muy bien.. ¿te gustaría hacer la mitad de la temporada? Yo estaba entonces en Sydney, que es donde habitualmente vivo y dije, bueno, pero eso implica más tiempo en Hollywood, viajar mucho, mi familia, antes que nada soy madre ¿me explico...? Me dijeron que me volverían a llamar, y luego me dijeron que estaba bien, que me ofrecían la temporada completa. Me mandaron los guiones y me quedé de una pieza. ¡Es lo mejor que me habían ofrecido en años! Acepté de inmediato y viajé a Los Ángeles. Fue maravilloso, como viajar a un mundo completamente nuevo al que dejé atrás.

¿Cuál fue tu reacción inicial cuando te pidieron que hicieras el papel de Diana?
Puedo decir que cuando escuché que V volvía, pude sentir por boca de los fans que me escribían, que había mucho interés en ella y en mi viejo personaje. Llamé a mi viejo agente, y le pregunté si habría interés. Él me dijo que no fuese ridícula, que no estarían interesados. Y eso fue todo. Luego, al cabo de unos meses, llamó el productor y nos reunimos. Pero, cuando este papel se creó, no pensaban en mí. ¿Puedes creerlo? Llamaron al personaje Diana como homenaje a la original que yo encarné, pero no era yo a quien querían. ¡Una locura! Más tarde, me llegó un mail de Los Angeles invitándome a hacer audición para el personaje de Diana, y pensé, "¿Qué? ¿Por qué querrían que audicionara?". Así que tuve que hacerlo. Y por lo que he oído, había muchas actrices bien conocidas que querían el papel, grandes nombres, lo cual es halagador. Pero así es como conseguí el papel.




Uno pensaría que dada la historia del personaje, habría sido distinto...
Pues tuve que buscarlo, no me lo regalaron. ¿Sueno presumida? No es mi intención, no fue fácil. Hollywood no te perdona si te vas a otra parte. Pero ahora aquí estoy, con lo que creía que serían dos o tres episodios, habiéndose convertido en toda la temporada, lo cual ha sido genial. Me encantó cada minuto. Ha sido una maravilla volver a estar implicada en esto.

Esta Diana, en definitiva no es la de antes... ¿Cómo definirías a tu personaje?
Esta Diana es presentada como la madre de Anna, la actual líder de los visitantes y la organizadora de esta invasión. Creo que la manera en que ha sido escrita es algo realmente poderoso; es como una tragedia griega, madre-hija en posiciones opuestas. Como está planteado es que en nuestro planeta de origen yo era la reina y mi hija usurpó el poder; me encerró en una especie de mazmorra secreta e hizo creer a todos que estoy muerta. Al principio de la temporada, Anna [interpretada por Morena Baccarin] viene a visitarme, y ahí se revela que estoy viva. Es un juego de poder, mi modo de gobernar contra el suyo. Se me hace ver como la más benevolente de las dos. Y quizá lo sea, pero también soy una reina y eso conlleva arrogancia. No todo e mi personaje es bueno, aunque no es un monstruo desalmado como Diana en la serie original. A lo largo de la temporada se revelará también el por qué no puedo salir de la mazmorra, lo cual es emocionante. Es en los sótanos de la nave nodriza, donde vivo lo han recreado como nuestro planeta. Es un terreno extraterrestre. Y ya no puedo decir qué pasa, pero es algo enorme, y con suerte la gente querrá ver la serie, porque va a ser espectacular.

Si la serie continúa, ¿hay posibilidades de que regreses?
Pues mira, siempre pensé que sería un personaje de una temporada, pero siempre hay ese potencial. Supongo que depende de la reacción hacia esta nueva Diana. Estoy encantada con esta temporada. ¡Definitivamente he hecho lo que quería hacer y como quería hacerlo!

