30 oct 2010

Un buen año / A Good Year, de Ridley Scott

Miguel Cane


Russell Crowe stars in 20th Century Fox's A Good Year


Los comentarios en torno al estreno de Un buen año, de Ridley Scott, han sido más o menos en la misma tónica: donde algunos les ha parecido empalagosa o de menos, sacarina, a otros les ha parecido desconcertante: ¿El director de Alien haciendo una comedia romántica? ¡Pero cómo se atrevió si para nada es su onda!

Sea como fuere, a título personal, el filme resulta una experiencia alegre, con todos los ingredientes –una historia emotiva sin ser necesariamente chantajista o ramplona, personajes que evolucionan, hermosas locaciones y un buen ritmo que en ningún momento decae – para que sea una película no tanto complaciente (que lo es en algunos casos), como de esas que uno suele recomendar en el sentido de que sabe va a gustarle a otros espectadores que buscan relajarse del stress y viajar aunque sea mediante celuloide.


Russell Crowe in 20th Century Fox's A Good Year


Basada en una novela de Peter Mayle, esta es una historia optimista, que trata del derecho de todo ser humano a reencontrarse con los mejores recuerdos de la niñez y a entregarse a sus pasiones verdaderas; Scott ha sabido obtener de Russell Crowe, muy buenos registros de humor y ha aprovechado su carisma. En efecto, el neozelandés sabe conceder a su personaje –Max Skinner, un financiero londinense, sólo interesado en hacer dinero – un aire simpático que no había representado en ninguna otra película y consigue imponerse al espectador incluso al principio cuando vemos a Max como un aparente machista insensible y egocéntrico.


Russell Crowe and Marion Cotillard in 20th Century Fox's A Good Year


Naturalmente, con el desarrollo de la trama se borra esa imagen cínica, dejando en cambio a un hombre transformado, reencontrado consigo mismo, con una amplia y contagiosa sonrisa.

Podría ser que lo mejor de Un buen año no sea la actuación de Crowe (estupenda, desde luego), ni las escenas campestres, ni las deliciosas charlas y discusiones entre Max y la familia de viticultores que atienden su viñedo o la belleza irresistible de Marion Cotillard como Fanny, la chica que le cambiará la vida. La película tiene un extra especial: los flashbacks que narran la relación entre Max cuando niño (Freddie Highmore, por mucho el mejor actor infantil de su generación) y su tío Henry, que es nada menos que el hoy legendario Albert Finney, quien se encarga de criar al sobrino con una serie de enseñanzas plenas de regocijo y sabiduría.


Albert Finney and Freddie Highmore in 20th Century Fox's A Good Year



Todas las escenas entre Max y su tío son una delicia, porque rebosan de sinceridad y recrean una relación humana salpicada por esa mezcla de alegría y seriedad, de humor y sentido de la responsabilidad, que caracteriza a la verdadera educación sentimental.

Pese a algunos resbalones como la horrorosa GI Jane o la bastante insípida Hannibal, Scott es uno de los mejores directores surgidos de los últimos 30 años. Desde que empezó a dirigir, en cada década ha presentado por lo menos una obra maestra y tiene un estilo único e irrepetible, que sabe imprimir a cada cinta que hace, ya sea un épico colosal como lo fue Gladiador o un thriller elegante como Alguien que cuide de mí, una leyenda del cinema moderno como Blade Runner.


Russell Crowe in 20th Century Fox's A Good Year


Todas son cintas a las que invierte una fuerte dosis de su mente y su cuidadoso trabajo, realizado casi siempre a gran escala; no obstante, de vez en cuando se toma un respiro para dirigir películas más “pequeñas” como en el caso de Thelma & Louise (que se convirtió en cinta icónica) o la comedia ácida Los Impostores. Ahora, después del fracaso espectacular que fuera Cruzada, donde no pudo lograr que ese inútil palo llamado Orlando Bloom pudiera transmitir cualquier tipo de emoción, y antes de embarcarse en la más ambiciosa American Gangster, al lado de Denzel Washington, Scott se toma unas minivacaciones en la región vitivinícola de Francia, para mostrar su oficio en esta muestra de buen cine realizado sin más pretensión que la de hacernos sentir bien y entretener, cosa que logra, de manera magistral.

Un buen año/A Good Year
Con Russell Crowe, Marion Cotillard, Valeria Bruni-Tedeschi, Tom Hollander y Albert Finney.
Dirige: Ridley Scott
Estados Unidos/Gran Bretaña/Francia 2006



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Bourne: El ultimátum / The Bourne Ultimatum, de Paul Greengrass

Miguel Cane


Matt Damon stars in Universal Pictures' The Bourne Ultimatum


El sorprendente éxito de la saga de Jason Bourne, personaje creado originalmente hace unos treinta años por el novelista Robert Ludlum, como respuesta postmoderna a las cintas de espionaje y acción popularizadas con el agente James Bond – que hasta la reciente Casino Royale, había caído en una especie de marasmo repetitivo- vino a sacudir un género y a atraer a un nuevo público a las salas para ver esta clase de cintas.


Matt Damon in Universal Pictures' The Bourne Ultimatum


Con el estreno de la última parte, la serie llega a nuevos niveles de narrativa visual y, si bien uno esperaría que fuera el cierre definitivo de la misma (aunque el éxito de taquilla a nivel internacional probablemente dicte lo contrario), demuestra que el género está vivo y con muchos elementos renovados.


Matt Damon in Universal Pictures' The Bourne Ultimatum


El amnésico asesino profesional, interpretado con maestría por Matt Damon – que con éste trabajo y la reciente El buen pastor demuestra ser uno de los mejores intérpretes de su generación- después de vengar de la muerte de su amante, Marie (Franka Potente en los dos filmes anteriores) sigue tratando de descifrar el rompecabezas que constituye su memoria. Como consecuencia del filme anterior, el programa de operaciones secretas gubernamental ha sido absorbido por el programa Blackbriar, del Departamento de Defensa, dirigido por Noah Vosen (David Strathairn, de Buenas noches y buena suerte) que cuenta entre sus colaboradores a Pamela Landy (Joan Allen, como siempre estupenda, baste recordar su trabajo en Yes, de Sally Potter o La Tormenta de Hielo, de Ang Lee). Para ellos, Bourne representa un error riesgoso que debe ser eliminado a toda costa; para él, ellos son el único eslabón que le une a una vida que no puede recordar; acorralado, Bourne no tiene nada qué perder y poco hay más peligroso en un hombre que estar en esa situación; así que se valdrá de todos sus recursos para llegar hasta ellos y descubrir su verdadera identidad.


