24 feb 2009

The Wrestler / El Luchador, film de Darren Aronofsky

Miguel Cane

Desde que inició su carrera hace poco más de una década con la extraordinaria Pi: el orden del caos, el estadounidense Darren Aronofsky se ha establecido como un cineasta idiosincrásico y notable; su trabajo en la descarnada Réquiem por un sueño le valió el reconocimiento del público y la crítica, mientras que la muy anticipada La Fuente fue controvertida y vilipendiada por algunos, donde otros la señalan como una obra visionaria.


Ahora retorna con El luchador, una cinta que se centra en cómo transcurre la vida de Randy 'The Ram' Robinson, un profesional de la lucha libre de la década de los ochenta que ha visto pasar sus mejores épocas y tras sufrir un infarto después de participar en un combate, es instado por los médicos a abandonar definitivamente el ring. Sin muchas opciones, Robinson trata de rehacer su vida junto a Cassidy, una fatigada stripper a la que corteja y trata de reestablecer una relación significativa con su hija adolescente, Stephanie, a la que no ha visto en años y quien, a todas luces, lo desprecia – al menos al principio- pero una irresistible oferta para un nuevo combate de exhibición contra su antiguo rival, el Ayatollah, lo lleva a buscar la gloria de nuevo, aunque sea una vez más.


Suena un poco como el argumento de una de las cintas de la saga Rocky, ¿no es verdad? Sin embargo, esta es una cinta madura, casi documental, con una cámara en mano pegada casi siempre a la espalda de su protagonista, por lo que trasciende las etiquetas y resulta en un verdadero prodigio. Levantándose de su propia ruina, igual que Ram Robinson, Mickey Rourke, que fuera un actor con el mundo a sus pies y que por su petulancia personal acabó sistemáticamente con cualquier respeto profesional que tuviera, se levanta de la caída y ofrece una interpretación intensa, casi desesperada, sin nada qué perder y junto a él brillan la casi olvidada Marisa Tomei y la joven Evan Rachel Wood, incandescentes como las dos mujeres que lo anclan al mundo real fuera del cuadrilátero.



Como suele ser habitual en su obra, aquí Aronofsky nos ofrece un endeble atisbo de esperanza en un mundo monstruosamente cruel e indiferente, un resquicio de luz que se podría apagar de súbito, sin contemplación alguna, no sólo para su protagonista, sino para todos los que conforman su mundo. El director ofrece una mirada sin concesiones al declive de dos personajes cuyo trabajo y, por ende, su propia vida, depende de su físico él destruyéndolo gradualmente y ella exhibiéndolo con desgano: Ram y Cassidy dos personajes que ven cómo la gloria de la juventud les ha sido arrebatada, pero se rehúsan a aceptar la realidad.

El particular descenso a los infiernos del protagonista, ídolo con pies de barro, no es más que una nueva transustanciación de la lucha del hombre por alcanzar de algún modo la inmortalidad, tema también recurrente en la filmografía de Aronofsky, que adopta matices de inmediatez, de mirar todo de frente, convirtiendo la odisea del luchador en un conmovedor acto que permanece, como sus interpretaciones, tatuado de modo indeleble en la retina del espectador.

The Wrestler/El Luchador
Con Mickey Rourke, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood
Dirige: Darren Aronofsky

Estados Unidos 2008




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17 feb 2009

Orgullo y prejuicio / Pride and prejudice, film de Joe Wright

Miguel Cane


Keira Knightley in Focus Features' Pride and Prejudice


Sin duda, la legendaria Jane Austen es una de la escritoras británicas no sólo más leídas sino queridas por generaciones de lectores (hombres y mujeres) alrededor del mundo mientras que Orgullo y Prejuicio es su novela más reverenciada.


Keira Knightley in Focus Features' Pride and Prejudice



Existen numerosas y muy diversas adaptaciones a este texto, primeramente aparecido en 1813; quizá las más notables sean la de 1940 (con Laurence Olivier, Greer Garson, ¡y guión de Aldous Huxley!), la formidable versión de la BBC realizada en 1995 en seis capítulos con Jennifer Ehle como Lizzie y Colin Firth como la versión definitiva de Mr. Darcy y – curiosamente- El Diario de Bridget Jones, que es virtualmente facsímil modernizado de la historia original.

En esta nueva versión, la fidelidad al texto es intercambiada en algunos aspectos por una relación más inmediata con el espectador y también, por mantener un aire de comedia (presente en la composición original) de un modo más explícito y el resultado funciona de maravilla; dirigida por el joven Joe Wright, esta visita a Longbourne, el hogar de la familia Bennet – con recursos limitados y cinco hijas solteras- es divertida, sagaz, sexualmente intensa – aún si nadie se quita la ropa ni se besa con lengua- y muy atractiva; si bien pasa por alto muchos elementos de la época (algo que a los puristas ha hecho gritar con voz en cuello que Jane se revuelca en su tumba; yo no lo creo, más bien eso debió ocurrir cuando su Emma se convirtió en la caricaturesca-pero-rica-como-bolsa-de-papitas-fritas Ni Idea).

En el papel de Elizabeth Bennet, la joven superestrella británica Keira Knightley (lo único notable de la fraudulenta Rey Arturo), encuentra una manera de trascender su imagen de “soy bonita: quiéranme”, que le fuera impuesta en Piratas del Caribe, como si se tratara de una versión femenina del pusilánime Orlando Bloom. La nena ya había demostrado ser talentosa en Regresiones y ahora, proporciona a su personaje inteligencia y carisma que suscitan una alianza inmediata entre ella y el espectador y a través de sus ojos primorosos de mirada tierna y a la vez socarrona, pero perspicaz, vemos a sus padres (el gran Donald Sutherland y Brenda Blethyn) perder la razón con su tribu de chicas casaderas; a la hermosa y tímida hermana Jane (Rosamund Pike) enamorarse del cándido Charles Bingley (Simon Woods) y también presenciamos el sabroso ping-pong verbal entre ella y el pesado como collar de papayas, pero de noble corazón Mr. Darcy (Matthew Macfadyen), con quien vivirá un original romance, muy adelantado para su época, que deja buen sabor de boca.


Rosamund Pike and Keira Knightley in Focus Features' Pride and Prejudice
Matthew MacFadyen and Keira Knightley in Focus Features' Pride and Prejudice
Donald Sutherland in Focus Features' Pride and Prejudice
Judi Dench in Focus Features' Pride and Prejudice


Enmarcada por el espectacular trabajo de cámara de Roman Oshin – no pierdan de vista la extraordinaria escena de la fiesta en Netherfield Park, en que vemos a todos los personajes en el acto de amar y sufrir por amor, en una sola toma y sin cortes, al estilo de El Arca Rusa. Por algo es alumno de Tilman Büttner- y el diseño de producción de Sarah Greenwood, esta película es una andanza deliciosa, que se podría equiparar a una cena divertida, con amigos que ya se conocen e intercambiando anécdotas consabidas, pero vistas desde una nueva luz. ¿Jane Austen para novicios?