Esta serie, aunque ha recibido buenas críticas, las audiencias no han sido muy grandes. ¿Dirías que tu retorno y el de Marc Singer podrían ayudar a levantar esos niveles?
Claro. Por supuesto. Están intentando reinventarla a su modo. Nunca puedes recapturar algo del todo, eso lo sabemos todos. ¿Quién sabe por qué algo se vuelve mágico en su momento? No lo entiendo. A día de hoy, me meto en mi página de Facebook para tener contacto con los fans. Y cada día puedo tener 20, 30, 40 mensajes de gente nueva que recuerda con muchisimo afecto los capítulos de la vieja V. Pienso, ¡wow!, ¿por qué? ¿Por qué llamamos la atención de tanta gente joven? Supongo que fue el genio del creador Kenneth Johnson y quizá el tiempo en que vivíamos, los años 80... No creo que esta serie llegue a alcanzar esos niveles de culto y eso, pero sigo pensando que es muy buena, y me encantaría que encontrase su audiencia. Y estoy feliz de estar en ella, y estoy segura de que Marc también lo estará. Es una manera de rendir homenaje a un gran momento en mi carrera. Tuve sentimientos encontrados sobre ello. En parte acepté hacer esto, porque quería volver a sentirme actriz. Tengo un disco a punto de salir, y ese ha sido mi mayor impulso los últimos años, grabar y dar conciertos. Lo mejor de todo es que es una Diana diferente. La que ya hice, hace tantos años, queda para la posteridad; mucha gente la recuerda. Ahora estoy en la nueva serie, y estoy encantada de hablar de ella, porque es diferente, sin abandonar las raíces de lo que mejor sé hacer.

¿Y qué es eso? ¿Qué es lo que mejor sabes hacer?
¡Ser mala! (estalla en carcajadas).





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8 ene 2011

Una leyenda llamada Jeff Bridges

Inició su carrera siendo muy joven y ostenta un lugar muy importante en el mundo del cine; es además un hombre de gran inteligencia y carisma al que, confiesa, no le gusta trabajar...

Miguel Cane


Jeff Bridges at the New York City premiere of Paramount Pictures' Iron Man


Hijo del célebre Lloyd Bridges y parte de una dinastía actoral de renombre, Jeff Bridges (Beverly Hills, 1949), es sin duda, uno de los actores de más prestigio de Hollywood y el mundo, cinco veces nominado a los premios de la Academia, obtuvo su merecido primer Oscar al Mejor Actor por su interpretación de un acohólico cantante country en la película Crazy Heart y obtuvo su primera nominación a los premios Oscar en 1971 al Mejor Actor Secundario por su papel en The Last Picture Show, de Peter Bogdanovich. Tres años más tarde, recibió su segunda nominación por su interpretación en el film de Michael Cimino Thunderbolt and Lightfoot. En 1984, cosechó nuevos reconocimientos con una nominación al Mejor Actor por su papel en la cinta de John Carpenter Starman, que también le valió una nominación a los premios Globo de Oro. En 2001, fue honrado con una nueva nominación a los premios Globo de Oro y su cuarta nominación a los premios Oscar por la película The Contender.


Jeff Bridges is Dr. Gene Brewer in Universal's K-PAX


La carrera multifacética de este alto ojiazul ha destacado en todos los géneros; ha aparecido en numerosas peliculas de gran éxito de crítica y público, entre las que incluyen su inolvidable creación para los hermanos Coen en El Gran Lebowski, una impresionante interpretación a las órdenes de Terry Gilliam en The Fisher King, al lado de su hermano mayor Beau en The Fabulous Baker Boys – con una irresistible Michelle Pfeiffer trepada al piano-, como un asesino psicópata en The Jagged Edge, como un magnate en la fallida magnum opus de Coppola Tucker: The Man and His Dream, la demoledora Sin miedo a la vida de Peter Weir y hasta el vanity project de Barbra Streisand The Mirror Has Two Faces, de la que salió indemne (igual que el universalmente abucheado remake de King Kong en 1976, que sólo tiene de memorable el haber sido debut de Jessica Lange).

Ahora Bridges, que recientemente filmó la secuela del clásico de culto Tron para la casa Disney, regresa a las órdenes de los hermanos Coen, como uno de los protagonistas del Western Con Temple de Acero (True Grit), una nueva versión de la célebre novela de Charles Portis, que ya había sido llevada a la pantalla en 1969 con el legendario John Wayne.