Matt Damon and Joan Allen in Universal Pictures' The Bourne Ultimatum



La cinta, dirigida por Paul Greengrass (responsable también de la entrega anterior de esta serie, así como nominado al Oscar por su trabajo en la aclamada Vuelo 93), tiene en su narración un ritmo vertiginoso desde su inicio y no se detiene hasta llegar al clímax, sin sacrificar en ningún momento caracterización o atmósfera a favor de efectos: al contrario, este es el estilo de Greengrass para trabajar de manera innovadora y se apoya en él para presentar otra faceta del thriller y lo hace muy bien, llevándonos por distintas locaciones como Moscú, Londres, Tánger, Madrid y Manhattan, siempre con el personaje principal guiándonos para llegar al fondo de su enigma.


Matt Damon in Universal Pictures' The Bourne Ultimatum


Greengrass no da respiro al espectador, como acostumbra; son varias las secuencias del filme que están rodadas cámara en mano y cuentan con una edición frenética, que proporciona una sensación total de inmediatez, de estar ahí, con Bourne.

El resto del reparto – que incluye a Chris Cooper, Brian Cox y Julia Stiles, que poco a poco va dejando atrás sus roles de jovencita para adquirir personajes femeninos de mayor sustancia- está muy bien y apoya en sus secuencias a Damon, que se lleva el trabajo con dedicación y sobriedad: si bien su personaje carece del carisma seductor de James Bond (como lo encarnaron Sean Connery, Roger Moore y Pierce Brosnan), su ansiedad es contagiosa y lo hace más humano, y por lo mismo, más asequible al espectador, que no quedará en lo absoluto decepcionado por este cierre de trilogía.

Bourne: el ultimátum / The Bourne Ultimátum
Con Matt Damon, Joan Allen, David Strathairn, Julia Stiles y Brian Cox
Dirige: Paul Greengrass
Estados Unidos/Gran Bretaña 2007



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Bon Voyage / Bon Voyage, de Jean-Paul Rappeneau

Miguel Cane


Gregori Derangere and Isabelle Adjani in Sony Pictures Classics' Bon Voyage


Hacer una cinta entrañable de un episodio oscuro de la historia es una faena difícil, pero este estreno lo consigue, de un modo sorprendente: En junio de 1940, Francia finalmente cedió ante la ocupación Nazi: fue de este modo que una oleada de pánico convulsionó a la ciudad luz y zonas aledañas, provocando que todas las clases sociales, desde los comerciantes y los empleados hasta los ricos burgueses y uno que otro espía buscaran huir. Por lo tanto, no es raro que algunos coincidan en el magistral hotel Splendide de Burdeos.


Gerard Depardieu and Isabelle Adjani in Sony Pictures Classics' Bon Voyage


Allí, en la más pura tradición de cintas como Gran Hotel y La Nave de los Locos o bien, el ouvre polifónico de Robert Altman, el director galo Jean-Paul Rappeneau desarrolla su trama, que no pretende, pese al marco, ser una película "histórica". En ella no se retrata a nadie: todo está inventado pero es plausible, todo podría haber sido cierto: la tumultuosa aventura, que oscila con perfecta elegancia entre el thriller y la comedia, incluye personajes tan vívidos como Viviane Denvers (la formidable Isabelle Adjani, con su inquietante hermosura intacta), glamorosa diva cinematográfica --¡qué adecuado!- a la que todos adoran y quien se ve involucrada en una muerte inesperada; también está Frèderic, un joven guionista que está tan impresionado con ella que está a punto de ir a la cárcel para protegerla; también conocemos al cínico Jean-Etienne Beaufort (Gerard Depardieu), que es ex ministro del gobierno francés y no tiene problema con la invasión; la idealista y sensual-aunque-virginal estudiante Camille (la bomba sexy Virginie Ledoyen, aunque sabes que es muy seria por su peinado) que trata de ayudar a un físico de origen judío – la referencia a Einstein no pasa desapercibida- que trata de huir con material para experimentos nucleares para que los invasores no puedan usarlo y a manera de enlace entre todos está Peter Coyote como Alex Winckler, un inquisitivo reportero que parece tener el don de la ubicuidad. Todos forman parte de una muy divertida intriga, con slapstick, azote de puertas, romance, identidades erróneas… en suma, la comedia humana al más puro estilo francés, con una dosis de Alfred Hitchcock, para darle sabor.


Peter Coyote and Wolfgang Pissors in Sony Pictures Classics' Bon Voyage


Otros elementos de interés en la película, son la música original de Gabriel Yared (El Paciente inglés) que logra una atmósfera evocativa con su partitura, e invita a conseguir el cedé para poder escucharla varias veces más. También destaca el fotógrafo Thierry Arbogast (Femme Fatale), que captura la Francia en plena guerra; muestra de esto, es la memorable secuencia de un embotellamiento de tráfico de parisinos que tratan de huir del horror que se avecina. Además, capta con amor la enigmática figura de Adjani, por quien, desde Posesión (Zulawski, 1981) o La Reina Margot (1994), pareciera que el tiempo no pasa. Acaso ella y Deneuve tienen pacto con el mismo diablo.


Virginie Ledoyen and Gregori Derangere in Sony Pictures Classics' Bon Voyage


Bien realizada, imaginativa, animosa y muy divertida, Bon Voyage es una auténtica sorpresa para los espectadores hastiados del ritual de lo habitual. Para aquellos que le temen al cine francés por no conocer el idioma, no hay problema… las mejores secuencias son aquellas en las que todos están en movimiento pero no casi no hablan; s como volver a los básicos del género, a la era descrita en celuloide y sin duda es un viaje que se disfruta de principio a fin.

Bon Voyage (Bon Voyage) - 2004
Con Isabelle Adjani, Gerard Depardieu, Peter Coyote y Virginia Ledoyen.
Dirigida por Jean-Paul Rappeneau. Distribuye: Columbia-TriStar.



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26 oct 2010

Atracción peligrosa / The Town, de Ben Affleck

Honor de Ladrones

Miguel Cane





El debut como director del galanazo Ben Affleck, Desapareció una noche (2007) anunciaba la llegada de un realizador sólido, con mano para dirigir de actores y una percepción sensible de los barrios bravos de Boston. Ahora, la promesa hecha en esa película parece cumplirse con The Town / Atracción peligrosa, cinta en la que Affleck regresa a su Boston natal y centra su atención en Charlestown, un barrio obrero que es también, una cueva de ladrones de bancos.



El trabajo realizado completamente en locación, hace que Boston no sólo funcione como un escenario, sino que se transforma en un personaje con estado anímico propio, aquí como puede ser el deprimente entorno criminal de Charlestown el que unos quieren perpetuarse. Seguir las reglas y ser leyenda, y otros, evadirse, como es el caso del Doug MacRay (el propio Affleck), hijo de ladrones que desea dar un último golpe antes de escapar de todo.