Por supuesto, pero si después de reírse un rato y gozar de todos los elementos (incluyendo a Judi Dench en sus reglamentarios 15 minutos como Lady Catherine, vieja esnob y melindrosa, de esas que todo mundo abomina y nunca faltan), hay gente que salga a buscar leer o releer el libro para vivir la experiencia genuina, entonces hay un motivo extra para regocijarse. Jane Austen está viva y bien y la seguimos queriendo tanto como siempre.

Orgullo y Prejuicio/Pride & Prejudice

Con: Keira Knightley, Matthew Macfadyen, Donald Sutherland, Tom Hollander, Brenda Blethyn y Judi Dench.

Dirige: Joe Wright.

Distribuye: United International Pictures

Gran Bretaña 2005


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Coraline y la puerta secreta / Coraline, de Henry Selick

Jacobo Bautista

La carrera profesional de Henry Selick ha pasado para la mayoría totalmente desapercibida. Para el gran público, la genial película The Nightmare Before Christmas es obra de Tim Burton (de hecho también dirigió la desafortunada James and the Giant Peach). Ahora Selik eligió un oscurísimo cuento de Neil Gaiman para animarlo. Neil Gaiman escribe novelas que son parecidas a alguna pesadilla; claro, hay algunas más amables como Stardust (también convertida en película), pero en general pueden ser consideradas como de terror, aunque más bien son como pesadillas, insisto.

Coraline fue su primera novela clasificada ‘para todo público’ aunque no deja de ser una pesadilla.





El asunto es que Selik agarró la novela y la convirtió en película.

La técnica es la misma que en The Nightmare y James and the Giant… con monitos animados (stop motion, se llama en inglés), aunque se nota que hay muchas cosillas agregadas digitalmente que le da un toque, no más realista, pero más fantástico al asunto.

La primera noción es que es una película para niños, tal vez por eso haya versiones en el cine dobladas al español, quizá es sólo porque haya un problema con ponerle subtítulos a las películas en tercera dimensión –que fue el caso de la versión que vi.

Pero no siento que sea una película para niños, al menos no muy chiquitos, porque el asunto está medio… pos feo.

No se puede esperar algo muy bonito de una novela de Neil Gaiman.

La película se puede anunciar con pasajes alegres, el inicio de la película tiene mucho color y el tono en general es vistoso; incluso se podría armar un corto con los números musicales que tiene la película –la música no es la gran cosa- y anunciarla como una alegre película para chavales con duendes y personajes mágicos.





Pero no, el asunto está pinche porque a Coraline la trata de seducir una bruja que le quita los ojos a los niños y les cose botones en lugar de los ojos (no duele, según dicen, porque la aguja está muy afilada).

Lo que comienza como una película extraña, acaba como pesadilla. Una de esos sueños malos donde todo tiene un detalle curioso, donde nada está en su lugar, donde no importando la hora siempre es de noche (como en Dark City), que muestra la habilidad de los creadores para, en cada uno de los detalles, plantar un algo sorprendente y esto lo hacen de principio a fin.

Todos los muñequitos, por ende, con todas sus transformaciones, son muy coleccionables. Visualmente la película es sencillamente hermosa, la ambientación, los personajes, el escenario que les ponen y lo que ocurre en ellos, los trucos de iluminación, todo luce bello en la pantalla (qué cursi sonó eso). En tercera dimensión, hay que decirlo, se ve todo más increíble.

La lluvia juega un papel importante tanto en el sabor melancólico en ciertas partes de la película (que en 3D las mejores partes son las de la lluvia). En el sonido chafearon un poco, según yo se podía explotar más el asunto con la lluvia.

La premisa de la película Coraline y la puerta secreta, como le pusieron acá, es la historia de una niña de 12 años quien, como toda niña o niño de 12 años, vive a disgusto con sus padres (que no la comprenden). Coraline, recién mudada a la casa donde se desarrolla la acción, descubre una puerta secreta a través de la cual llega a una casa réplica de la suya (que me recuerda mucho a aquello de A través del espejo y lo que Alicia encontró ahí), donde sus padres y la casa misma es todo lo que quiere Coraline que sean.

Pero como en el clásico de Carlo Collidi, Pinocho, el mundo que a los niños se les hace excesivamente atractivo, con los dulces, los chocolates y los juguetes no es mas que una trampa para que les vaya muy mal (en aquél cuento se convierten en burro, aquí les sacan los ojos).

Con alusiones a poemas de John Keates, a diversos cuentos infantiles, Selik logra hilvanar un enredo digno de una película de suspenso, que es lo que esto termina siendo más que una pequeña película de terror (porque en realidad no hay ningún susto).

La comparación inevitable es con The Nightmare Before Christmas, que si es mejor, que si es peor… y así, a mí en lo particular me parecen dos películas muy distintas una de la otra, siendo la basada en el poema de Tim Burton una fantasía y esta un cuento hecho y derecho, un poco estilo fábula. Eso sí, si me preguntan, esta está mucho mejor que El Cadáver de la Novia, que esa sí la dirigió Tim Burton.

Pero sí me da flojera el asunto de las comparaciones. Yo tengo dos versiones del DVD de The Nightmare y uno de El Cadáver, cuando compre este, no se pondrán a competir en la estantería por mi atención.

Técnicamente, al igual que sucedió con Bolt, esta película es la primera de su tipo (stop motion) en filmarse de inicio en formato 3D, y el asunto definitivamente se nota en la pantalla. O sea, que vale la pena el asunto de los lentes y pagar una lana más.

Supuse erróneamente que, luego de ver esta película, iba yo a soñar bien raro… no sucedió así, quizá porque la película en si es un sueño, muy, pero muy, mucho muy raro.




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Quisiera ser millonario / Slumdog Millionaire, de Danny Boyle

El triunfo de la voluntad

Miguel Cane

Entre la “camada” de cineastas que se han ido labrando nichos en el panteón totémico de directores surgidos en los años 90, Danny Boyle ha ido un poco más allá y estableciéndose como uno de esos monstruos maravillosos que toca sin esfuerzo todos los géneros y lo hace de un modo notable.







Así fue desde que inició su carrera hace quince años con el mordaz thriller Tumba al ras de la tierra (mismo que dio una carrera a Ewan McGregor) y continuó con filmes como la memorable Trainspotting (el mejor filme antidrogas que se haya realizado nunca, aunque al principio muy pocos lo entendieron así), la aterradora y apocalíptica Exterminio y, especialmente, su formidable space opera de 2007, Sunshine, en la que se adentró en la ciencia ficción hardcore con elegancia y aplomo. Ahora, acompañado de una casi unánime oleada de premios y reconocimientos obtenidos en el circuito de festivales internacionales, llega su más reciente filme, mismo que, como los anteriores, desafía todo tipo de etiquetas.