¿Por qué aventurarse a entrar en el territorio que ya había tocado John Wayne? ¿Qué los llevó a ti y a los Coen a hacer esto?
Es curioso, porque en realidad esto no es el remake de la película, sino una película basada más fielmente en el libro de Charles Portis, que yo no había leído, aunque claro que había visto la película, es un clásico. Lo primero que hice cuando Ethan y Joel me llamaron, fue leerla y me di cuenta de la razón por la que querían hacer esta película. Es una novela hermosa, llena de acción, de emociones. Es un Western narrado desde el punto de vista de una mujer, cosa que es de por sí muy rara, y tiene este humor extravagante, estas reflexiones y esta violencia, que lo hacen sentirse como un libro extrañamente emparentado con lo que uno espera de un guión de los hermanos Coen.


Jeff Bridges in Focus Features' The Door in the Floor


Rooster Cogburn es un personaje enormísimo. ¿Cómo pudiste, por así decirlo, meterte en sus botas de modo diferente?
La verdad es que no sé cómo. Cuando acepté hacerlo, pensé “estoy loco, qué me pasa.” Mi hermano Beau llamó para decirme: ¿John Wayne? ¿En serio? Y dije, sí, en serio. Así que cuando estuve estudiando el guión, lo que hice fue no tener en mente su interpretación de Rooster. Decidí que lo mejor que podía hacerse con un personaje tan emblemático, era tomarlo como algo totalmente nuevo. Así que me involucré en todos los aspectos: la voz, los gestos, el saber tirar – y saber tirar como un tuerto, que no es tan fácil-, montar... fue sumergirme del todo en este personaje. Si algo hay de él en esta interpretación que hago, es algo que sólo el espectador puede decir. Es algo subliminal, de existir. Y si lo hay, que se tome como un mínimo homenaje a alguien tan grande como lo fue Wayne.

¿Qué dirías que fue lo que más te gustó de este personaje y la experiencia de rodaje?
Montar a caballo. Es algo que me encanta, estar en comunicación con otras especies... Es una maravillosa sintonía la que desarrollas y es algo que hago mucho desde hace años, así que fue como estar en casa. El rodaje en sí, no fue ni más agotador ni menos agotador que otros, pero tratándose de un rodaje de los Coen, sabes que siempre va a haber algo divertido.


Jeff Bridges in First Look Pictures' The Amateurs


Ganaste tu primer Oscar por interpretar al cantante alcohólico Bad Blake en Crazy Heart. ¿Sientes que ha cambiado tu carrera desde entonces?
No lo sé, no lo creo. La verdad es que yo pensaba que quizás recibiría un gran número de grandes guiones, pero no fue así por alguna razón. No obstante, me concentré mucho en hacer mi propia música, y pienso que esto fue una consecuencia directa de esa pel´cula. Acabo de terminar las canciones básicas para un disco con T-Bone Burnett y yo supongo que saldrá en 2011 con Blue Note Records".

Procedes de una familia de actores. ¿dirías que era de esperar el seguir los pases de tu padre y tu hermano?
Pues no es como si hubiera tenido muchas opciones, (se ríe) mi papá era muy proactivo acerca de que sus hijos entraran en el mundo del cine. Amaba tanto la actuación, que quería compartir con los demás su disfrute y Beau y yo nos involucramos de inmediato. Fue una buena experiencia. Sin embargo, ahora tengo tres hijas y pienso que tal vez tener un padre famoso no siempre es bueno porque cuando eres niño quieres ser como realmente eres, no por quienes sean tus padres. Así que pienso que quise proteger a mis hijas de eso un poco. Ahora que ya son mujeres, siento una especie de tristeza por no ser un poco más como mi padre. Mis hijas viven fuera de casa, tienen sus propias carreras. Hace pocos años, ellas se estuvieron preguntando qué deberían hacer. Yo les ofrecí apoyo si querían ser actrices. Me dijeron que gracias, no. Supongo que les enseñé de qué se trataba esto demasiado tarde. (sonríe)