Hay dos escenas que constatan la posibilidad de un notable director tras la cámara. Una, demostración de su capacidad para hallar cierta verdad emocional donde menos se espera, consiste en el desencanto aparente en un diálogo que el personaje de Affleck mantiene con su padre (Chris Cooper) en una visita a la cárcel. En la otra, que habla de respeto a la atención del espectador y el manejo de los tiempos, el mismo personaje se despide en clave de su novia, Claire (Rebecca Hall) por teléfono mientras el FBI ocupa la casa de ésta y escucha la conversación; poco después, el relamido agente interpretado por Jon Hamm —el mismísimo Don Draper de Mad Men en su primer papel de sustancia en un estreno comercial e interpretándolo igualito que al de la exitosa serie de TV— le reprocha que se pasaran el mensaje encubierto que hasta entonces el espectador creía compartir, únicamente, con la pareja. Ambos momentos suponen pistas inequívocas de la madurez del relato y de un autor que aún está por dar lo mejor de sí.




Por lo demás, Affleck, que adapta una novela de Chuck Hogan, tiene firmeza para no perder el ritmo en las secuencias de acción, mismas que llegan a ser vertiginosas; toda vez que toma vuelo, la película no se detiene. Reminiscente del cinema de acción de los años 70, la cinta no se molesta en pintar blancos y negros: los personajes mantienen una escala de grises que los hace tanto atractivos como repelentes.

El espectador que busca emociones fuertes en el cine quedará satisfecho: The Town / Atracción peligrosa entretiene y sobresalta, pero también tiene un trasfondo muy humano que no es habitual de este género; elaborada como una tragedia teatral, esta pelicula es mucho más que dos horas de persecuciones y ráfagas de metralla; es un retrato muy específico de un lugar y un tiempo y consta como el cimiento de lo que puede ser una carrera más sólida para Affleck detrás de las cámaras, más allá de lo que jamás fue delante de ellas.

The Town / Atracción peligrosa
Con Ben Affleck, Rebecca Hall, Jeremy Renner, Blake Lively, Jon Hamm, Pete Postletwhaite y Chris Cooper
Dirige Ben Affleck
Estados Unidos 2010

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Ben Affleck, detrás de la cámara

Ganador de un Oscar como guionista, prófugo de la fama, ha encontrado una nueva carrera, ahora como director y estrena su segunda cinta en este rol: The Town / Atracción peligrosa.

Miguel Cane


Ben Affleck as Gavin Banek in Paramount's Changing Lanes


Alto, jovial, y muy directo, así es Ben Affleck (Boston, 1972), que dio el salto de actor adolescente infantil – su debut fue en la serie pedagógica para TV Voyage of the Mimi a mediados de los 80-, a ser una auténtica estrella de cine en Hollywood a finales de os años 90 tras pasar buena parte de la década haciendo cine independiente de la mano de Kevin Smith. En 1998, Affleck ganó un Oscar como mejor guionista con su amigo de la infancia Matt Damon – una relación que se ha ido ligeramente distanciando con los años, pero que en su momento fue un vínculo muy estrecho- por Will Hunting: una mente indomable y dio el salto a la fama con su paticipación en el éxito taquillero de Michael Bay Armageddon. A esto seguiría una década haciendo cine muy comercial y explotando su imagen ante las cámaras y fuera de los foros con una relación sentimental con Jennifer Lopez, que los puso en las portadas de todas las revistas de chismes, tuvo muy mal final y casi le cuesta la carrera.


Ben Affleck as A.J. Frost in Touchstone's Armageddon


En 2005, Affleck se casó con otra Jennifer – Garner, la actriz protagonista de la exitosa serie Alias- y juntos son los padres de dos niñas. Podría decirse que este matrimonio vino a ser un punto de partida para Affleck, ya que no sólo estabilizó su vida personal, también le ayudó a dar un giro a su carrera; se apartó de los proyectos “glamorosos” de Hollywood y volvió un poco a sus raíces independientes, dirigiendo a su hermano Casey Affleck en Desaparecida, un sólido thriller de 2007 y ahora repite como director con The Town/Atracción peligrosa, un filme escrito también por él, en la que interpreta a Doug MacRay, el jefe de una banda de Charlestown, un conflictivo barrio de Boston famoso por ser el origen de la mayor cantidad de atracos a bancos y a camiones blindados de todos los Estados Unidos. Affleck eligió al resto de los principales actores del filme: Rebecca Hall (conocida por su papel en Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen), John Hamm (de la aclamada serie de televisión Mad Men), Jeremy Renner (protagonista de En Tierra Hostil) y Blake Lively (Gossip Girl), filmando todo en locaciones naturales de Boston, lo que le representó una vuelta a casa, literalmente.


Ben Affleck in Paramount and Dreamworks' Paycheck


-¿Porqué elegiste esta película para continuar tu carrera como director?
Tuve varias razones. Creí que podía hacer un buen trabajo y a cierto nivel quería descubrir si podía hacerlo como director. También me pareció que tenía una buena historia, una buena arquitectura en su argumento. La historia transcurre en la ciudad en que nací, la gente hablaba de una manera que yo entendía, estaba muy cómodo con los personajes y el diálogo. Debajo de todo esto, temáticamente, estoy muy interesado en los temas que trata y creí que tenía estupendos personajes. Eso me gusta porque no está todo completamente cerrado para el espectador por su ambigüedad en el desenlace. Quería que la gente reaccionara. La película esta hecha para impactar, para entretener. Queria hacer una película como las de los 60 y 70, ¿sabes? Como Bullitt, como las de Eastwood.

-¿Fue dificil volver a la dirección?
La verdad es que para mí, dirigir es realmente difícil. No fue una situación sencilla el regresar a un foro para hacerlo. Pero también fue bastante divertido tener, como director, esa mano dentro de la película y no estar simplemente fuera sino poder controlar algunos de los aspectos.


Ben Affleck at the LA premiere of Focus Features' Hollywoodland


-Además de dirigir, actúas. ¿Cómo compaginas los dos papeles?
Los dos me hicieron sentirme realmente bien y de cara al futuro me gustaría seguir haciendo ambos siempre que tenga la oportunidad. Para mí, todo es parte del mismo proceso, hacer una película, contar una historia, hacerlo visualmente. Es una forma interesante de expresar ideas. Creo que el riesgo es absolutamente necesario en el proceso creativo. Si tienes demasiado miedo al fracaso vas a tomar opciones muy conservadoras, sosas. Intentar lo inusual es la única forma de que pasen cosas interesantes.