En Slumdog Millionaire / Quisiera ser millonario, basada en una novela del autor y diplomado hindú Vikas Swarup y filmada en Mumbai y otras locaciones indias, Boyle hace lo propio: combina todo con maestría en un coctel fascinante que conjuga todos sus elementos con sorpresa. Así, abre literalmente con un golpe y no se detiene al narrarnos las aventuras y desventuras del entrañable Jamal Malik (interpretado con aire dulcísimo y sin pretensiones por Dev Patel), en su paso a la madurez, partiendo de la infancia picaresca en los cinturones de miseria de la ciudad, y llegando al inquietante quicio del triunfo en un set de TV. De este modo, pasamos rápidamente y sin saber muy bien cómo, por escenas que van del melodrama, al suspense más tenso y la comedia más divertida, sin dejar de lado las enternecedoras aventuras infantiles y el horror más crispante (tan así, de tener que apartar la vista de la pantalla) y el contagioso entusiasmo que provoca presenciar la aparición del verdadero amor.



Los actores que trabajan con Boyle (además de Patel, la hermosa Freida Pinto, como Latika, es un auténtico hallazgo cuya belleza es un elemento importante en la visualización de la trama), se prestan del modo más dúctil posible a su visión y el resultado es mucho más que una película, se trata de una auténtica experiencia de vida, algo que rara vez ocurre en el cine: Slumdog Millionaire / Quisiera ser millonario lo tiene todo y lo presenta haciendo un matrimonio perfecto de la fantasía del cine estilo Bollywood y la cruda realidad, que van, como es natural, tomadas de la mano.




Freida Pinto

Esta es una gran película y no tiene, ni pretende aspirar a una clasificación ordinaria. No la necesita: estremece, conmueve, ilumina, oscurece y sobre todo, entrega al espectador una excepcional sensación de satisfacción al cruzar la puerta de salida y por lo mismo, es la clase de evento cinematográfico que nominalmente, que nadie debería dejar pasar por alto. Es más, no sólo se quede con esta opinión al respecto; ¡fórmese su propio criterio y vaya a verla en cuanto pueda!

Quisiera ser millonario / Slumdog Millionaire
Con Dev Patel, Freida Pinto, Anil Kapoor, Madhur Mittal y Amithabh Bachchan.
Dirige: Danny Boyle.
Reino Unido/India/Estados Unidos 2008

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13 feb 2009

Juno, de Jason Reitman - por Juan Carlos Gea

Juan Carlos Gea / Cortesía del diario La Nueva España de Gijón

A la deliciosa “Juno”, de Jason Reitman, le sucede exactamente lo mismo que a “Ben X”: que es intachable desde el punto de vista cinematográfico (e ideológico, incluso), pero que probablemente hubiera encontrado mejor acomodo entre las películas de “Enfants terribles”. Y no porque haya obligación moral por parte de los programadores de llenar la sección a concurso de películas devastadoras, complejas o técnicamente “originales” (válgame Dios, qué adjetivo), sino porque en ambas hay mucho donde roer para un bien motivado público adolescente, dentro y, sobre todo, fuera de la sala.


Michael Cera and Ellen Page star in Fox Searchlight's Juno



“Juno”, que en cuanto a su factura cuasi-telefílmica no tiene absolutamente nada que destacar (lo cual no tiene por qué no ser una virtud) es un puro recital de inteligencia femenina supuestamente púber con epicentro en una chica de clase media americana que queda embarazada en su primera experiencia después de “haberse vuelto sexualmente activa”, tal y como gustan de decir los eufemismos psicopedagógicos del momento en los USA. La deslumbrante Ellen Page -una especie de deliciosa segunda oportunidad para los devotos de Jennifer Connelly, aunque su belleza sea menos sobrenatural- lleva con un divertido desapego emocional su embarazo, del mismo modo que lo hacen sus comprensivos padres y, en general, su entorno. Lo único que el desarreglo hormonal parece acelerarle es su inteligencia natural y afilada lengua, animadas por los excelentes diálogos del guión firmado por Diablo Cody, que -no se engañen- es en realidad Diablesa, lo cual explica la óptica nítidamente femenina bajo la cual se enfoca la historia.

En ese brillo de los textos, que es lo mejor de la película, está, paradójicamente, también su principal talón de Aquiles, ya que la verosimilitud se resiente cuando a menudo resulta demasiado perceptible que una adolescente –salvo que deba ser inmediatamente fichada por David Letterman, como lo fue la guionista- no puede desplegar, en el fondo, una inteligencia que por muy desapegada que sea parece excesivamente madura para su edad. Es decir: que se ve demasiado a Diablo en miss Juno. Y a la fabricante de humor en serie, a ratos, aunque no quede más remedio que rendirse a su gracia.

El elemento dramático que la maternidad no suscita en el personaje de Juno lo ofrece, no obstante, la historia paralela centrada en la pareja de mega-pijos a la que decide dar en adopción el bebé, con una estupenda Jennifer Garner extrañamente alejada de cualquier tarea de espionaje militar, y apasionadamente centrada en la misión más complicada de ser madre sin poder serlo naturalmente.

Ignoro si hay que dar una lectura más profunda a “Juno” sobre el trasfondo de la Norteamérica cada vez más ultramontana en la que se desarrolla la historia. En España no pasaría de una brillante comedia de costumbres con su pimienta dramática. Aunque nuestros adolescentes fílmicos o telefílmicos no sean capaces de tantísimo don verbal. Quizá los programa electorales tengan que incluír para nuestros bachilleres una asignatura de Elocuencia Humorística o Analogías Pop como los que parecen impartirse en las “high-school” americanas, a la vista de “Juno”.


Ellen Page and Olivia Thirlby in Fox Searchlight's Juno




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12 feb 2009

Operación Valkiria / Valkyria, de Bryan Singer

Hombres en uniforme

Miguel Cane

El que una película se construya en torno al rentable carisma de Tom Cruise, que ostentó el título de estrella de cine más taquillera del mundo hasta hace poco (Will Smith le comió el mandado) genera muchas expectativas, aunque no siempre salen como se espera. El caso de Operación Valkiria es ese.


Dirigida por Bryan Singer, que surgió a la fama con fuerza y luego ha visto su carrera llegar a un impasse de tedio y cierto desencanto por parte de los fans que obtuvo mediante Sospechosos comunes, la cinta recrea de manera tan eficaz como poco memorable el fallido complot para acabar con la vida de Adolfo Hitler organizado por el coronel nazi Claus von Stauffenberg (Cruise) el 20 de julio de 1944. Se habían rodado anteriormente dos muy logradas producciones televisivas que describían los preparativos y consecuencias del intento de magnicidio: Plan para matar a Hitler (1990) y Conspiración Walkiria (2004). Sorprende por tanto que Cruise, Singer y los guionistas Nathan Alexander y Chris McQuarrie hayan insistido, secundados por un gran presupuesto, en filmar una trama ya muy conocida y mejor realizada con anterioridad.