¿Tienes alguna filosofía para lidiar con todo esto? ¿Cómo le haces para estar siempre tan relajado?
Mira, conozco este oficio desde que era un niño. Sé cómo se mueve, cómo se hacen las cosas... y la verdad es que ahora yo ya paso mucho tiempo intentando no hacer nada, ¡en serio! Honestamente, hay un montón de cosas que prefiero hacer antes que cine, aunque me gusta muchísimo, pero no me gusta trabajar y el dinero ya no es problema. Sé que una vez me comprometo con una película no voy a poder hacer ninguna de esas otras cosas que me gusta hacer, como música, o pintar o estar con mi mujer y simplemente pasar tiempo juntos (Bridges y su mujer Susan llevan casados treinta y cinco años). Así que intento no comprometerme, no trabajar. Pero algunas veces hay un elemento al que no te puedes resistir y entonces decido dejar mi vagancia y hacer la película. Ese elemento cambia con cada película. Con True Grit, fue la historia, el personaje y el volver a trabajar con Ethan y Joel. Puedes simplemente tener el sentimiento y no saber qué es hasta que hacer la película. Así pasa. Esa, si tú quieres verlo así, es mi filosofia. Si no me interesa y no siento nada, no lo hago. Es más simple.

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En un rincón del corazón / Somewhere, de Sofía Coppola

En la fábrica de sueños

Miguel Cane



Tras cerrar el ciclo conocido como la “Trilogía de los sueños de jovencita”, comprendido por Las Vírgenes Suicidas (2000), Perdidos en Tokio (2003) y María Antonieta (2006), Sofía Coppola retoma sus labores como cineasta y guionista, con un filme pequeño, modesto, pero no por ello poco significativo: Somewhere (al que se ha agregado el ñoño e innecesario subtítulo “En un rincón del corazón”), que aborda un momento específico en la vida de Johnny Marco, un actor famoso (Stephen Dorff), residente en el célebre hotel Château Marmont de Hollywood, cuya rutina decadente de fama, sexo, lujo y derroche se ve sacudida ante la aparición por tiempo indefinido de su hija prepúber, Cleo (una cautivadora y muy natural y convincente Elle Fanning, sin nada de la sangre pesada de la hermana), a la que en realidad apenas conoce.




No obstante la premisa, que se intima podría derivar en el cliché de relación padre/hija que al principio se odian y al final se aman, la Coppola se aleja considerablemente (aunque no completamente) de esta situación, centrándose más en el retrato del protagonista, mostrando la borrosa línea que existe entre la celebridad – literalmente, alguien a quien todo el mundo conoce- y la persona, la primera faceta proyectando relaciones públicas, horarios apretados, viajes y más; mientras la segunda corre a cargo de la relación del personaje con Cleo, que pese a ser una chavita muy poco convencional, busca de algún modo, establecer una semblanza de normalidad en su relación con su padre, que al principio se muestra perplejo, pero después busca encajar en un patrón que nunca había contemplado antes.



Temáticamente no muy alejada de Perdidos en Tokio, (encuentros y desencuentros de hotel, una relación tímida entre dos desconocidos) este filme resulta más personal en el canon de su autora y por ello, su guión es consecuente a muchas referencias contemporáneas y de la vida real (Cleo, por ejemplo es 'fan' de Crepúsculo, para sorpresa y socarronería de su papi y este detalle, por manido que sea, le da una dimensión de autenticidad a su personaje). De todos es sabido que Sofia es una directora muy hábil, que imagina, piensa, encuadra y finalmente impregna justamente lo que quiere en cada toma de la cinta, los encuadres que realiza desde el principio están perfectamente calculados (sin tomar en cuenta una aparición demasiado inoportuna y exagerada de un micrófono, que podría tratarse de un guiño al oficio de la familia).




Los dos actores principales hacen estupendos trabajos y sostienen la película por casi toda su duración, Dorff se esfuerza en los momentos dramáticos, y hace su primer trabajo notable en años, recordándonos que no es sólo estrella de la serie B. En tanto, Elle Faning, posee una calidad especial, un carisma que su hermana Dakota nunca tuvo: se despoja de esos aires de “niña prodigio” que hacían de la anteriormente citada algo indigesto y es el vivo retrato de una muchachita normal, dulce, inteligente y entrañable, convirtiéndose en el corazón de esta película.