-¿Qué conclusión sacas de esta experiencia?
Esta experiencia fue excelente para mí. Al estar en Boston, utilizar ese ambiente como escenario y empujarlo hacia delante dentro de la historia. Utilicé actores locales no-profesionales, no solamente los extras, y les di personajes dentro de la historia y eso me permitió englobar esta narrativa ficticia con una sensación de documental. Lo importante es no perder el ritmo narrativo. Personalmente espero poder centrarme en mis dos facetas en un futuro, aunque dependerá de lo que me llegue. Si es bueno, me gusta y quieren darme el trabajo, lo haré.


Ben Affleck at the LA premiere of Gigli


-Antes de casarte con Jennifer Garner, eras un blanco fácil de los papparazzi pero ahora que has formado una familia, estás más alejado del ojo público. ¿Crees que esto te ha permitido el adentrarte al terreno de director?
Solo me centro en mi trabajo e intento hacer lo mejor que puedo y dejo que los medios se preocupes por si mismo ya que están tan interesados. Aunque reconozco que ha sido estupendo que nos hayan dejado en paz. ¡No me gusta ser famoso! (se carcajea). En el último año, aunque rodé dos películas, quise tomarme un descanso y mantener las cosas calmadas, estar en casa con Jen y las niñas, leer, poner ideas en papel. Si te dedicas a esto eres automáticamente una figura pública. Mi familia y yo disfrutamos el no tener un perfil tan público, la verdad es que no me veo como un hombre lo suficientemente carismático como para que digan que soy una estrella, porque no tengo la vocación, ni las ganas, de serlo. Y creo que eso nos compensa en un momento dado.


Ben Affleck at the LA premiere of Paramount's Paycheck


-¿Qué proyectos tienes en mente para seguir a The Town/Atracción peligrosa?
No estoy seguro. Tengo varias cosas, algunas como director pero que son completamente ajenas a mis proyectos como actor y que necesitan que las empuje. Pero estoy esperando a terminar con la promoción de esta película, ir a casa, pasar un tiempo con mis chicas favoritas y después, centrarme. Lo primero que quiero hacer no pensar en nada que no sea mi familia durante unas semanas y luego pensaré en cuál será mi próximo trabajo.

-Pero también tienes compromisos como activista y recaudador de fondos, para la lucha de los derechos humanos en Congo.
Es verdad. Estar implicado me ha dado mucho. No sé cuánto les he ayudado y las verdad eso no me importa, porque a mí me han ayudado mucho. Me hace sentirme bien como persona. Me conecta con esta idea de lo que es importante en la vida. Me hace sentirme que estoy viviendo de acuerdo a la persona que quiero ser y al mismo tiempo me inspira para hacer mi vida mejor. Ahora bien, no me engaño en pensar que simplemente porque aparezco de vez en cuando en algún lugar de repente las vidas de las personas van a mejorar. Son motivaciones egoístas. Lo importante es trabajar para ayudar a los que lo necesitan. No sólo hace que uno se sienta mejor y en el proceso esperas poder lanzar algo que sea útil para las personas que te rodean. Es importante tener presentes a los demás.




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Actividad paranormal 2 / Paranormal activity 2, de Tod Williams

David Guzmán



Está claro que el cine se rompe en gustos y este post no pretende convencerlos de que los míos deban seguirse como Biblia. Si acaso es presentarles un punto de vista que a la larga deberá asignársele su dosis de escepticismo y que en el mejor de los casos podría verse como una opción o mera opinión adicional de la que se puede echar mano para complementar un visionado.

Esto viene a colación porque en días pasados, Paxton -un cuate que tengo en alto grado de confianza por su amplio bagaje de Cine- depositó grandes cantidades de alabanzas a la cinta que nos ocupa. Conservadoramente, al notarme interesado en ver el film derivado de sus apreciaciones, concluyó diciéndome “Yo no recomiendo películas, si la ves es bajo tu propio riesgo”

Y así lo hice.







Al terminar de ver Actividad Paranormal 2 empecé a twittear que la cinta no me había gustado y que al menos un par de ocasiones estuve a un paso de salirme de la sala, cosa que no hice por una extraña costumbre que tengo de “respeto” al séptimo arte en general, chutándome cada bodrio –no necesariamente digo que éste lo sea- hasta sus últimas consecuencias y últimos minutos casi como una manda.

Ante mi comentario, Paxton me pidió que al menos señalara los errores que había encontrado; las virtudes -que sí tiene, lo acepto aunque no siento que al grado que él señala- las pueden leer ampliamente en su texto; de mi parte intentaré plasmar un poco lo malo que encontré para no redundar:



* Perdí la cuenta de los minutos que NO PASA NADA en el film. Es peligrosísimo jugar con la paciencia del espectador, corres el riesgo de perderlo o que minimice su interés. Revisé mi reloj al menos tres veces y creo que es hasta la hora cuando empiezan las ‘señales de vida’. La sensación que experimenté es más una ansiedad de hartazgo que de nervio porque la entidad maligna se manifestara de una buena vez.

* Hay algo en el “falso documental” que están intentando venderme y que no me deja del todo convencido. Jamás me creí que estaba basado en hechos reales como intentaron hacerlo. ¿Falta de congruencia? La sensación es de “la gente ya sabe que esto es falso, así que no es necesario tratar de hacérselos creíble con más datos”. Craso error, hay que llevar la mentira a niveles donde la duda no encuentre cabida y especialmente por el formato elegido para contarnos esto. Casi salía del cine cuando medio leí lo que sucedió con el nene y la tía; simplemente me perdieron como espectador.

* Es estúpido el comportamiento de los personajes. No es posible que ante tantas anécdotas y detalles ocurridos en todas esas noches NADIE revise enseguida lo que está aconteciendo y verificar las grabaciones de las cámaras de seguridad, y aunque hay momentos que lo hacen, esto ocurre totalmente a destiempo. Que alguien me explique si este es un artificio para provocar intencionalmente la duración de la película porque casi no me doy cuenta.

* ¿Qué se le cerró la puerta a la niña y ella alega que es un demonio y no le creen? Acceso de inmediato a la grabación y nos evitamos el pancho que se armó. ¿Qué la mamá está catatónica y nadie sabe por qué? Acceso a la grabación que se está pagando y vemos que ocurrió, pero duh! esto NO ocurre de inmediato, estimados lectores.

* ¿Qué es esto? ¿Poseídos con Denzel Washington? , dejando de lado la forma del “traspaso”, ¿esa posesión “sutil” se vuelve violenta -al grado de matar- cuando está en el cuerpo de la hermana de la protagonista pero con Kristi no?