Todos los aspectos actorales (incluyendo a Cruise, que pese a la loza de su estrellato no es necesariamente un mal intérprete, como lo probó en su momento, con cierto compromiso, para Oliver Stone, Paul Thomas Anderson y – con ciertos titubeos, de los que carecía su entonces esposa y compañera de escena- Stanley Kubrick en su opera finis, Ojos bien cerrados, estrenada hace ya una década) y técnicos son notables. Las fases del complot de Stauffenberg están muy bien explicadas, y se enriquecen con una noción y ritmo de suspenso que, pese a ya saberse el resultado de la misión, logra absorber la atención del público en la acción.



En este objetivo se desvela como elemento más creativo la edición del veterano John Ottman, cuya minuciosidad otorga a los más pequeños gestos de los personajes de una importancia vital. De hecho, el plano secuencia más emocionante de la cinta está relacionado con esta idea: Stauffenberg y los demás integrantes de la conspiración enarbolan a una los distintivos naranjas que les identifican como partícipes esperanzados en una aventura que desconocen (al contrario que el espectador) tendrá un resultado fatal. Uno trata de olvidar esto y desea, aunque sea por un momento, que logren su cometido.

Pero estos momentos notable no logran disipar la sensación de que esta película está hecha por encargo, que no hay pasión en ella y que no ofrece nada nuevo. Esto se confirma en la aparición de estereotipos y detalles ya consabidos, como la coda que nos informa sobre el destino de todos los protagonistas, algo que ya es de cajón en esta clase de cintas.

Así, pese al carisma de Cruise – que se deja mostrar medianamente desfigurado, pero nunca se despoja de su estatus de movie star y de razón de existir de la película en sí- la cinta queda reducida así a la condición de película didáctica y a veces larga, que merecerá para bien o para mal más atención de la que merece por ser una película estelarizada por Tom Cruise que por cualquiera de sus otros valores.

Operación Valkiria/Valkyria
Con Tom Cruise, Clarice Van Houten, Bill Nighy, Tom Wilkinson y Kenneth Branagh
Dirige: Bryan Singer.
Estados Unidos (2008)



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10 feb 2009

Palabras mágicas / Bee Season, de Scott McGehee y David Siegel

Miguel Cane

En la obra de la mancuerna de directores compuesta por Scottt McGehee y David Siegel (que incluye las cintas Suture y El precio del silencio, con Tilda Swinton) una constante es su inclinación por observar las dinámicas en la familia de clase media alta estadounidense como un organismo pletórico de secretos, algunos de ellos capaces de atraer su propia desgracia.



Richard Gere and Juliette Binoche star in Fox Searchlight's Bee Season




Flora Cross in Fox Searchlight's Bee Season


Siguiendo ahora una temática menos sombría que en sus filmes anteriores, mas no por ello menos intensa, abordan en Palabras Mágicas – mediante un guión de Naomi Foner Gyllenhaal basado en una novela de Myla Goldberg- las escenas de la gradual ruina y posible redención de una familia.

La cinta comienza con la pequeña Eliza Naumann (Flora Cross en un impresionante debut) que participa en un concurso de deletreo (lo que en Estados Unidos se llama spelling bee, de ahí su título original). Su desempeño pronto la lleva a continuar a otras competencias y sorprende a la familia, encabezada por su padre, Saul (Richard Gere) profesor de estudios judíos en la universidad de Berkeley y su madre, Miriam (Juliette Binoche, en una actuación conmovedora). Su hermano mayor, Aaron (Max Minghella) ve con alivio que su hermanita distraiga a su padre, dándole la oportunidad de, tras conocer a Chali (Kate Bosworth) quien practica la creencia Hare Krishna, cuestionarse si la religión de su familia es algo que le habla de verdad, o si otra religión – incluyendo la católica- es lo que necesita.

Saul se avoca por completo en ayudar a Eliza a escalar en competencias, al percatarse de su talento y se aparta de su esposa para enfocarse en la nena, a la que entrena con ejercicios que tienen más que ver con el espíritu de la palabra que con su forma y ella descubre – literalmente- una especie de magia en cada palabra, si cierra los ojos y se concentra.

Esto inclusive se manifiesta visualmente para el espectador (por ejemplo: cuando dice la palabra “dandelion” (diente de león), Eliza ve aparecer letras en forma de esa flor, que le indican cómo dar forma a la palabra), dándole un aura especial al filme. En tanto, Miriam comienza a resquebrajarse, sin apoyo por parte de su marido, y comienza a tener un colapso, consecuencia de una pérdida irreparable, y se halla sin palabras para expresarse, arrastrada hacia una espiral de actos inexplicables y peligrosos que podrían resultar en la destrucción de su familia.

Realizada con una elegancia característica de esta dupla y su cinefotógrafo habitual Giles Nuttgens, la cinta oscila entre momentos deslumbrantes – cuando Eliza entra en contacto con las palabras- y otros áridos, especialmente en lo que a Richard Gere concierne. Desde su gran triunfo en Gigoló Americano (Paul Schrader, 1980) el trabajo de este actor suele ser casi siempre inexpresivo y frío, aunque chispazos de emoción logran salvar sus interpretaciones.

En este caso, su personaje resulta vago y poco convincente, por lo que pierde muchísimo al compartir pantalla con la Binoche, quien transmite emociones crudas (algo que ya había hecho para Krysztof Kieslowski en la memorable Azul) y así consume al espectador con su trabajo.

El conflicto de estilos, sin embargo, no afecta el desarrollo del producto final. Palabras mágicas podría haber sido un melodrama ordinario con forzado final feliz. Sin embargo, trasciende la norma y se establece sólida, lograda y hermosamente realizada; muestra lo que subyace en la superficie, pero sin perder un vestigio de esperanza, como la que alberga en sí la pequeña, que es el corazón mismo de la trama.

Palabras mágicas/Bee Season

Con: Juliette Binoche, Richard Gere, Max Minghella, Kate Bosworth y Flora Cross

Guión: Naomi Foner Gyllenhaal sobre una novela de Myla Goldberg

Música: Peter Nashel. Dirigen: Scott McGehee y David Siegel



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Pasión / Besieged, de Bernardo Bertolucci

Francisco Peña


Esta cinta es de Bernardo Bertolucci, el mismo recordado por producciones como El último emperador, Novecento y El último tango en París.

Besieged / Pasión, con pocos elementos y actores, es una excelente película que muestra la gran capacidad de este realizador italiano.

La historia, que se puede narrar en pocas líneas, cobra una gran riqueza con la puesta en escena, con el manejo artístico de la cámara, con los sobreentendidos con los que Bertolucci humaniza palpablemente a sus personajes mientras restringe la cantidad de diálogos.

Shandurai (Thandie Newton) estudia medicina y trabaja en un hospital de niños discapacitados en un país africano. En ese país hay una dictadura militar disfrazada de democracia. Su esposo, maestro de escuela, es apresado por las fuerzas militares y encarcelado en una prisión militar. Shandurai tiene que exiliarse.