Pequeña, sin ambiciones estéticas ni poses pretenciosas, con – como es de esperar- un soundtrack de lujo cuidadosamente seleccionado, Somewhere es un filme que consigue desafiar los formulismos y esquivar el tedio, para ser un asomo a escenas emotivas entre un padre y su hija, una familia posmoderna en el mundo casi totalmente ilusorio de la industria del cine, algo que Sofia conoce específica e intrínsecamente, y que captura con una exquisita ternura, en un trabajo muy personal, con rúbrica, que debe ser visto por lo que sutilmente yace en sus tonos, más allá de lo aparente a simple vista.

Somewhere / En un rincón del corazón.
Con Elle Fanning, Stephen Dorff, Michelle Moynahan, Laura Ramsey y Benicio del Toro
Dirige Sofia Coppola

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6 ene 2011

Hereafter / Más allá de la vida, de Clint Eastwood

Entre la vida y la muerte

Miguel Cane




La muerte y el temor que ésta inspira son temas que siempre nos han intrigado como espectadores. Por lo mismo, es inevitable que los grandes directores se atrevan con alguna cinta que toque, aunque sea de modo tangencial, este tipo de tramas. En su más reciente filme, Clint Eastwood lo encara de frente y lo hace de una manera brillante, Más allá de la vida puede desconcertar a más de uno de sus admiradores más rendidos, porque es una película de Clint Eastwood que no se siente como tal y quienes le entren a este juego de sombras y ambiguos misterios, disfrutarán de una película sólida, inquietante, hermosamente realizada y llena de misterios que se van con el espectador de la sala.

Esto en parte se debe al excelente guión de Peter Morgan –creador de The Queen y El desafío: Frost contra Nixon–, que cuida la creación de cada personaje dotándolos de dudas, esperanzas, miedos y otras incógnitas, y construye un melodrama en el que las almas de los difuntos son una pieza clave. Sin sucumbir al horror barato o al sensacionalismo shyamalanesco, Morgan manifiesta ese deseo de trascendencia por medio del amor, la emoción más humana; desde luego, en la película se habla de fantasmas, pero este no es un cuento de terror, sino un drama serio y emotivo, que habla de la muerte con una profunda y conmovedora humanidad.




Como en tantas cintas de su carrera, la versatilidad y el talento de Eastwood le permiten captar en su lente, aspectos de la vida, que de otro modo no percibiríamos; así nos cuenta tres historias paralelas que se encuentran: la de Marie (Cécile de France), una periodista francesa que vive una horripilante experiencia tras ser arrastrada por un tsunami; la del buen George Lonegan (Matt Damon, excelente), un médium estadounidense convencido de que lo suyo no es un don sino una tragedia, y la de Marcus (Frankie McLaren), un niño inglés que pierde a su gemelo en un accidente y que no puede con la culpa de sobrevivirlo. Las anécdotas secundarias refuerzan a estas tramas convergentes: La madre de los gemelos (Lyndsey Marshal) es una drogadicta que experimenta su tragedia en mitad de un proceso de desintoxicación y el hermano de George, Billy (Jay Mohr), prefiere que éste se olvide de ser operario en una fábrica y explote comercialmente su habilidad para comunicarse con el más allá. Las historias se conectan, se extienden y nos atrapan mientras nos plantean preguntas muy válidas.

Eastwood no sacrifica su estilo, pese a la naturaleza de la cinta (algo similar ocurrió con Mystic River, que era un thriller violento, pero igualmente humano y sosegado en su narración) la trama fluye con sencillez y elegancia, mostrándonos un melodrama adulto, sobrio y nada efectista que tal vez no responda nuestras preguntas, pero sí que ayuda a ampliar nuestro punto de vista. Un estreno interesante para sobrevivir al frío invierno que azota las carteleras.

Hereafter/Más allá de la vida
con Matt Damon, Cécile de France, Jay Mohr, Lyndsey Marshal, Frankie McLaren y Bryce Dallas Howard
Dirige Clint Eastwood
Estados Unidos/Francia/GB 2010


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Matt Damon: “La vida es otra cosa.”

Es considerado uno de los actores más eficientes de Hollywood. Ha trabajado con varios de los directores más importantes de la actualidad y además es un feliz padre de familia.