* Tampoco les creí todo el cuento del pacto con el demonio ancestral y la pobre verborrea del primogénito, motivo por el cual la entidad se quiere llevar al pequeño. Desconozco si era necesario ver la parte 1 para comprenderlo pero en lo personal este argumento lo compro en una película de Sam Raimi (por ejemplo), no en una que se maneja como –falso- documental ubicado en la época actual.

* La sensación permanente de “esto ya lo ví” está presente todo el tiempo: desde el estilo de La Bruja de Blair, el jueguito de la ouija para contactar al ente, la investigación en google de pactos demoniacos con precio de por medio, los ataques tipo Barbara Hershey en The Entity (al menos ahí eran más gráficos) y hasta el escéptico que echa a perder la paciencia del espectador.



Hay pues problemas de coherencia en todo el entramado. Me ofrecen una historia con tintes reales pero el patinazo sobreviene con la actitud idiota de los involucrados y las leyendas urbanas que adolecen de fuerza argumental en pantalla (aún tratándose de una reconstrucción de grabaciones) de los familiares de la protagonista. Repito, cerca de una hora sin ver nada relevante.

Más allá de todo esto y aludiendo a una frase que mi amigo y mentor Paco Peña alguna vez me dijo: “uno no va por la vida siempre justificando porqué le gustan o no las cosas” la sensación casi inconsciente de “damn, quiero salirme de la sala” (y no precisamente por miedo) hizo acto de presencia y ante ella, no hay mucho para donde hacerse, justificada o no.

Así que parafraseando al buen Paxton, véanla bajo su propio riesgo y si por primera vez coinciden con Roger Ebert, no se sientan culpables o disminuidos intelectualmente.



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¡Oh, El Show de Terror de Rocky!: Treinta y cinco años de absoluto placer

De sus humildes orígenes teatrales a ser la película de culto más célebre de la historia, El Show de Terror de Rocky ha dejado huella en la cultura pop, creando su propia mitología.

Miguel Cane

Aunque parezca increíble, sin Jesucristo Superstrella, no existiría El Show de Terror de Rocky.



El que estas dos obras, que nada tienen qué ver estén relacionadas, se debe a que en ese montaje el director Jim Sharman conoció a Richard O'Brien, actor-cantante de singular aspecto y excéntricas ideas, que fue despedido por Andrew Lloyd Weber al atreverse a desafiarlo e interpretar a Herodes como Elvis Presley, en contra de lo especificado por el autor, que hizo berrinche y lo puso de patitas en la calle. El desempleo forzoso lo aprovechó O'Brien para escribir su propio musical con rock and roll, inspirado por las películas de terror de la serie B que había visto de niño, sazonado con una fuerte dosis de sarcasmo y sexo desenfadado. Sharman lo produjo y dirigió en el Royal Court's Theatre Upstairs, espacio pequeño del West End, dedicado al “Teatro experimental”, con un elenco que incluía a Tim Curry y Patricia Quinn (en sus propias palabras, la llamaron de último minuto días antes del estreno, cuando Marianne Faithfull se fumó hasta los zapatos y se le fue la onda).




La obra se estrenó el 19 de junio de 1973, y la reacción fue inusitada: el público la consideraba una fiesta de la que eran no sólo espectadores, sino partícipes. El éxito hizo que fuera trasladada a un antiguo cine de Kings Road convertido en teatro, donde llegó a las 2.960 representaciones. Posteriormente se llevó al Roxy Club de Los Ángeles incorporando al rockero Meat Loaf al elenco y en 1976 la formidable Julissa adquirió los derechos para estrenarla en el desaparecido cabaret Señorial del Hotel Regis; traducida y protagonizada por ella, con Gonzalo Vega como Frank N. Furter con taconazo popis, popularizó “El Baile del Sapo” -- le haría versiones hasta Timbiriche- y recibió amenazas, algunas hasta de muerte, por parte de miembros del público, ofendidos por lo que llamaron “mariconadas” en escena; la controversia, desde luego, contribuyó a un éxito rotundo.




El productor Lou Adler –creador de la saga de Cheech y Chong– con financiamiento de la 20th Century Fox, inició el rodaje de The Rocky Horror Picture Show en octubre de 1974, en los Bray Studios de Londres, hogar de las Hammer Films. La cinta fue dirigida por Sharman, con un reparto que reunía a veteranos del montaje teatral –Curry, O'Brien, Meat Loaf, Pat Quinn, Little Nell– y caras nuevas, como Susan Sarandon (que estaba suculenta) y Barry Bostwick, quienes encarnaron a Brad Majors y su noviecita santa Janet Vice... er, Weiss, pareja de magníficos – por no decir fresas y aplatanados- chicos del pueblito de Denton, que una noche de tormenta van a parar a la residencia del científico loco Doctor Frank N. Furter (Curry, en una interpretación monumental), dulce y pervertido travesti del planeta Transexual en la constelación Transylvania y toda vez ahí viven una sensual y tenebrosa aventura que los cambiará mientras bailan, cantan, se encueran alegremente y mandan sus ñoños valores burgueses a la basura.




Cuando la película se estrenó para Halloween de 1975, el público joven adoró la cinta, pero las opiniones de los principales lideres conservadores eran muy negativas: ¡pero cómo! la película promovía la homosexualidad, la promiscuidad, las drogas y la música rock. ¿Qué es lo que hace que hoy, después de 35 años, la película haya sobrevivido a sus detractores? La cosa es simple: como estreno comercial fue un fracaso, pero se convirtió en un éxito de culto al ser reestrenada en el circuito de medianoche en el Waverly Theatre de Greenwich Village. A esas funciones acudieron los mismos aficionados que asistían al teatro, y fueron ellos quienes reprodujeron la costumbre de participar de la pachanga. Pronto, intérpretes espontáneos, vestidos como los protagonistas jugaban a repetir la acción de la pantalla entre las butacas; un grupo de espectadores comenzó a interpelar a los personajes de la película, corear las canciones y coreografias, transformando un simple visionado en un espectáculo.




Así surgió todo un culto. Poco a poco, las proyecciones de la película con participación de la audiencia se convirtieron en un fenómeno internacional, ajeno a las modas, idóneo para eternizar el musical ostensiblemente basado en la nostalgia.

Pocos largometrajes han logrado un seguimiento tan fiel, y aunque se haya intentado entender el asunto, lo cierto es que consolida su propia mitología año con año en estas fechas en cines, teatros, bares y discotecas alrededor del mundo: cada nueva proyección de The Rocky Horror Picture Show produce el milagro; Riff Raff, Magenta, Columbia, Frank o Janet te hablan con tanto descaro que no es posible apartar los ojos de la pantalla.