Llega a Roma, Italia. Allí sigue con sus estudios y trabaja como sirvienta en la casa de un compisitor y pianista que vive en Piazza Spagna. El señor Kinsky es el único habitante y se sostiene con clases particulares de piano y goza de la herencia de una tía.

En la convivencia diaria cada quien da muestras de su cultura a través de la música, que permea toda la cinta: Kinsky toca a los clásicos, Shandurai oye sus ritmos africanos. El diálogo entre los personajes es parco y poco significativo pues casi no se ven; pero mantienen un contacto más intenso a través de la música y de un pequeño elevador que los conecta. Es la música el primer punto que atrae a Kinsky al ámbito de vida de Shandurai.

Mientras Shandurai es acosada por las pesadillas cuya raíz está en Africa, descubre la situación existencial de Kinsky, quien trata de romper el hielo. Shandurai recorre la casa mientras la limpia y conoce cada rincón, cada obra de arte que llena la casa.

Luego de observarla, Kinsky termina enamorado de Shandurai y por el mecanismo de elevador le ofrece un precioso anillo. Esto lleva a una escena explosiva. Shandurai rechaza el anillo mientras Kinsky le declara su amor apasionadamente, y que haría cualquier cosa por ella. En ese monento, muy exaltada, Shandurai le dice que es casada, que su marido está en prisión y que si tanto la quiere ¿por qué no lo saca de la prisión?

Kinsky se retrae en si mismo y no vuelve a insinuarse directamente en lo que queda de la película.

Pero Bertolucci ha demostrado a lo largo de toda su carrera cinematográfica que es un maestro en el arte de sugerir estados de animo, de narrar con imágenes y pocos diálogos, en enriquecer la psicología de sus personajes mientras su cámara interactúa con ellos en una observación participante de su existencia.

En ese sentido, fiel a su estilo, el trabajo de cámara es esencial para que el espectador goce de esta cinta. La cámara es una narradora activa que remarca u observa las conductas de los dos personajes principales. Los capta en su tiempo libre, en sus momentos de inactividad o de trabajo cotidiano.

Pero Bertolucci no busca equiparar los tiempos perdidos y comunes de la vida con el tiempo real. Sabe que la esencia del cine es el movimiento y, aunque aparentemente sucede poco en pantalla, su cámara danza alrededor de sus personajes y así, Bertolucci entrega momentos significativos de Kinsky y Shandurai. A partir de lo pequeño llega a la significación; desde el detalle observado construye una rica psicología. Y como siempre hay movimiento en pantalla, sea de los actores, de la cámara o la edición, el espectador jamás se aburre, sino que se interesa por lo que ocurre.

De estos pequeños mosaicos de la vida diaria Bertolucci extrae los cambios internos de sus personajes, presenta ante el espectador la fina modulación de sus sentimientos, de los cambios pequeños que se van acumulando hasta alterar abiertamente las conductas.

Observador participante y empático, Bertolucci crea en Pasión / Besieged, a dos de sus personajes más humanos que hayan ocupado su pantalla.

Kinsky desea saber más de la comunidad de exiliados africanos en Roma para entender a Shandurai, y termina en una iglesia católica donde se reúnen a celebrar misa enmedio de cánticos que surgen de su tradición y cultura. Allí, Kinsky escucha un sermón que cita la conocida frase evangélica: "Quien quiera salvar su vida, la perderá; quien la pierda, la salvará".

Por primera vez en el cine de Bertolucci, una frase religiosa es el detonante de la conducta positiva y amorosa de uno de sus personajes. Kinsky perderá todo lo que posee para salvar al esposo de Shandurai sin esperar nada a cambio, todo por el simple hecho de hacerle bien a la mujer, por amor. En el camino encontrará el amor respetuoso de Shandurai sin haberlo buscado directamente.

Con una economía narrativa que sorprende por su control, Bertolucci esparce los contados diálogos a través de su cinta, mientras que su cámara capta la relación casi inexistente entre ambos: se ven poco, interactúan en silencio o a través de la música y se observan desde lejos.

Pero esta danza mutua está llena de sobreentendidos que el director pone en pantalla. La presencia mutua en un mismo espacio los altera, los hace cambiar desde adentro. Dentro de los sobreentendidos que marcan la evolución de esta relación casi silenciosa, Shandurai observa el paulatino empobrecimiento de Kinsky, la desaparición de los cuadros, de las esculturas, la venta de libros… Conforme avanza el empobrecimiento de la casa llegan noticias de la paulatina liberación de Winston, el esposo de Shandurai

A diferencia del cine comercial hollywoodense, lleno de acciones físicas visibles, Bertolucci contiene a sus actores y los deja manifestarse por las miradas, por los movimientos corporales, por el sueño mismo.

Pero las enriquece con el manejo de la música… Las composiciones de Kinsky abandonan los patrones clásicos de un concertista conocedor y se llenan de jazz, de ritmos africanos, que afloran en su última obra. Shandurai siente el cambio y por primera vez le agrada y entiende la música que toca Kinsky: ya tienen algo en común que simboliza su mutuo acercamiento por etapas.

También el universo de Shandurai se contamina de Kinsky. Aparece en sus sueños, y en la maleta donde guarda sus recuerdos ya se mezclan los objetos relacionados con Kinsky junto con aquellos que la ligan con su vida africana.

Pero las diferencias aun existen, cosa que el director remarca con el regreso de la música de cada cultura dentro de la banda sonora.

En una de las escenas más reveladoras, Shandurai asiste anónima e involuntariamente al regateo callejero donde Kinsky vende su posesión más preciada: su piano de cola para los conciertos. Pero antes de deshacerse de él invita al estreno de su última composición: sólo están presentes nueve personas. Es la última ofrenda de amor pues, mientras toca, llega el telegrama que anuncia la liberación de Winston y su llegada a Roma.

Shandurai trata de escribir una y otra vez una carta de agradecimiento a Kinsky pero no encuentra las palabras adecuadas. Bertolucci mezcla esta escena con el festejo de Kinsky y el cura que lo ayudó por la liberación de Winston. Con un montaje paralelo, Kinsky confiesa que no fue concertista porque no era lo suficientemente bueno, mientras Shandurai llega a la única frase que puede decirle: "Estimado Señor Kinsky. Lo amo".

El final de la cinta es un acto de amor, de entrega entre ambos, que no necesariamente implica una traición de Shandurai a su esposo porque está motivado por el agradecimiento y el amor con otro matiz. No es el amor por un nuevo compañero sino la correspondencia igualitaria al acto de amor desinteresado de Kinsky.

Bertolucci, a través de la cámara, capta ese significado y lo entrega al espectador sin que medie una sola palabra entre Kinsky y Shandurai. Ambos están dormidos, desnudos, él con el brazo sobre los senos de ella, cuando el timbre suena por la llegada de Winston. El abre primero los ojos y voltea para verla despertar. Al volver a la conciencia, Shandurai retira con cuidado el brazo y se levanta a abrir… la cámara se queda fija sobre la zona vacía que ocupaba el cuerpo de Shandurai.