Miguel Cane


Matt Damon at the Hollywood premiere of Universal Pictures' The Bourne Ultimatum


Hace poco más de una década Matt Damon (Boston, 1970) era uno de esos jóvenes actores que esperanzados llegan cada año a la Meca del cine en pos de un sueño, pero ahora con un Oscar (como mejor guionista por Mente indomable) y una larga y brillante carrera-- ha trabajado para Steven Spielberg, Martin Scorsese, Paul Greengrass y Steven Soderbergh, entre otros distinguidos cineastas-, es uno de los nombres más identificables (y rentables) de la industria. Pero además de esto, ha encontrado la armonía en su vida personal y acaba de tener una hija: Stella, la tercera que tiene con Luciana Barroso, su esposa. El nacimiento tuvo lugar al finalizar el rodaje de Más allá de la vida, la cinta que promueve y que se estrena en México este mes de enero.


Matt Damon in Warner Bros. Pictures' Syriana


Matt Damon está contento con cómo se han dado las cosas y no tiene intenciones de ocultarlo. No solo pasa por el mejor momento de su carrera, sino que es una de las pocas estrellas de Hollywood que puede llevar una vida tranquila, en familia, lejos de los ‘paparazzi’. Y la fórmula para lograrlo parece ser simple: llevar una vida ordinaria, como la de cualquier otro, dedicado a la familia y al trabajo. “En realidad no es tan dificil. Solo es cuestión de categorizar tus prioridades y para mí, la fama no es una de ellas. La vida es otra cosa.”


Matt Damon in Warner Bros. Pictures' Ocean's Thirteen



Parte de la temática de su nuevo filme, Más allá de la vida, en el que es dirigido por Clint Eastwood, es una reflexión acerca del destino y de la vida como es vivida: si nuestros actos deciden nuestro destino y si acaso hay algo más allá de la muerte. ¿Es el azar? ¿Es el destino? Damon, aunque asegura que no cree en la predestinación, no deja de pensar en que su felicidad ha estado marcada por algo quizá más allá de lo tangible: un inesperado cambio de locación lo llevó a filmar en Miami una cinta que estaba prevista para Hawaii y en esa ciudad conoció a Luciana, su esposa, que era hostess en un bar al que fue de casualidad una noche. “Ahora no sé si es de ese tipo de cosas que uno construye en retrospectiva. Pero sí recuerdo sentir que era casi como si hubiera un halo que la iluminara en ese momento. ¿Has escuchado cuando la gente dice que ven a una persona en medio de una multitud, y que la distinguen con claridad? Eso fue lo que me pasó con mi esposa, absolutamente, a mí, porque a ella no creo que le pasara (ríe). Pero a mí definitivamente me pasó.”


Matt Damon and wife Luciana Damon at the Hollywood premiere of Universal Pictures' The Bourne Ultimatum



En Más allá de la vida, Damon interpreta a un personaje que, tras una experiencia cercana a la muerte, busca la manera de ayudar a otros que han pasado por lo mismo, partiendo de una premisa sencilla: el deseo de vivir que lucha contra el destino. Si bien no se trata de un thriller sobrenatural, sí que se trata de un trabajo de rica textura emocional, algo que sorprende al formar parte del canon de su protagonista y su director, ya que ninguno se había acercado a historias de esta temática con anterioridad.


Matt Damon in Warner Bros. Pictures' Ocean's Thirteen


Es poco común que hagas un filme como este ¿Qué te atrajo a Más allá de la vida?
Definitivamente fue por el guión. Es algo completamente distinto, no había leído algo como esto. Eso y la oportunidad de poder trabajar con Clint de nuevo, claro. Estábamos en Sudáfrica, rodando Invictus y me dijo, “oye, ¿te interesaría leer este guión?” lo leí, y le dije que me parecía excelente. Me dijo que bueno, era su siguiente proyecto y que, si yo estaba interesado, podía ser el mío. Ese mismo día arreglamos todo, así de grandes eran mis deseos de volver a trabajar con él. Además de que se trata de una historia muy humana con una serie de preguntas acerca del destino y la muerte, una trama con elementos fantásticos y realistas... pensé que era muy interesante.