Casi todo el elenco recuerda con cariño su participación en la cinta original: Susan Sarandon es la primera en reconocer que en buena parte el inicio de su carrera se vio impulsado por este filme y que el afecto de los fans de Rocky Horror es perenne, Barry Bostwick suele sonreír si en la calle alguien le grita “Dammit!”, Meat Loaf canta canciones de la obra en sus conciertos y sólo Tim Curry frunce la boca cuando le hablan de ella. Si bien su ingratitud podría pesar a los fans, en realidad, un menosprecio no hace verano.

Con sus escenas de seducción, canciones pegajosas, referencias al cine y su lema de ser auténtico y entregarte al placer absoluto sin que importe cómo o quién seas, El Show de Terror de Rocky ha pasado a la posteridad como pocas obras, invitándonos a poner las manos en la cadera y un salto dar para atrás, demostrando que sustancialmente es mucho más que un relajo bien extraño y muy pasado.

Ya lo saben, como hace 35 años, el programa de esta noche es de terror (con Rock and Roll).







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23 oct 2010

Borat, de Larry Charles

Miguel Cane



Esta es una de esas películas en las que al entrar en la sala de cine uno no sabe realmente qué esperar: si una comedia inane de corte americano, o por el contrario algo original con lo que reírse de lo lindo, pero creo que no es exactamente ninguna de las dos cosas… sino que se trata de una cinta cínica y hábil, que maneja mucha más inteligencia de la que se esperaría según su formato.




Borat cuenta la historia en plan documental de un reportero de Kazajistán (Sacha Baron Cohen) que viaja a Estados Unidos para, muy a su manera, tratar de aprender la forma de vida Americana y presentar un documental en su país de origen que explique por qué se trata de la nación más idolatrada – e idólatra- del mundo. A partir de ahí, la película empieza con Borat mostrándonos su poblado en Kazajistan, una escena surrealista en la que las risas son inevitables. Después y ya en terreno estadounidense los gags y chistes se repiten sin cesar, aunque no cansan ni aburren: las escenas en su mayoría están enfocadas y rodadas como documental, con el protagonista contando sus aventuras por terreno Americano e incluso algunas escenas se rodaron con cámara escondida.




El filme aprovecha para ridiculizar numerosos aspectos de la sociedad consumista estadounidense y Sacha Baron Cohen (de origen inglés y más conocido como Alí G) los critica la mayoría de las veces de las formas más absurdas y a la vez coherentes que podamos imaginar. Son de antología las escenas en las que Borat aprende modales, en las que habla e intenta entender la comunidad negra, etc... Uno no puede evitar `preguntarse si esto lo habrían hecho Laurel & Hardy o Harold Lloyd si hubiera sido un tópico en su era. ¿Y qué diría Chaplin? ¿Es esta la evolución natural de su Charlot o estará acaso revolcándose en la tumba?




El guión – del mismo Baron Cohen- está lleno de golpes cómicos y púas envenenadas que funcionan de maravilla. Como intérprete, Baron Cohen hace un papel sensacional acompañado de su "productor" o "agente" que también es delirante (ojo a una escena en que ambos personajes luchan completamente desnudos, en un involuntario y bizarro homenaje a Women in Love de Ken Russell). En la cinta también aparece momentáneamente la exuberante Pamela Anderson, que hace un cameo realmente gracioso (Borat se enamora por primera vez de adolescente viendo Baywatch y decide ir a "casarse" con Pam)

La película que da un tono humorístico y sarcático a los conflíctos que los Estados Unidos tiene con los países del Medio Oriente, y satiriza a la propia sociedad Americana con escenas muy bien hechas, con humor abstracto, y descarnado. Esta es una comedia que no es para todos los gustos, pero que amerita verse por una sencilla razón: es un trabajo original y refrescante, en una temporada saturada de basura prefabricada.

Borat
Con Sacha Baron Cohen, Ken Davitian y Luenell.
Dirige: Larry Charles
Estados Unidos/Gran Bretaña 2006


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La Caída / Der Untergang, de Oliver Hirschbiegel (01) - Jacobo Bautista

Jacobo Bautista



Esta vez voy a comenzar con una cita de una miniserie… la Band of Brothers producida por HBO… la columna de la 101 División Aerotransportada en camino a Alemania se encuentra con una enorme columna de soldados alemanes que se han rendido, van caminando la gran gran mayoría y algunos oficiales van en una carreta tirada por caballos. Al ver a los oficiales, un soldado de la Compañía E, que iba sentado en un transporte anfibio se levantó enojado a gritarles:

“Oigan ustedes, sí ustedes, estúpidos alemanes bastardos. Saluden a Ford, saluden a General Motors. Estúpidos cerdos fascistas, ¡véanse! Ustedes tienen caballos ¿Qué estaban pensando? Arrastramos nuestros traseros medio mundo, interrumpiendo nuestras vidas ¿para qué? Ignorantes, escoria servil ¿qué carajos estamos haciendo aquí?”

Hey, you! That's right, you stupid Kraut bastards. That's right. Say hello to Ford, and General fuckin' Motors. You stupid fascist pigs. Look at you. You have horses. What were you thinking? Dragging our asses half way around the world, interrupting our lives. For what, you ignorant, servile scum. What the fuck are we doing here?


Casi toda la película de La Caída / Los Últimos Días estuve pensando en esa cita. ¿Pues qué estaban esperando los alemanes, qué demonios estaba pensando esa escoria servil e ignorante?

Cuando se publicó, hace más de tres décadas, el libro Yo Volé para el Führer del piloto de la Lufwaffe Heinz Knoke, los editores del libro, americanos, estaban contentos de al fin tener ‘un relato del otro lado’. Con el tiempo vimos libros de generales y soldados alemanes, pero al cine llegaban muy pocas versiones de la guerra, a los alemanes no les ha de gustar mucho porque no solamente se equivocaron de liderazgo, sino que hicieron barbaridad y media y al final lo que tuvieron fue su merecido.

El ejemplo del libro de Knoke no es muy brutal, el oficial de la fuerza aérea era de una élite educada, no vio el campo de batalla tal cual y peleó una guerra de caballeros, en un pasaje incluso comparte una botella de champaña con un piloto inglés al cual derribó y se congratula por haber derribado a su enemigo, pero que éste estuviera vivo.

En la única película alemán que me viene a la mente, Das Boot, la historia está también lejos de las atrocidades del campo de batalla, en la guerra de los submarinistas alemanes, que son tema aparte, caballeros en su propio estilo que aún antes de la guerra fueron y son respetados por sus rivales.



Por alguna razón, Oliver Hirschbiegel no sólo decidió hacer una película de la última guerra que perdió Alemania sino que la hizo sobre Adolf Hitler, la figura que el la historia universal encarna, más que nadie, al demonio mismo. Aceptémoslo, Hitler es el mal encarnado.