Termina con ello el momento y la vida seguirá su curso, pero el hecho queda allí, para enriquecer la memoria.

Bernardo Bertolucci muestra de nuevo que es un maestro del cine, uno de los narradores fílmicos más precisos y finos. Besieged / Pasión se suma al conjunto de su obra para mostrar como este director ha creado una galería de personajes inolvidables en la historia del cine, con un talento fílmico deslumbrante.

Se podría considerar a Besieged / Pasión una obra en tono menor, pero se descubre en ella la misma calidad, amor por el cine y maestría artística que es el sello indiscutible del cine de Bertolucci.

BESIEGED / PASIÓN. Director: Bernardo Bertolucci Guión: Bernardo Bertolucci, Clare Peploe Basada en un cuento de: James Lasdun Director de fotografía: Fabio Cianchetti Editor: Jacopo Música original: Alessio Vlad Arreglos y conducción: Stefano Arnaldi Diseño de producción: Gianni Silvestri Productor asociado: Clare Peploe Productor: Massimo Cortesi Productora: Fiction Films & Navert Film, en asociación con Mediaset. Año: 1998.



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Perfume, El / Perfume: story of a murderer, de Tom Tykwer

Miguel Cane


Dreamworks' Perfume: The Story of a Murderer


La adaptación al cine de la popular novela del alemán Patrick Süsskind ha sido una de las más esperadas y también una de las más complicadas de las que se tenga memoria. En algún momento, a fines de los años 80, el mismísimo Stanley Kubrick estuvo muy interesado en realizarla, pero al cabo de un par de años se dio por vencido, anunciando que la novela era virtualmente “infilmable” y en esto muchos lectores del libro (entre ellos quien esto escribe) estuvieron de acuerdo. De hecho, el propio Süsskind se estuvo haciendo del rogar, no por petulancia sino por el hecho de que está escrita desde un punto de vista completamente distinto al habitual: en vez de tratarse de una obra que describe visualmente los acontecimientos, lo hace mediante el olfato… y el resultado, si bien inolvidable, es muy difícil de trascender en imágenes cinematográficas.

Así pues, el que Tom Tykwer (responsable de la célebre Corre Lola Corre) se haya dado a la faena de extraer la esencia del libro para plasmarla en la pantalla, es algo digno de verse, aún si los resultados no son exactamente lo que uno tenía en mente al llegar a la sala. O bien, estoy seguro de que a mucha gente le gustará, pero no a todos, especialmente a aquellos que están profundamente familiarizados con la historia en cuestión.

Karoline Herfurth and Ben Whishaw in Dreamworks' Perfume: The Story of a Murderer

Grenouille ( Ben Whishaw ) is obsessed with the aroma of the Plum Girl ( Karoline Herfurth ) in Dreamworks' Perfume: The Story of a Murderer

Ben Whishaw in Dreamworks' Perfume: The Story of a Murderer



Jean-Baptiste Grenouille (el joven británico Ben Whishaw, en un trabajo que requiere mucha concentración para involucrar al espectador en el mundo interior del personaje, que es completamente amoral y existe únicamente para lograr su propósito, algo que no es nada simple y sin embargo debe parecerlo) nace en el arroyo de un mercado de pescados en el París de mediados del siglo XVIII. Criatura extraña desde su entrada al mundo, de manera preternatural se rige por su extraordinaria facultad olfativa, aún si él mismo carece de olor corporal.

Esto lo llevará a obsesionarse con los olores de las cosas; desde los elementos naturales hasta la esencia de la gente (especialmente de jóvenes vírgenes). Primero bajo el tutelaje del perfumista Bandini (Dustin Hoffman, en una actuación espléndida aunque fugaz) y posteriormente en los talleres de la ciudad bardeada de Grasse, Grenouille aprende cuanto necesita, absorbiéndolo todo como una esponja, circundado siempre por la tragedia. Eventualmente su obsesión lo llevará a cometer crímenes sobrecogedores (y, bajo la mirada de Tykwer, extrañamente hermosos) mientras obtiene las esencias que requiere.

Como su némesis, Monsieur Richis, aparece Alan Rickman, quizá un poco contaminado por el universo Potter (no consigue deslindarse del todo de su aura de Severus Snape) y esto le resta puntos al trabajo del elenco, donde la hermosa pelirroja Rachel Hurd-Wood hace una aparición muy cuidada (casi romántica, en el sentido literario de la palabra) como Laura, la joya más codiciada por el predador.

Tykwer proporciona una atmósfera casi onírica a la cinta – ya lo hizo antes con la espléndida En el cielo, con Cate Blanchett, sobre un guión de Kieslowski- mas esto, en conjunto con algunas secuencias formidables (incluyendo el multitudinario clímax) no consigue – al menos para mí- que el perfume trascienda, por así decirlo, los confines de una hermosa ánfora de cristal.

Ahora bien, desde el principio sabíamos que iba a ser una tarea difícil, por no decir casi imposible, así que el cineasta obtiene créditos por su esfuerzo: El Perfume es una película con una belleza visual inusitada, que recuerda algunos filmes situados en la época como Barry Lyndon (del propio Kubrick) y también recuerda el trabajo de cineastas especialistas en transmitir amenaza e intriga, como Hitchcock y William Wyler (hay guiños especialmente a su magistral e inquietante El Coleccionista). La dirección de arte y la edición hacen que el filme fluya – aún si el primer acto tiene algunos baches letárgicos de los que le cuesta recuperarse- y cumpla su cometido, aún si la espera por realmente oler la película nunca se materializa del todo. Pero igualmente, para devotos del texto y no, esta experiencia es algo que debe verse y vivirse.

El Perfume: Historia de un asesino

(Perfume: Story of a Murderer)


Con Ben Whishaw, Alan Rickman, Rachel Hurd Wood y Dustin Hoffman

Dirige: Tom Tykwer.

Alemania/Gran Bretaña/España/Estados Unidos 2006


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Persépolis, film de Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi

Miguel Cane




La aparición de esta cinta de factura francesa y animación tradicional, sirve como un refrescante y delicioso recordatorio de que hay algo más allá de Disney/Pixar y la animación “de autor” al estilo de Tim Burton. Esto se refleja en una nueva mirada al cómic, que ha sido un semillero excelente para este tipo de animación experimental, al prestar sus claves narrativas a los nuevos creadores, como Vincent Paronnaud, que en mancuerna con Marjane Satrapi es el creador de Persépolis.