¿Cuál dirías que es el principal tema de esta película?
La esperanza, ante todo. Creo que es muy importante como tema en una película como esta, tener algo que pueda no sólo captar el interés por dos horas, sino ofrecer algo a cambio de esa atención: en este caso, creo que la cinta da esperanza, invita a las personas, todas ellas, a que se pongan a pensar acerca de sus vidas. Me gusta la noción de que puedan pensar y debatir entre ellos al salir del cine, acerca de lo que sucede en cierto punto de sus vidas; si hay algo más allá de la muerte, si el sufrimiento es gratuito o tiene una recompensa, cómo sobrevivir al dolor, ¿me explico? Cómo saber si las catástrofes son meros accidentes o si son parte de algo más grande y fuerte que trata de encaminarnos hacia un destino que nos espera. Todas esas preguntas me las plantée mientras rodábamos y espero que le lleguen a los espectadores también.


Matt Damon in Universal Pictures' The Bourne Ultimatum


¿Cómo es la experiencia de tener a Clint Eastwood como director?
Es el director ideal para todo actor, por la obvia razón de que es un intérprete con gran experiencia. Él sabe que uno tiene que trabajar con el personaje, y otorga una total libertad para que tú crees ese personaje. Pero también es muy preciso cuando decide qué imagen va a plasmar, y cómo lo hará. Te indica tu sitio y te deja trabajar. Pero es una calle de doble vía: tú colaboras con él y él contigo. Eso, en un director, es algo riquísimo, porque te permite aprender mucho.

Eres un hombre muy ocupado. ¿Cómo escoges entre géneros y papeles? ¿Siempre te llegan ofertas?
Sí, tengo suerte, siempre me ofrecen cosas, pero no siempre son cosas buenas (risas). En este caso, la familia pesó mucho. Nuestras otras hijas nacieron cuando yo estaba de receso, así que pensamos que esta también, así que planeé todas mis actividades para cuadrarlas en octubre y así tener noviembre libre para la nueva niña, pero el rodaje se extendió un poco, ella se adelantó y los planes se complicaron, aunque todo salió muy bien, al final. Sobre cómo escojo... bueno, pues la verdad es que tengo la fortuna de poder hacer lo que realmente me gusta y lo que me interesa. No sé si podré hacerlo siempre, pero ahora mismo puedo hacerlo y aprovecho cada oportunidad que tengo.

¿Tienes ganas de algún día poder dirigir?
Me lo han ofrecido, y aunque no tengo planes concretos, en términos generales sí, me gustaría mucho. Así que, como cualquier otro aspirante a director, estoy buscando un buen guión para poder filmarlo.

¿Y por qué no escribir tu propio guion? Ya lo has hecho antes...
Eso toma mucho tiempo. Y se necesita, ante todo, una idea. Creo que la manera en que Ben [Affleck] lo ha hecho las últimas veces es muy inteligente: adaptando historias que ya existen y que le gustaron como lector, antes de ponerse al otro lado de la lente, para plasmarlas.

Ahora que mencionas a Ben, ¿han pensado en trabajar juntos nuevamente?
Nos encantaría. Pero es cuestión de encontrar una obra que lo permita. Lo bueno es que él ahora es un director de primera línea, así que… uno nunca sabe (risas).

¿Qué clase de filme te interesaría dirigir?
Bueno, para empezar, algo pequeño, en que el motor sean las actuaciones. Hace años Spielberg me dijo: lo más importante para los directores primerizos es encontrar una historia simple y contarla. Y siempre pienso en él, con Duel que fue genial, con muy pocos personajes y mucha tensión. Así que trataré de encontrar una pequeña película, solo acerca de gente que conversa entre sí… como Gerry, aquella película que hice con Gus Van Sant. Me encantó hacerla.

La vida ha sido generosa contigo, si pudieras pedirle algo, ¿qué sería?
Nada, nada de verdad. Las cosas están yendo bastante bien, estoy muy feliz. Estoy en un punto en mi vida en que siento que, si pidiera algo, me debería partir un rayo por ser tan malagradecido. Así que no le pido nada a la vida. En todo caso, estoy profundamente agradecido.

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