La figura de Hitler en el cine siempre ha sido la misma, la del maniaco que quiere conquistar al mundo, la figura obsesionada que vemos dando discursos demagógicos, tomando decisiones militares o gritando improperios a quien lo desobedece… a lo más, había sido una figura constantemente ridiculizada. Lo primero que llama la atención de esta película es el morbo (¿cómo podrían los alemanes lidiar con este personaje de su pasado reciente?).

Hirschbiegel reclutó a Bruno Ganz para su papel principal y decidió basarse en un par de libros que dan cuenta de los últimos días del dictador alemán. Y aunque la película nos sitúa primero en 1942, con la llegada de Traudl Junge (interpretadas por Alexandra Maria Lara) al puesto de secretaria del Führer, de inmediato la película da un salto a 1945, en el sitio de Berlín por el ejército soviético.

Pero, es en esta primera secuencia, en 1942, cuando la película toma su tono (o al menos el que debiera ser su tono)… hay un grupo de chicas que van por el trabajo de secretaria del Canciller del Reich y se tienen que entrevistar con Hitler mismo. Se abre la puerta, sale el Führer a ver a las candidatas e invita a pasar a una a tomar dictado… ¡oh sorpresa! Vemos a un viejito ya afectado por la enfermedad de Parkinson, bonachón, buena onda que le dice a la chica que no se preocupe si comete errores al escribir sus dictados, pues él se equivoca también cuando los redacta; más tarde Junge no le puede seguir el paso, el viejito amable le dice que lo intente de nuevo, que por él no hay problema.




Ya en 1945 lo volvemos a ver, más canoso, con el Parkinson más acentuado, más encorvado y –sí, hay que aceptarlo– más cándido… al menos en las primeras secuencias. El todo poderoso déspota dictador que los medios nos habían mostrado resulta que es un ser humano… todo el poderío y el miedo ha desaparecido, eso sale perfectamente en la cinta… y para dejarlo bien claro, ya situados en 1945 una de las primeras escenas en exterior (casi todo se sitúa en el interior del búnker de Hitler, bajo el Reichstag) nos deja casi sordos, cuando un obús ruso hace explosión frente al edificio de la cancillería… no es una bomba de un avión sino artillería rusa… los rusos ya tienen a la casa de Hitler a tiro de un cañón… ¿qué respeto se le podía seguir guardando al líder que prometió conquistar el mundo y un imperio que duraría mil años cuando ya los rusos están a la vuelta de la esquina queriendo cobrar la factura por todas las atrocidades que cometieron los alemanes en su tierra?




Vemos tres tipos de personajes, que además de la carga histórica, llevan impresas las distintas reacciones que tiene la gente cuando un proyecto se va a pique (podría haber símiles en la política mexicana, pero me da flojera hacerlos). Están los que son leales hasta el final, de ellos hay dos tipos, los que sencillamente son leales pero mantienen el juicio (son responsables de sus acciones, pero no toman acciones estúpidas sin razonar) y los que mas que leales son fanáticos, caso Goebbels y su esposa, quien prefiere asesinar a sus hijos antes de verlos crecer “en un mundo sin nacionalsocialismo”.



Los otros, como el caso de la joven Traudl Junge, parecen atrapado en medio de la locura. Esta chica lo único que quería era un empleo y ¿cómo resistirse a ser la secretaria del todopoderoso canciller del Tercer Reich? La curiosidad, admite, la metió en ese lío y como todos se habían portado muy bien con ella, la chica se quedó hasta el final o más bien, hasta que la situación ya era imposible.

Los terceros son los que ven primero por ellos. Goering, el incondicional de Hitler y Himmler, su brazo derecho fueron de los primeros en abandonar el barco y huir.. y no sólo eso, se vislumbraban como los sucesores de Hitler, quienes podrían negociar con los norteamericanos algo a cambio de detener la ofensiva rusa (en los últimos días de la guerra, muchos alemanes soñaban con una alianza con los americanos en contra de los rusos, incluso llegaron a pedirle a los americanos permiso para que la fuerza aérea pudiera seguir operando contra el ejército rojo; obvio, los americanos –aunque había a quienes les gustaba la idea– mantuvieron su palabra y fueron hasta el final aliados de los rusos).

La visión del Hitler bonachón, del viejito simpático es lentamente cambiada, con algo de maestría (y algunos segmentos aburridos que hacen la película muy larga, casi tres horas) a la de un dictador decrépito. Hitler, con los rusos ya encima, a unas cuantas calles de su cuartel, sigue mostrándose orgulloso de haber librado a su país de la amenaza judía, habla también de que la compasión es para débiles, que hay que aplastar a los mismos… su discurso es, efectivamente, el de un viajo decrépito, pero la tragedia es que el pueblo alemán le dio permiso de ejercer todas esas locuras.

Su misma locura es su perdición. Todos a su alrededor le piden dos cosas: primero, que huya de Berlín y la segunda, que haga algo para parar la masacre que los soviéticos están haciendo de sus tropas (la resistencia era tan feroz que los rusos perdieron muchísmos hombres en la ofensiva contra Berlín). La toma de la capital alemana por los rusos era obvia, cuestión de tiempo, pero el decrépito viejito estaba necio con ejércitos que no existían, con ofensivas irrealizables y con la idea de sacrificar al ejército y al pueblo en aras de algo que ya no existía.

Como película está algo larga, se ve que los realizadores, en aras de contextualizar el conflicto que se vivía al interior del búnker, incluyeron varias escenas de lo que pasaba en las calles de Berlín que no sólo alargan la película sino que le quitan realismo a la cinta pues los rusos marchan desordenados por las calles sin cubrirse, nadie les da órdenes, avanza o la infantería sola o un tanque solo por las calles (siendo así, jamás hubieran tomado Berlín) y la pieza de artillería alemana que sale a leguas se ve muy falsa... casi todo el presupuesto de la cinta se fue en decoración, el búnker quedó como suponemos que es, como se ve en las películas viejas del Ejército Rojo, pero los exteriores trataron de ser tan espectaculares que se ven muy raros… muchísimas tomas cerradas, lo cual se adivina es un set y uno un exterior, se ve, se siente falso.

Al final, son pecados menores porque la obra no es una película de guerra sino más bien como que de semblanza histórica, como tal no voy a decir que es una obra maestra como lo es el retrato que de Wolfgang Amadeus Mozart se hace en Amadeus, pero es un vistazo sincero, digno, de sus compatriotas al más terrible líder de todos los tiempos.