Ganadora del Gran Prix de la Crítica en el 60 aniversario del Festival de Cannes, y primera cinta francesa de animación candidata al Oscar a Mejor Película en Lengua Extranjera, ésta es la adaptación de la premiada novela gráfica en cuatro tomos de Satrapi, artista de origen iraní afincada en Francia, en el que se relata la infancia y adolescencia de un personaje llamado Marji (con la característica voz de Chiara Mastroianni), la precoz y desinhibida hija de iraníes laicos y accidentalizados que vive muy de cerca la brutal transición que su país vive desde 1979 al caer el Shah Reza Pahlevi, seguida por la férrea dictadura islámica.

Marji presencia y vive todos esos cambios en un ambiente familiar liberal y comprometido, hasta el punto de ver perecer a miembros de su familia con ideas opuestas al nuevo régimen de los ayatolas. Que la familia tenga recursos permitirá a sus padres enviarla a Europa cuando empeora la situación y ella vive su adolescencia alejada de Irán, de Teherán y de su familia; así, es una extraña en un paraíso frío, y sus vivencias están marcadas por lo insólito de su inteligencia y los contrastes de su cultura.







En su desarrollo, Persépolis propone una animación funcional en blanco y negro, totalmente tomada del diseño de Satrapi y que cautiva al espectador. Toda la potencia de esta película, yace en lo simple y a la vez emotivo de su narrativa, en la fuerza de sus personajes (destacando a la abuela de Marji, con la voz de la legendaria diva Danielle Darrieux) y en el asombroso ejercicio lleno de ritmo e inteligencia, que la autora realiza acerca de sus años de adolescencia. La cinta es una propuesta singular, que deja al espectdaor con ganas de saber más acerca de esa jovencita que vive de modo tan intenso y comparte sus sueños y ansiedades. Es una mirada tierna y también desapasionada a un país y a una historia devastadora, sin sacrificar el amor de la chica hacia su familia.

Hay momentos memorables, llenos de candidez y de humor, como cuando, aún pese a que los fundamentalistas toman el poder y obligan a las mujeres a llevar velo y a renunciar a sus garantías, de paso encarcelando y ejecutando a miles de personas, Marjane crece, descubre el movimiento punk, a ABBA y el New Wave, de contrabando, mientras al mismo tiempo vive el terror de la persecución del nuevo gobierno y la guerra entre Irán e Irak. Nunca pierde su optimismo y lo transmite con su narración (el trabajo de la joven Mastroianni es espléndido, igual que el de su madre, Catherine Deneuve, como la madre de Marjane) dejando al espectador entusiasmado y conmovido, al concluir su viaje, deseando que hubiera más sueños qué compartir.

Persépolis/Persepolis

Con: Chiara Mastroianni, Catherine Deneuve, Simon Abakrian y Danielle Darrieux

Dirigen: Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi

Francia, 2007


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Persiguiendo un sueño / Dreamer, de John Gatins

Miguel Cane

En Hollywood existe una tradición de cintas acerca de niñas y sus caballos, que se ha impuesto desde hace más de medio siglo, para dar ilusiones a un sector del público que es casi siempre ignorado por el gran mercado a favor de los niños: las niñas y pre-adolescentes.



Kurt Russell and Dakota Fanning star in DreamWorks Pictures' Dreamer: Inspired by a True Story



Probablemente el ejemplo más notable de esta clase de cine sea la clásica National Velvet (1944) que lanzó a la fama a Elizabeth Taylor, entonces de doce años de edad, curiosamente la misma que ahora tiene Dakota Fanning quien es, para todos usos y razones, la verdadera estrella de esta cinta que, según su director y guionista, el debutante John Gatins, se trata de una historia inspirada en un caso real.

Acosado por problemas financieros, el entrenador de caballos Ben Crane (Kurt Russell, muy lejos de su trabajo en Escape de Nueva York) es empleado del cruel milloneta Palmer (David Morse, que se sabe es el malo porque frunce mucho el ceño) que es dueño de Soñador un caballo de carreras que se fractura una pata durante una carrera.

Crane se niega a matarlo frente a su hija Cale (Dakota Fanning), que se encuentra en la pista en ese momento. Los dos hombres discuten y Crane se lleva al desfalleciente Soñador como parte de su liquidación. El padre de Crane (Kris Kristofferson) no aprueba su decisión ya que el caballo está a las puertas de la muerte y costará mucho dinero (que la familia no tiene) el salvarlo.

Sin embargo, la pequeña Cale se entrega totalmente a curar al animal, con la ayuda de Balón (Luis Guzmán, Magnolia) y – no se rían, no sean gandallas- Manolín (Freddy Rodríguez, de la serie de TV Six Feet Under), logra su cometido, justo a tiempo para que pueda correr en la copa de criadores, una de las carreras más importantes del país.

La trama realmente no tiene complicaciones y Gatins sabe muy bien de qué manera mover a sus personajes para apelar a la fibra emotiva del espectador. Por otra parte, la relación padre-hija entre Russell y la güerita Fanning es sumamente creíble y su calidez hace que sus escenas funcionen muy bien; uno cree que en realidad estos personajes se quieren y que les importa lo que pueda ocurrir con el animalito. Del mismo modo, Kris Kristofferson establece una buena relación con la nenita y su papel de abuelo se antoja logrado, donde Morse vacila en su caracterización bastante estereotipada de villano, donde Elisabeth Shue (Adiós a las Vegas) aporta una actuación dulce y sensible como Lily, la mujer que ayuda a restaurar la fe de esta familia fracturada.

No hay grandes sorpresas (todo adulto sabe perfectamente cómo va a terminar la película) pero la actuación de Dakota, que lo mismo solloza y se maravilla de manera tan natural que uno no puede creer que sea actriz y no realmente la dueña del caballo, hace que valga la pena pagar el boleto, al igual que la hermosa cinefotografía del veterano Fred Murphy (que trabajó con John Huston en la formidable Los Muertos) que captura las estaciones en locaciones naturales de Kentucky y Louisiana, contribuyendo a la autenticidad de la cinta en su ambientación.

Persiguiendo un sueño no es la cosa del otro mundo, pero es una película que entretiene, que le habla a las pequeñas y que acaso les estimule algunos valores acerca del afecto familiar y la responsabilidad con los animales y en una época de excesivo cinismo en pantalla, un estreno como éste es algo relativamente esperanzador. Sin duda, cuando sea adulta, Dakota podría llegar al rango de Jodie Foster, que pudo trascender su estatus de niña-actriz para convertirse en leyenda.

Persiguiendo un sueño/Dreamer

Con Dakota Fanning, Kurt Russell, David Morse, Elisabeth Shue y Kris Kristofferson

Dirige: John Gatins

Estados Unidos (2005)


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Perturbadas / Havoc, de Barbara Kopple

Miguel Cane






Después de su brillante trabajo en Brokeback Mountain, Anne Hathaway parece haber trascendido su imagen de niña buena, adquirida por sus participaciones en películas principalmente dirigidas a las jovencitas, como El diario de la princesa I y II (al lado de la eximia Julie Andrews), pero antes de hacer la famosa película de Ang Lee, la chica protagonizó ésta, que llega a México casi con un año de retraso y que demuestra que, aún con un guión mediocre y una dirección estereotipada, es una buena actriz y que sabe correr riesgos al tomar el rol de Allison Lang, una proverbial pobrecita niña rica que vive en una mansión de Beverly Hills con sus padres (las estrellas de los 80 Laura San Giacomo y Michael Biehn).