Es una buena cinta, pero antes de decir simplemente ¡váyanla a ver! (El estreno mundial fue en febrero no sé por qué en México se estrenó cuando ya había en las tiendas la versión en DVD región 1, es decir, ya la película habiendo pasado por cartelera y Pay per View), sí quiero hacer dos anotaciones…

La primera es un discurso de supuesta crueldad de Goebbels cuando le señalan del sufrimiento del pueblo alemán que está siendo aniquilado por los rusos, del ejército ya diezmado… y el genio de la propaganda responde que ellos se lo han buscado, fue el pueblo quien los eligió y ahí está su recompensa. ¿Saben qué? El tipo tiene razón, ellos eligieron a este loco, votaron por él y le apoyaron en todas y cada una de sus locuras… y ahí está Dresden, la guerra, los muertos, la ocupación. Ellos se lo buscaron ¿o creen que los americanos querían recorrer medio mundo para invadir Alemania, creen que los rusos querían ir a cometer barbaridad y media más allá de las fronteras polacas? No lo creo…

Al final de la película aparece Traudl Junge, la anciana, la que estuvo ahí, aquella en cuyo libro está basado en parte el guión de la película… ella se disculpa, dice que se siente culpable porque aunque tenía 22 años (su justificación hasta después de la guerra era su juventud) sabía que gente aún más joven que ella murió asesinada en los campos de concentración, en los bombardeos… jóvenes de su edad murieron en el sitio de Stalingrado, en los bombardeos de Londres, en las playas de Normandía… pero dice que ella y sus compatriotas, su círculo cercano ignoraban todo sobre el holocausto… el trato a los judíos.

Y yo digo, okey, pasemos de largo el holocausto (malditos ignorantes ¿pues qué creían que hacían con los judíos, llevárselos a Manchuria?)… PERO ¿cómo permitieron que su país se lanzara a hacer la guerra a absolutamente todo el mundo –menos a Suiza–, cómo permitieron creerse las estupideces de conquistar el mundo... y por eso no dejé de recordar las palabras de David Kenyon Webster, soldado raso de la 101 División Aerotransportada del Ejército Americano, Compañía E… “Oigan ustedes, sí ustedes, estúpidos alemanes bastardos. Saluden a Ford, saluden a General Motors. Estúpidos cerdos fascistas, ¡véanse! Ustedes tienen caballos ¿Qué estaban pensando? Arrastramos nuestros traseros medio mundo, interrumpiendo nuestras vidas ¿para qué? Ignorantes, escoria servil ¿qué carajos estamos haciendo aquí?”

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La Caída / Der Untergang, de Oliver Hirschbiegel (02) - Miguel Cane

Miguel Cane





En La Caída, nos asomamos a instantes clave de la vida de Traudl Junge, quien es una joven mujer alemana en los agónicos días de la guerra en la primavera de 1945. Su existencia sería como la de muchas otras mujeres en su condición, que sirven como ojos de un régimen que está por caer.

Newmarket Films' Downfall





La diferencia aquí es que Fräulein Junge (interpretada por la muy joven y bonita actriz rumana Alexandra María Lara, que da el todo por el todo en su creación) es la secretaria particular de Adolfo Hitler (un mesmérico Bruno Ganz, aquí totalmente alejado de sus conmovedoras interpretaciones de las cintas que hizo para Wim Wenders como Las alas del deseo o El amigo americano) y es a través de su mirada, que trasciende en la historia, que lo vemos todo.



La situación de la elite nacionalsocialista ahora ya es desesperada: Berlín, sede del Reichstag, está por caer irremediablemente bajo el fuego intenso de artillería pesada. El ejército rojo cierra el cerco sobre el Führer, que permanece atrincherado en un búnker bajo la cancillería alemana junto a la cúpula militar de sus aliado, confidentes y cómplices y su mujer, la enigmática Eva Braun. A pesar de la inminente derrota, Hitler se niega abandonar Berlín ni a aceptar cualquier capitulación, proclamando la lucha hasta el final y la destrucción del pueblo alemán junto con el hundimiento del Reich.




Si bien, el desenlace histórico es por todos conocido, no deja de ser fascinante (y un tanto morboso) el asomo a estas últimas horas de su vida, en las que el hombre, representado como una criatura patética, atribulada por el creciente horror de su fracaso, así como por sus propios demonios personales, alterna sus estados de ánimo que van de la soberbia al miedo, aún si no se atreve a mostrar contrición. En torno suyo, el imperio que hizo diseñar, se cae a pedazos, mientras Eva (Juliane Köhler) se pierde hasta quedar prisionera de su fantasía y Magda Goebbels (una impresionante Corinna Harfouch), la übermutter por excelencia, se convierte en Medea sin pestañear. Es el fin del mundo para ellos y prefieren irse entre las llamas que encarar la realidad y esto, para el espectador, resulta una experiencia tan memorable como perturbadora.




Oliver Hirschbiegel, el director, ya era conocido en México por su cinta de 2001, El Experimento, que versaba sobre un tema similar: personajes confinados a una atmósfera claustrofóbica en la que gradualmente se van convirtiendo en seres degenerados y desesperados. Aquí, los resultados de su visión provocan un efecto extraño: la película comienza con la narración de Traudl, pero esto es un artificio: el verdadero protagonista absoluto es Hitler, y este personaje, en manos de otro cineasta, seguramente habría sido una caricatura barroca y grotesca.




Sin embargo, Ganz logra lo que parecería imposible: nos horroriza, pero también representa a la humanidad que conocemos: cualquiera podría ser como él, o al menos esa parece ser el arma que esgrime en ese encierro final que lo llevará a su destrucción final, algo que para él comenzó aún sin notarlo, desde 1938. La intención de La Caída es, aparentemente, mostrarnos más allá de un éxito comercial, los horrores del monstruo como su propio vedugo y si bioen esto es interesante, hay un problema con la cinta, que podría más funcionar en su contra. Su larga duración excede la paciencia del espectador, ya que las secuencias llegan a ser muy difíciles de soportar, más aún si se toma en cuenta de que se es testigo de la agonía bajo la que viven unos seres infelices arrastrados por la mente degradada de un demente en el que han depositado una fe ciega e imponderable, y en un caso como ese, es muy difícil, por no decir imposible, tenerles compasión.




Sin duda es un filme importante, espléndidamente realizado, comprometido y hasta valeroso, pero hay algo que desagrada: la cuestión aquí no yace en su ejecución impecable o actuaciones impresionantes, sino que deja a uno con un sabor raro en la boca y la incómoda sensación de que ha sido partícipe de algo siniestro, y ruin. Nada de qué sentirse orgullosos al salir del cine.

La caída/Der Untergang
Con: Bruno Ganz, Alexandra María Lara, Juliane Köhler, Ulrich Matthes y Corinna Malhouf.Dirige: Oliver Hirschbiegel. Distribuye: Videocine (2004)


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