Es la clásica chavita ociosa con mucho dinero para gastar y una sucesión de fiestas a las cuales asistir, con atuendos de lo más chic. Su mejor amiga es otra nena de plástico llamada Emily (la niña-problema Bijou Phillips), que parece severamente perjudicada por el desencanto de la opulencia y tanto uso de drogas recreacionales. Una noche, acompañadas por sus galanes, Toby (Mike Vogel) y Sammy (Joseph Gordon-Levitt), se aventuran en un barrio del este de Los Ángeles, para comprar drogas – esto a bordo de un muy llamativo convertible, para que todo mundo los vea- y toda vez ahí, Allison se siente atraída e intrigada por el muy-macho-pero-deprimido-y-sensible Héctor (Freddy Rodriguez, de Poseidon y Six Feet Under, que es lo suficientemente carismático como para hacer un personaje como éste y hacerlo creíble, sin perder su simpatía natural): el encuentro entre estos dos es presuntamente – o al menos la directora Barbara Kopple pretende hacernos creer- como el del ron con la coca-cola y de inmediato se embarcan en una relación “ílicita” y bastante subida de tono, que tendrá consecuencias para todos los involucrados.

El problema de esta historia es que se siente moralina y añeja, salpicada de estereotipos y de detalles pensados para “espantar” a las buenas conciencias. Uno espera que las madres que acompañen a sus hijas adolescentes les digan “¿ya ves?, esto puede pasarte a ti si insistes en salir con ese mechudo peludo y greñudo…”… lo cual resulta en un melodrama irritante, pese a sus buenas intenciones.

Anne hace un trabajo razonablemente creíble y su relación con la Phillips y con Rodríguez se siente creíble, aún si todo es predecible y facilito: no puedes juntarte con pandillas de cholos y no esperar que algo suceda, pero lo triste del asunto es que Perturbadas (título en inglés Havoc) es demasiado ruido y muy escasas nueces: ofrece muchas posibilidades, pero no las sigue; el convencionalismo le gana y la necesidad de ponerse a moralizar y a criticar es más fuerte que el deseo de buscar un asomo real a este submundillo de pandillas, armas y crack, alternado con el mundo de gran lujo al que pertenece la chica.

Al final de cuentas, la película ofrece la misma profundidad de una semana de inanes capítulos de la extinta telenoverla Rebelde: poco más. Sin embargo no todo está perdido y en sus protagonistas – exceptuando a Bijou Phillips, que parece estar colocadísima desde el principio- hay la posibilidad de hacer grandes cosas a futuro, como se comenzará a ver en otros trabajos. No es cosa sencilla llevar el peso de noventa minutos sobre la espalda todo el tiempo, sin embargo, Anne Hathaway lo consigue. Quizá con mejores materiales se vuelva algo menos oneroso para el espectador que la siga.

Perturbadas/Havoc

Con Anne Hathaway, Siri Appleby, Bijou Phillips, Freddy Rodriguez y Laura San Giacomo

Dirige: Barbara Kopple.

Estados Unidos 2005

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Petróleo sangriento / There will be blood, de Paul Thomas Anderson

Miguel Cane



Daniel Day-Lewis stars in Paramount Vantages' There Will Be Blood




Daniel Day-Lewis in Paramount Vantages' There Will Be Blood



Autor de cintas controversiales como Boogie Nights o Magnolia, Paul Thomas Anderson, seguidor de la escuela de Robert Altman, siempre ha buscado innovar en sus técnicas narratias y con su más reciente filme, Petróleo Sangriento, parece alejarse de los experimentos formales y temáticos de sus anteriores obras para firmar una cinta de corte más clásico –aunque, como hiciera Altman con el Western en McCabe y Mrs. Miller, con mirada revisionista- centrada en temas como la avaricia, el fanatismo religioso y la ambición desedida. Permanece en ella, eso sí, su obsesivo interés por las complejas relaciones paterno-filiales y como éstas afectan siempre al posterior desarrollo de nuestras vidas. Los personajes de Anderson son huérfanos con cuentas pendientes que resolver. Ambientada en Estados Unidos a principios del siglo XX, esta es la historia de Daniel Plainview (un impresionante trabajo por parte de Daniel Day-Lewis), un minero miserable que, cueste lo que cueste, deviene en magnate petrolero, arrastrando a su familia y su propia humanidad en el camino.

La principal razón de acercarse a este filme, es precisamente observar a Day- Lewis, que da vida con aparente facilidad al hombre huraño que choca con las ideas y la incómoda verborrea de un predicador cínico e insolente, interpretado por Paul Dano, (el adolescente mudo de Little Miss Sunshine), que se sostiene con fuerza en el duelo interpretativo, y que culmina con una secuencia brutal, inesperada y memorable, algo que es parte básica del trabajo de Anderson (la lluvia de ranas en Magnolia, por ejemplo, o la crisis nerviosa de Amber Waves en Boogie Nights – secuencias que destacan dentro del todo de la cinta para permanecer en la mente del espectador por días enteros).

Si hay algo que podría resultar oneroso en ella, igual que en todo el canon de Anderson, es su larga duración, casi dos horas y media, que se recrea en el lento y meticuloso proceso de extracción del petróleo, un exceso que podrá aburrir a algún espectador poco paciente, aunque los conocedores del director y su obra, saben a lo que entran. Pese a esto, Petróleo Sangriento (con un excelente título original: There will be blood, algo así como ‘Correrá la sangre’ que resulta una acertada metáfora poética, mejor que la traducción torpemente impuesta para engañar al público) adaptación del propio Anderson sobre una novela de Upton Sinclair, se gana a pulso sus ocho nominaciones al Oscar (entre ellos mejor película, director y actor); es un trabajo maduro, hecho con mano firme, que maneja con soltura los saltos temporales que exige el relato, mueve los hilos de la historia, que en cierto sentido se hermana con la hoy clásica Gigante de George Stevens, aunque resulta bastante más oscura e inquietante, con un efecto devastador que trasciende las convenciones habituales del medio.

La película se atreve a batirse con el espectador; lo reta e incluso lo golpea, pero el resultado es más estimulante que decenas de otras películas hechas de manera calculada y automática. La diferencia entre esta cinta y esas otras, es que esta, en cada toma, cada plano, cada interpretación y hasta en la desoladora música (de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead) es reflejo de una pasión por hacer cine, que se vuelve palpable.

Petróleo sangriento/There will be blood

Con Daniel Day-Lewis, Paul Dano, Kevin O’Connor, Colleen Foy y Ciarán Hinds

Dirige: Paul Thomas Anderson

Estados Unidos 2007


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